Julio Chávez: “Para ser actor hay que saber mentir bien”

El prestigioso intérprete graba la miniserie “El maestro” que se verá por El Trece, volvió al cine con la recién estrenada “El pampero” y en teatro protagoniza un suceso junto con Adrián Suar.

Se sabe que Julio Chávez es un todoterreno en materia de actuación y precisamente este año lo encuentra desplegando sus dotes interpretativas en todos los frentes.

Acaba de regresar al cine, después de casi diez años, con la película “El pampero”, un policial de suspenso que se estrenó el jueves en las multisalas locales.

Por otra parte está grabando para la televisión la miniserie “El maestro”, en la que encarna a un consagrado bailarín clásico ya retirado, serie que llega después de dos años de los crímenes de “Signos” y cuatro del abogado gay de “Farsantes”.

Y finalmente sigue en la cartelera teatral porteña con la obra “Un rato con él”, escrita por el propio Chávez junto con Camila Mansilla y estrenada en mayo, donde comparte protagonismo con Adrián Suar como dos hermanos distanciados, hijos de diferentes madres, que se reencuentran cuando el padre de ambos muere.

-¿Qué lo decidió a volver al cine después de 10 años con "El pampero"?

-Básicamente porque leí el guión y me encantó. Es un film pequeño pero narra un cuento poético, muy bello. Además iba a trabajar con una actriz magnífica como es Pilar Gamboa y con un director como Matías Lucchesi, de quien había visto su anterior “Ciencias naturales” y me había gustado mucho.

-¿Pero "El pampero" es también una historia de suspenso?

-Sí, hay un clima de suspenso muy bien manejado porque somos casi exclusivamente tres actores en toda la película, dos hombres y una mujer en un espacio acotado como es el de una pequeña embarcación, y uno de ellos tiene algo que ocultar. Pero también hay algo romántico. Mi personaje es un hombre con una enfermedad terminal que decide morir sólo y alejarse del mundo para recluirse en su barco.

Por una eventualidad una chica se mete en su embarcación y se establece una relación de cuidado y amor capaz de decidirlo a regresar a la tierra firme.

-Y también este año volverá a la tevé con "El maestro"...

-Sí, es un unitario que saldrá por El Trece en setiembre u octubre, sobre el universo particular del ballet. Yo soy un bailarín retirado, con muchos problemas familiares, que debe educar a una joven bailarina con mucho talento que quiere perfeccionarse.

-¿Y cómo se preparó para el papel?

-Tuve que tomar clases de danza e interiorizarme, porque es un mundo que yo desconocía. Sin embargo, he aprendido a “camelear” bastante, porque es en definitiva mi trabajo y el de cualquier actor: mentir bien.

-¿Cuáles son los problemas familiares de su personaje?

-Está separado en malos términos de su mujer (Inés Estévez, que también regresa a la pantalla chica para interpretar a una ex bailarina). Y hay un nieto que no conozco, porque es de mi hijo que vive en España, y del que voy a terminar haciéndome cargo por una serie de vueltas de la historia.

Cabe destacar, por otra parte, que “El maestro” marcara la vuelta a la Argentina de Carla Quevedo, la joven actriz que debutó en la película “El secreto de sus ojos” (donde compuso a Liliana Colotto, la chica sobre la que giraba la película de Campanella) y ahí nomás se fue a los Estados Unidos a estudiar actuación. Allí trabajó en las series “Cómo ser soltera” y “Youth in Oregon”, además de “Show Me a Hero” para HBO. Hoy, a sus 29 años, está de vuelta para acompañar a Julio Chávez en “El maestro”.

-¿Es a Carla Quevedo a quien usted debe formar como bailarina en "El maestro"?

-Sí, ella es Luisa, la joven bailarina que quiere perfeccionarse y no acepta a otro maestro que no sea yo. Luisa va a romper de algún modo con la monotonía que aqueja a mi personaje.

-¿Y Juan Leyrado?

-Juan interpreta a mi amigo Mario, un gran aliado y el que me ayuda a montar una escuela de danza en un barrio, algo que hago más por necesidad que por amor al arte.

-Y ahora pasemos al teatro. "Un rato con él", la obra que protagoniza junto a Adrián Suar sigue siendo un suceso en la cartelera porteña. ¿A qué lo atribuye?

-Creo que es una obra blanca, transparente, sobre vivencias, sin elucubraciones raras, donde no somos ni nos hacemos los “cool”.

Aunque “Un rato con él” puede definirse como una comedia, con momentos muy graciosos, también conduce lentamente al espectador por un itinerario de sentimientos y emociones, sin falsas pretenciones y con amabilidad. “Es un teatro más centrado en las vivencias que en los conceptos -sigue Chávez-, sin dar cátedra y, por supuesto, desde el cuerpo”.

-¿Qué piensa del teatro más enfocado en los conceptos?

-Es otra manera de entrar, de viajar por un texto, una obra del francés Koltés, por ejemplo, resulta maravillosa, pero no es el único teatro. Hay más de 7.000 millones de humanos con miradas diferentes.

-¿Cómo fue la experiencia de escribir un texto para usted?

-Nunca lo había hecho hasta ahora y convoqué a Camila (Mansilla) para la aventura. Soy un hombre grande y no me gusta pecar de ingenuo, sabía que iba a montarse en una sala importante como El Nacional y que sería una producción para cautivar a mucha gente, con el desafío de construir un material popular, en el sentido de que cualquiera pueda establecer un vínculo con el mismo.

-¿Un material capaz de seducir a personas que nunca hayan entrado a una sala?

-Puede ser. Quería un espectáculo que no los ahuyentara, que les hablara desde un lugar no peyorativo, pero que también consiguiera sorprenderlos: una aventura riesgosa. Estoy muy satisfecho, agradezco la sala llena para una obra nacional.

-¿Disfruta el trabajo con Suar?

-Absolutamente, se da una complicidad deliciosa sobre el escenario, algo que intuí mientras escribía el texto y no me falló. Adrián es un ser que trabaja con su naturaleza, la pone en escena y trabaja desde allí de forma respetuosa. Ya lo quiero como amigo, tengo una complicidad de hermanos.

-¿No se cansa de tanto trabajo?

-No, al contrario, me es gratificante. Soy un agradecido de tener tanto trabajo. Además soy un privilegiado de poder trabajar de lo que amo, que es la actuación. Y sigo dando clases en mi escuela y también con la pintura, que es mi otra gran vocación.

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