Justicia o la ley de la selva

Un evento nacional y otro en nuestra provincia me hacen reflexionar sobre los permanentes desencuentros en que vive nuestra sociedad.

Las reglas de juego cambiadas unas y otra vez, acomodadas a la conveniencia del momento, sólo pueden traer frustraciones.

Lo acontecido hace dos domingos en la Plaza de los Dos Congresos, donde fuerzas policiales reprimieron brutalmente a trabajadores de la educación, no puede ser pasado por alto.

El mismo escenario fue ocupado en 2013 para ejercer su derecho a la protesta por quienes hoy son gobierno.

¿Qué hace pensar que lo que está bien hecho por unos está mal hecho por otros?

¿Cómo se cierra la famosa grieta cuando la represión policial queda huérfana de responsables durante más de 24 horas?

El presidente, según Rodríguez Larreta, no impartió la orden de reprimir. El jefe de Gobierno aclaró quien no dio la orden, pero no dejó en claro quién lo hizo.

O sea, la policía de la ciudad es una fuerza que opera según principios y objetivos propios.

Treinta años de democracia para terminar con fuerzas de seguridad autorreguladas es un atraso que debe llamarnos la atención.

No hubo justicia. Sólo ley de la selva.

Por otra parte aquí en Mendoza fue detenida por la Justicia provincial una dirigente social acusada de varias irregularidades en el manejo de dineros públicos.

En mi cuenta de twitter respaldé el accionar de la Justicia, me manifesté confiado de ella y aseguré y aseguro que el pueblo mendocino no quiere persecuciones políticas.

Recibí muchos comentarios acompañando mi postura pero también recibí quejas de compañeros que ponían como ejemplo de persecución su propia experiencia.

Mi respuesta a esos compañeros fue que la Justicia ha repuesto en más de un cargo a más de un compañero echado de su puesto de trabajo arbitrariamente por la administración de Cambia Mendoza.

A la ley de la selva la corrigió la Justicia.

La falta de institucionalidad del gobierno nacional, haciéndose el distraído con un hecho de represión; la falta de institucionalidad del gobierno de nuestra provincia echando trabajadores por su pertenencia política, nos debe hacer pensar y revisar cuál es el cambio que queremos y cuál el cambio que se nos propone.

Confiando en la Justicia de mi provincia y orgulloso de mis comprovincianos que no consienten ni consentirán persecuciones y venganzas, mi reflexión final es que no es Mendoza quien tiene que cambiar sino aquellos que, con modales nuevos, repiten errores viejos.

O como nos proponía un viejo sabio: dentro de la ley, todo.

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