Julieta Ortega: “Creo que esta serie marca un antes y un después”

La actriz encarna a la esposa del villano que interpreta Luis Brandoni en “Un gallo para Esculapio”, la miniserie de ambiente marginal que emiten TNT y Telefé y que atrapa desde su primer episodio.

Entre las grabaciones de la tira infantil "Heidi, bienvenida a casa", donde personifica al Hada de los Dientes, y la atención de su tienda online Jota & Co. que se dedica a la venta de pijamas y ropa de descanso, Julieta Ortega (44) aceptó el reto de componer a la mujer del villano que encarna Luis Brandoni (77) en la miniserie recién estrenada "Un gallo para Esculapio", que con dirección de Bruno Stagnaro se emite los martes a las 22 por la señal de cable TNT y repite los miércoles desde las 23.15 por Telefé.

En la entrevista que sigue, Julieta cuenta por qué deseaba participar en esta miniserie; cómo ha sido la relación laboral con su hermano Sebastián, que la produce, y con el que ha trabajado en títulos exitosos como “Los Roldán” (2004), “El tiempo no para” (2006), “Graduados” (2012) y “Viudas e hijos del rock & roll” (2014), entre otros.

Además habla sobre el estado actual de la televisión argentina y el levantamiento prematuro de “Fanny la fan”, también producida por Underground, la empresa de su hermano Sebastián Ortega.

-¿Cómo es tu personaje en "Un gallo para Esculapio"?

-Yo soy Nancy, la mujer de Esculapio que interpreta Luis Brandoni. Es un delincuente como de guante blanco; está involucrado en la riña de gallos, los piratas del asfalto, pero para tapar todo eso tiene como fachada un lavadero de autos.

Es un tipo que tiene una posición económica muy buena y yo soy su mujer, con la que tiene una diferencia de edad muy grande, una chica de barrio que era la hija de su amigo y tienen un hijo chiquito.

Es una de esas mujeres que viven en un country y que no se termina de entender nunca cuánto es lo que sabe de la actividad de su marido; algunas cosas sabe, otras las sospecha y otras definitivamente no las quiere ver.

-¿Qué te interesó de la propuesta?

-A mí en cuanto me dijeron que la serie la iba a dirigir Bruno Stagnaro, no me importó nada más, ni de qué se trataba ni cuál era mi personaje. Bruno es un director con el que yo definitivamente quería trabajar, en lo que fuese. No dirige televisión hace mucho y este regreso yo quería aprovecharlo, hubiera hecho cualquiera de los personajes femeninos de esta serie.

Más allá de los libros, que a medida que los iba recibiendo veía que estaban muy bien, después la realización tiene otro vuelo. Yo iba viendo las escenas y me daba cuenta de que Stagnaro es de esos directores que hacen la diferencia. Cualquier actor va a querer trabajar con un director así.

-¿Cómo es la relación con Esculapio? En el primer episodio pudo verse una actitud de celos, persecución o paranoia de él para con ella.

-Él es celoso, un tipo muy machista, pero son esos hombres que descuidan también mucho sus relaciones. Son esos hombres que lo que más los enciende es lo que hacen fuera de su casa y después pretende que su mujer le sea fiel, que esté en su casa, que es todo lo contrario de lo que él hace. Pero las mujeres estamos en un segundo plano en esta historia. Se trata de una tira de ambiente muy masculino.

-¿Fue un desafío para vos representar a esta mujer en una situación de cierta sumisión? Sobre todo porque tus papeles más recordables son los de mujeres fuertes, lejos del lugar de la subordinación.

-En “El tiempo no para” creo que hacía de una chica mucho más tradicional de lo que por ahí soy yo, pero sí, este es un papel alejado a mí y es divertido hacerlo por eso. Ni me casé joven, ni fui una mujer de mi casa, ni vivo en un country, ni tengo un marido ni de cerca con esas características.

Después me di cuenta de que hay personas así también, es un tipo de mujer que se conforma con poco; sí, salió del barrio y vive en un country, pero tiene ese marido que, la verdad, es una mierda.

-Aquí volvés a trabajar en una producción de Sebastián. ¿Cómo es trabajar con la familia?

-A mí me encanta. No trabajo todo el tiempo, la gente piensa que trabajo más de lo que trabajo. Yo venía de hacer teatro el año pasado, después hice “Un gallo para Esculapio”, ahora estoy haciendo un programa de niños en Nickelodeon que se llama “Heidi, bienvenida a casa” que nada que ver. En realidad el que decide es Sebastián, porque es él quien me convoca. La clave la fui encontrando con los años.

Lo primero que hicimos juntos fue “Disputas” y ahí, después de comerme un par de garrones, aprendí que la clave era dejarlo a él ser el productor y no usar el asado del domingo para pedirle cosas o contarle situaciones que fueran más allá de lo estrictamente profesional.

-¿Como qué por ejemplo?

-Por ejemplo, si había un malestar por algo en el set, yo sentía que tenía que ir y contarle lo que estaba pasando, como ser la voz de los que no podían. Me di cuenta de que era una mala idea, que él era productor y que si él me venía a hablar de trabajo bien, pero yo no podía estar llevando y trayendo cosas por fuera de los estrictamente profesional.

