La diseñadora <em>free lance</em> que aceptó un trabajo fijo en EEUU

Hace poco menos de un año, Flavia Ibáñez (34) se mudó a Boston. Fue el 19 de octubre de 2014, cuando esta diseñadora industrial -especializada en experiencia de usuario- iniciaba una nueva vida en esa ciudad estadounidense.

Actualmente es parte del equipo de desarrollo de la firma Intralinks, que ofrece servicio de almacenamiento de información financiera en internet a empresas. Y además continúa siendo parte (a la distancia) de Noviggo, un emprendimiento que inició con un socio mendocino abocado al diseño y desarrollo web en iOS (sistema operativo de Apple).

“La gente y la vida es mucho más estructurada acá. Es más fría, pero las relaciones son distintas también. Al principio fue muy duro, porque llegué en octubre (pleno invierno) y me comí el peor invierno de la historia en Boston. Y a eso se le sumaba que no tenía vida social. La verdad es que fue muy chocante pasar de la vida free lancer que llevaba en Mendoza a una vida de empleada. De trabajar en pantuflas desde mi casa a trabajar en un cubículo. Y si bien yo no buscaba mudarme, me gustó”, contó.

Con el fin del invierno y la llegada de la primavera (“Boston es preciosa en esa época”), la adaptación costó menos. “Volvería a Mendoza. No sé cuando, pero volvería. Me estoy acostumbrando a donde estoy ahora, pero no es mi lugar. Tengo mi corazoncito en Mendoza y siento que mucho de lo que estoy aprendiendo lo voy a poder llevar de vuelta a mi provincia. Quiero volver y devolver un poco todo lo que se me dio cuando me preparaba”, indicó.

Nueva vida
Si bien en 2013 Flavia se recibió de Diseñadora Industrial en la UNCuyo, su experiencia laboral se remonta a casi ocho años atrás. "Siempre he trabajado para compañías de afuera, y siempre como free lance.

Hace dos años, cuando me recibí, estaba trabajando para una empresa de Los Ángeles y nos fuimos para allá. Y empecé a trabajar con una aceleradora de emprendimientos en Estados Unidos”, recordó sus primeros pasos en Norteamérica. En 2013, la necesidad de recibirse para poder obtener la visa la puso entre la espada y la pared, llegando a preparar una materia en tan sólo diez días.

“Mis días son más movidos a la tarde. Por la mañana aprovecho para organizarme, ya que gran parte del trabajo que hago consiste en coordinar actividades con quien es mi jefe. Salgo para el trabajo a las 8:30 y cerca del mediodía ya tengo todo más o menos armado. El almuerzo lo hago en la cafetería de la empresa, y no es nada simple ya que soy vegana.

Pero siempre veo y elijo algunas de las opciones que hay de acompañamiento para los platos principales. Y la tarde es más agitada y densa en lo que se refiere a cantidad de trabajo. Ahí tengo que preparar y ayudar a organizar tareas a futuro”, recapituló.

Flavia no tiene auto, por lo que cada mañana se dirige a North Station y desde allí a su oficina en un transfer. Esta rutina le toma entre una hora y una hora y media.

“Todavía no he hecho muchos amigos, pero me alcanza para estar bien. Y para poder juntarte con alguien, necesitás preparar todo un plan para planificar las salidas. Es distinto a lo que pasa en Mendoza”, confesó.

Los fines de semana, al momento de despejar la mente y descansar, son más bien improvisados. “No he logrado generar una rutina y me gusta no tenerla. Los fines de semana viajo mucho. Mi hermano vive en Miami y lo he ido a visitar varias veces. También he viajado a Texas, San Francisco... Podemos irnos a andar en bici o en kayak también. Hay mucho que no conozco, por lo que salir a caminar es otra de las actividades que más hago”, agregó.

"Cuando estoy en Mendoza, me recontra pego a todos mis amigos. Extraño mucho a mis cinco perros. La vida allá es bastante movida y los afectos es lo que más extraño. La verdad es que los problemas ‘primermundistas’ no son muy graves, acá la vida es cómoda y está todo arreglado para que funcione. Pero se extrañan muchas cosas”, sintetizó.