Así fue y así se vivió "Vendimia de la identidad"

Giuliana Lucoski recibió la corona nacional y Rocío Fuster, de Lavalle, el cetro de Virreina tras un espectáculo guionado y dirigido por Alejandro Grigor. Un show en el que se destacó la participación de Nito Mestre.

Desde el comienzo del escrutinio se perfiló como ganadora y, finalmente, Giuliana Lucoski se ganó la corona nacional de la Vendimia. Así, Luján de Cuyo rompió la sequía de 27 años. En segundo lugar, quedó Rocío Fuster, de Lavalle.

Después de presentar a cada candidata y tras el saludo a Rocío Tonini, pasadas las 22.30 salieron a escena varias Reinas de mandato cumplido como homenaje a los 80 años. De fondo, videos sobre Vendimia y la música en vivo acompañaba el aplauso para las soberanas. La imagen de la primera Reina Nacional de la Vendimia, Delia Larrive Escudero, dio inicio a la Fiesta y la voz en off dejaba la invitación abierta: “Hoy, compases y remolinos sonoros anuncian el festejo concreto de 80 años vividos en sangre vendimial”.

Así dio comienzo un Acto Central que fue por demás especial al ser el festejo de 80 años y al coincidir con el bicentenario de la declaración de la Independencia. “Vendimia de la Identidad”, guionada y dirigida por Alejandro Grigor, tomó distintos elementos como la independencia, el mestizaje, la religiosidad y el vino para intentar dar una idea de qué es Mendoza, unidos por el tiempo: “Ese eslabón que nos une a todos”.

Todo ocurrió en un escenario con una “cava” donde los músicos trabajaban en vivo. El espejo de agua esta vez fue usado como base de efectos especiales y en una cortina de agua se proyectaban imágenes, además de las variadas proyecciones sobre el escenario. Los artistas aéreos también causarían furor a lo largo del espectáculo.

El sentir popular siguió en alto cuando en el segundo cuadro apareció la figura de Don José de San Martín, que, hablando mediante cartas con Tomás Godoy Cruz, pedía la independencia. Tras responder al ¡Viva la Patria!, varios se impactaron con la escenografía de una tropa de caballos acompañada de fondo por videos de galope en libertad.

El prócer recibía aplausos mientras pasaba y un malambo, cual galope de caballos, dio fuerza a uno de los cuadros más emotivos de la noche, que también llevó en danzas a Chile y a Perú antes de finalizar con la Marcha de San Martín.

Este artículo puede ser cronológico, pero no el tiempo ni el espacio de Vendimia de la Identidad. Así, se volvió al pasado con los huarpes para mostrar una semilla originaria que dejó legados como el manejo de los cauces de agua.

Cerca seguiría la otra semilla, los inmigrantes, que “contemplaron tu horizonte y tu vientre dio a luz esa unión de tradiciones, para dar lugar a bailes españoles, italianos, franceses y árabes. Con un vestuario a destacar, las pantallas de los costados apoyaban las ideas mientras que desde el público algunos niños saltaban y bailaban al ritmo de las canciones.

La mezcla entre indígenas e inmigrantes aconteció en toda América Latina y eso buscó reflejar el cuadro siguiente. En música y en coreografía fue más tranquilo que en otros años, pero más de uno sonrió con la simpatía de los actores y con el color de las bailarinas al desplegar sus vestidos. Los cambios de colores y las banderas ocultas fueron suficientes para retirarse en un mar de aplausos.

Comenzó allí el momento del folclore, con temas típicos y repartiendo sopaipillas a los primeros asientos. Dos aclamados fueron unos bailarines folclóricos en sillas de ruedas, ya que este año las personas con discapacidad formaron un círculo en el centro. Muchos celulares se levantaron para filmar cuando los acróbatas aéreos bailaron una zamba por encima del ala norte, mientras el escenario era llenado por artistas folclóricos.

La Virgen de la Carrodilla hizo su tradicional aparición y esta vez la novedad fue el uso de velas a pila. Al poco tiempo la Patrona de los Viñedos se retiró para dejar lugar a temas clásicos como “Cochero e plaza” y “Póngale por las hileras”, acompañados de palmas.

Justo cuando la Fiesta empezaba a perder atención y los presentes se preguntaban quién saldría Reina, un colorido chamamé recapturó al público para seguir sus ritmos con palmas.

Este homenaje a la argentinidad concluyó con un muy emotivo recuerdo al rock nacional con la voz de Nito Mestre. Cientos volvieron a levantar sus velas y al ritmo de Sui Generis, Spinetta, Soda Estereo y Charly García se emocionaron con frases como "No hay fuerza alrededor...", "Gracias por venir" o "Y si acaso no brillara el sol...”. Acto seguido fue el turno del tango y del vino como símbolos que representan a Argentina y a Mendoza.

Acercándose al final, la música electrónica de un DJ dio pie a un cuadro donde "revoluciones ancestrales y herencias recibidas se conjugan en patrones de cambios", con una gran coordinación de los bailarines de contemporáneo cual engranajes.

Continuamente, el llamado a la unidad bajo la identidad forjada a través de los años se transformó en uno de los cuadros más alegres y ovacionados con la canción Todos somos uno, con los personajes de la noche en escena. El malambo (también bailado por mujeres) llegó para el final y tanto el público como el escenario se fusionaron en un solo azul y blanco que terminó en una ovación hacia los artistas.

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