Es así que nunca volví a pedirle nada. Ni yo ni ninguno de mis hermanos, y creo que eso a él le dio mucha más libertad, porque llama a Luis cuando lo necesita, pero Luis no le va a pedir trabajo. Y a mí me pasa lo mismo.

-Volviendo a "Un gallo...", ¿cuán diferente es para vos como actriz participar de una serie como ésta que, al igual que una película, se graba toda antes de emitirse?

-Es distinto, porque sabés cuándo entrás pero no cuándo te vas. La misma escena se puede hacer dieciocho veces, hasta que no des más.

Es una forma de trabajo más parecida al cine y me parece que uno tiene que entrar sabiendo que eso es así. Se graba en escenarios naturales y esto no es Hollywood, no hay muchos motorhomes para cada actor, a veces te cambiás en cualquier lado, hace frío, la comida no te gusta.

Es la Argentina y se trabaja con un presupuesto que no es el que pueden tener otros países. Son tipos de programas que cuando uno se va a haciendo más grande cuesta más hacer.

-Pero el resultado es algo diferente.

-Por supuesto, el precio es ese, pero el resultado es que vas a terminar formando parte de algo que tiene otra calidad. Lo mismo pasa con series como “El marginal” o “Historia de un clan”.

-¿Esta modalidad de trabajo la sufrís?

-Cuando tengo ganas de trabajar con un director me la banco. “Disputas” fue así también, llegábamos y Caetano (el director de aquella serie) rompía el libro y decía “esto no me gusta, vamos a ver, esperen”, se tiraba en el sillón y escribía una escena en el momento.

Con “Okupas” fueron de los primeros programas en los que yo me sentaba y decía “esto es una película”, donde había un componente creativo que no estaba en otros programas.

Hoy, que no tengo tantas ganas, me encanta también ir a los estudios de Martínez (de Viacom-Telefé para “Heidi”), porque se graba rápido, es una fábrica.

-Ficciones como las que nombrabas no abundan actualmente. ¿Cómo ves la tele argentina? ¿Cómo viste lo que pasó con "Fanny la fan"?

-Me parece que el nivel de lo nuestro fue en ascenso. Cuando estás compitiendo con series como las que ahora están al alcance de todo el mundo en Netflix y todas las cosas que te podés bajar, tenés que pensar en otra forma de hacer y de ver la televisión. Soy consumidora de algunas series y entiendo que hoy el nivel de algunas superó ampliamente al cine.

Hay actores que antes nunca hubieran hecho televisión y ahora están todos haciendo series. La televisión no es más lo que era antes, en ninguna parte del mundo.

Con respecto a lo que pasó con programas como “Fanny la fan”, el otro día le pregunté a mi hermano cómo se sentía y me dijo “a mí el canal me da todo, sé que estoy compitiendo en un canal líder y sé que si el rating es poco me van a sacar”.

-Pero la sensación es que la paciencia fue poca.

-La paciencia fue cero, mucho menos que en años anteriores con programas que no funcionaban. Antes se esperaba hasta cinco meses y ahora fue uno. Pero me parece que es así, son las reglas de juego. Por suerte los actores de “Fanny...” no se quedaron sin trabajo, porque se sigue unos meses más para la plataforma digital.

Para el ego es una cagada trabajar en un programa que dura un mes, pero es una profesión en la que un día metés un golazo y otro te preguntan qué estás haciendo que no te ven en ningún lado.

-¿La ficción argentina en televisión entonces va más por el lado de las miniseries como "Un gallo..."?

-Fijate que estas miniseries, no solamente las que hace Underground sino también las que hace Pol-ka, son todas coproducciones. Si hoy un productor no se asocia a TNT, a Netflix, a HBO, no puede producir este tipo de ficciones. Me parece que ese es el camino, por eso hoy nadie las hace solo.

-¿En qué momento de tu carrera estás?

-Yo sigo curiosa. Ahora estoy haciendo “Heidi”, porque es algo que nunca había hecho y me encanta. Nunca fui una persona con un especial hambre de estar, de que me estén viendo. Tal vez esa madurez la tuve siempre, nunca estuve corriendo detrás de una zanahoria.

Sinceramente los programas que cambian tu carrera deben ser tres en toda tu vida. Uno no está todo el tiempo haciendo programas maravillosos; algunos son para pagar las cuentas y son dignos, te gustan y te divierten, pero no van a ser un antes y un después. De esos hay pocos.

Hoy llega el segundo

La trama de “Un gallo para Esculapio” arranca con Nelson (Peter Lanzani), un muchacho humilde de Misiones que viaja a Buenos Aires trayéndole un gallo de riña a su hermano, aunque no lo encuentra, y su búsqueda lo lleva hasta Chelo Esculapio (Brandoni) un gallero y jefe de una banda de piratas del asfalto que pudo tener algo que ver con su desaparición.

Ambientado en vecindarios populares, ferias a cielo abierto y calles de tierra entre el barrio porteño de Liniers y el oeste del conurbano bonaerense, el primer capítulo doble de la miniserie se vio el martes pasado a las 22 por TNT y repitió al día siguiente a las 23 por Telefé, mientras que Cablevisión Flow ya tiene a disposición de sus suscriptores los ocho episodios de forma simultánea.

Esta noche TNT estrena el segundo capítulo, que se verá también mañana por Telefé.

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