Juego libre y con cosas simples para el desarrollo del niño

La pedagogía Pikler sostiene la necesidad de que los padres den seguridad y autonomía al niño para que adquiera confianza, pero deben prodigarle los cuidados cotidianos con respeto y afecto.

Juego libre y con cosas simples para el desarrollo del niño
Juego libre y con cosas simples para el desarrollo del niño

Permitir que el niño pequeño se mueva, explore y juegue libremente es la clave para el desarrollo de una persona más activa y segura de sí misma. Para ello es necesario que los padres no sean quienes los guíen en sus procesos sino que el chico tenga iniciativa propia, con autonomía y de acuerdo a sus tiempos. Por el contrario, los progenitores deberán tener un rol activo en cuanto a prodigarles los cuidados cotidianos con respeto, afecto y dándoles un espacio seguro. Es habitual que los adultos se apuren a ayudarlos pero es necesario que el niño sepa que es capaz por sí solo de obtener sus propios logros y reconocérselos.

Es lo que sostiene la pedagogía Pikler sobre la cual el viernes y sábado pasados se realizó el seminario "El valor del juego libre: desarrollo del pensamiento y el aprendizaje durante los primeros años de vida". El lugar elegido fue el hospital Universitario y los destinatarios fueron 200 profesionales y estudiantes de la salud y de la educación. En este marco disertó la pedagoga húngara y referente de esta concepción, Eva Kálló, integrante de la Fundación Pikler-Lóczy y de la cual participaron también referentes locales.

Este método  propone el desarrollo global del niño (motriz, emocional, cognitivo y psíquico), teniendo como pilares el respeto, la seguridad y la autonomía. En este proceso el adulto acompaña y asegura al niño, para que él mismo pueda desarrollar sus potencialidades a partir de sus características individuales.

Esta filosofía es aplicada en Argentina desde hace 20 años, además de tener presencia en otros países como Alemania, Hungría, Austria, Italia, Francia, España, Suiza, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y gran parte de América Latina.

Kálló señaló que "esto más bien es un enfoque, una aproximación, una manera de mirar al niño. No es un método, como en una receta, en la que uno pueda seguir ciertos pasos, como quien está haciendo una torta. Exige una identificación profunda con esta mirada del niño y que el adulto tenga confianza en su capacidad, por una parte pero, además, que considere su propio rol para que pueda ayudar de manera indirecta y trabajar para que el niño se sienta bien, tenga confianza en el adulto y tenga confianza en sí mismo".

Desde el nacimiento y hasta los 6 años es la etapa en la que debe aplicarse este enfoque por parte de los padres pero que cuentan con el apoyo de algunas instituciones -jardines maternales e institutos- que siguen esta concepción.

Así, los pequeños serán más autónomos, más creativos, con menor angustia que aquellos criados en un clima "tradicional" ya que, de acuerdo a este último, los adultos tienen tantas expectativas puestas en ellos que terminan actuando de acuerdo a éstas.

Explicó que Emir Pikler -quien concibió esta idea- postulaba que la capacidad de ser activo era innata en el niño y que podía realizar ciertas actividades aún desde muy pequeño sin la intervención educadora del padre. En este sentido es que destacaba lo positivo de que fuera independiente al momento del juego. Sin embargo, para que esto ocurra es necesario que se den ciertas condiciones, entre las que el cuidado por parte de los padres -especialmente de la madre-  es fundamental. Hay una relación directa entre la calidad de los cuidados y la capacidad de movimiento y competencias del pequeño. Es por eso que estos y el desarrollo de su motricidad son los pilares de esta concepción.

Pablo Yáñez, licenciado  en Kinesiología y terapeuta en Neurodesarrollo, indicó que los cuidados  diarios que se realizan tantas veces al día suelen hacerse de manera automática, rápida para pasar a otras actividades, mientras que bajo esta mirada el niño "es un compañero y no alguien que atender; se le avisa lo que se le va a hacer o se le pide colaboración. Hay que hacerlo siempre de la misma manera, en los mismos lugares, con palabras similares y evitar que se asuste".

En cuanto a la motricidad, se trata de que no dependa del adulto; "se lo acompaña no sometiéndolo, no imponiendo sino respetándolo y negociando".

Para el momento del juego el chico debe estar cómodo, en un lugar cálido y seguro donde no haya restricciones, algo habitual en los hogares donde hay por ejemplo escaleras o enchufes. Por ello debe dársele ese espacio en el que se le ofrezcan juguetes simples que pueda utilizar de acuerdo a su imaginación y no aquellos con botones y luces que no le exigen demasiado. Yáñez dio como ejemplo que un buen juguete puede ser un recipiente plástico y una pelota, mientras que no es una buena opción una habitación abarrotada de cosas.

Los últimos diez años comenzó a aplicarse en niños con discapacidad en Alemania y luego se trasladó a otros países, incluso la Argentina. "Hay también cada vez más profesionales que la consideran una ayuda para el tratamiento terapéutico y para la organización de la vida cotidiana de los niños", señaló Kálló.

En Mendoza

En la provincia hay lugares que siguen la pedagogía pikleriana. Varios jardines estatales ubicados en Guaymallén y Las Heras y uno privado, trabajan desde esta perspectiva.

Son referentes locales: el Centro de Psicomotricidad ubicado en San Luis 151 de Ciudad así como la Asociación de Psicomotricistas del Oeste, cuyo teléfono es 4201669.

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