La epopeya de nuestro pueblo y el vino

Fuimos llamados a una hazaña en este bendito desierto… y siendo nobles hemos sido capaces de darle luz a la vid. Ella, a su vez, ha sido capaz de entregarnos su más preciado deseo: el vino.

Una mañana fresca del mes cosechero, el valle se despereza con el sol naciente pleno. Un rocío apenas condensado en mi alma blanca, mientras la cuadrilla espera ansiosa la voz de aura; un tractor, una tijera, un tacho...un anhelo profundo e innato.

El hombre inquieto a tal punto que la adrenalina corre por sus venas cual agua del surco de la viña de sus padres, y de cara al alba esta imagen moviliza la mente creativa del poeta.

... huele a jugo de uva molida cuando te pienso,
tu ayer ha sido un sarmiento agostado
y hoy la dulzura de tu fruto es lo que siento...

La pasión por el trabajo de la tierra de vastas generaciones y la reminiscencia de mis noches de infancia, me han dejado perplejo cierto tiempo. Admiro a mis ancestros, mis genes me reclaman y mi búsqueda empieza con el lloro de la vid en cada auspicioso setiembre y se aclara en ese cuajado racimo durante un noviembre terso.

Me emociono al ver el río Mendoza y sus piedras, me parece ver a mis abuelos en la viña trabajando arduamente este páramo. Tan solo quisiera mi alma perecer allí si es posible para fundirme con ellos en paz eterna.

...Sintiendo el mensaje épico de esta porción de suelo,
no pudiendo del todo manifestar el misterio.
Y es que el suelo se expresa y no dejará de hacerlo,
recuerdos del pasado que invitan a ponerse serio.
Memorias de abuelos que supieron cómo hacerlo
con un arado precario y un percherón esbelto.
El sudor de esos hombres se fundió en el terreno
y alimentó las raíces de los que vendrían luego.
Las manos de ampollas y las uñas terrosas
no hicieron otra cosa que domesticar el desierto.
Así pude entender lo soberbio que es el suelo,
en él viven las almas de los celosos labriegos,
y en él vibran los rezos implorando por un sol pleno...

Fragmento de Poema "Suelo" del libro: "Me estoy volviendo poema"

Una hazaña más alcanzada por nuestra cultura de pueblo milenario, dejando que el tiempo cincele otra página en nuestra sangre de leyenda desértica.

La historia permite mostrarse y darle vida a esta bella epopeya en el amor de un pedazo de mundo y en la creación de una planta tan noble.

Otra cosecha de lucha y sudor, sacrificio y clamor. Una fiesta más y una visión que me colma. El vino nuevo ha nacido y ha despertado en mí la melancolía de una vendimia austera sobre mi viñedo nostálgico.

Definitivamente, el vino es “la otra gran epopeya”.

Puedo sentir el aroma floral de tus racimos,
quiero que ya seas fruto y que yo sea envero.
No puedo dejar de pensarte mientras degusto en silencio,
tu color profundo e intenso como mi sentimiento.
Quién pudiera explicarme que hiciste raíz de sarmiento,
de suelo agreste y desierto, sin agua y sin aliento.
Milagrosa esta tierra madre dando a luz a su heredero.
Fuiste fruto y hoy el vino... 
el vino es mi misterio.

Poema "Malbec" del libro: "Me estoy volviendo poema"

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