Jorge Marziali: Esperando para despedirlo en su tierra

Luego de su repentina muerte en Cuba, se están realizando los trámites para traer su cuerpo a Mendoza. Habrá un homenaje en la Legislatura.

Nadie podría haber imaginado un final más simbólico: el cantautor mendocino, el trovador que cantó a los oprimidos,  falleció el patriótico día 9 de julio mientras visitaba la tumba del Che, frente al mausoleo que guarda los restos del revolucionario argentino en la ciudad de Santa Clara, Cuba.

Había viajado a la Isla para participar del festival del Caribe, junto a otros argentinos, entre los que se cuentan Silvia Zerbini y Pocho González.

Marziali subió al escenario de Santiago de Cuba el viernes 7 y concluyó su actuación entre aplausos con su canción “El niño de la estrella”, dedicada al Che.

Aquí, en Mendoza, compartió hace unas semanas escenario con su compañera, Marita Londra. Participó, antes de su viaje a Cuba, en el video que insta a la comunidad a asistir a la sentencia del cuarto juicio de la Megacausa por delitos de Lesa Humanidad en la provincia. La coherencia, pues, ha sido una constante en su vida, y sus palabras en defensa de los derechos humanos ahora resuenan como un último y emocionante legado.

Si bien las autoridades de la provincia intervinieron para realizar los trámites correspondientes, los restos de Marziali aún permanecen en Cuba. “Es un proceso bastante lento. Se está gestionando a través de la embajada en ese país. Estamos a la espera de la confirmación de la fecha para que podamos ir a buscar los restos”, declara Diego Gareca, secretario de Cultura.

El funcionario viajará personalmente junto a los hijos de Marziali para escoltar el cuerpo de Cuba a México y de allí a Buenos Aires para arribar finalmente a Mendoza.

Una vez de regreso, se ha ofrecido a los familiares realizar un acto público en la Legislatura provincial, como despedida en su tierra.

Al maestro poeta: gracias por la coherencia

Por desgracia para mí, no fui amigo de Marziali. A pesar de ello, sí tuve el placer y el honor de intercambiar algunas palabras con el maestro-poeta en un par de inolvidables momentos de mi vida.

Al enterarme de lo ocurrido, me sentí intensamente conmovido. Lloré. Lloré mucho.

Con cierto alivio, comencé a ver en las “redes sociales” que no éramos pocos los conmovidos. O sea, los movidos ‘con y por’ Marziali.

Por no ser amigo, escribo estas palabras en carácter de ‘fan’ según la moda. Como fanático según la expresión socio-cultural tradicional ‘criolla’, como él elegía.

Prefiero decir que comparto estas palabras de inmenso dolor como admirador.

El poeta-cantor me acompañó desde mis jóvenes veinte años. Hace casi cuatro décadas. El maestro andaría por sus treinta primaveras, y me deslumbró con esa pasión infinita que nos transportaba  a nuevos mundos cuando él comenzaba cada tema.

“Buen día, yo soy de lejos, vengo de parte... mejor no voy”, decía el ciego del subterráneo. “El ciego me está mirando y he visto por su canción... los secos que andan abajo y arriba gran chaparrón”. Soy admirador del maestro-poeta, porque mirarlo y escucharlo fue admirarlo inmediatamente, necesariamente... inevitablemente.

Parafraseando y citando a otros 'faros-poetas' constituyentes de mi vida... qué puedo yo escribirte comandante... "si el poeta eres tú". 
Para qué llorarte... si "morías comenzando a vivir".

Quién se atreve…  “ahora” a criticarte, si siempre dijiste…  “yo me muero como viví”... bello-necio-militante de la vida, de la justicia y de la igualdad.

Y sí. El muy coherente hijo de su madre, se murió como vivió. Con esa pasión con la que viven los que... “se beben la vida de un trago”.

No se murió como los que sólo perduran. Como los que solo transcurren por la vida. Él honró la vida, hasta su último segundo. Él murió cómo vivió. Mal que nos pese y “nos duela hasta el aliento”... no poder verlo hoy, abrazado a una guitarra.

Y sigo llorando. Lloro y escribo. “No hago otra cosa que pensar en ti, y no se me ocurre nada”.

¡Aayyy!, maestro-poeta-compañero... así, todo junto, como me gustaba escribirte por Facebook. ¡Ayyy!, maestro amado: ¡cómo duele no poder mirarte!

Pero bueno... lo que tampoco se puede, es dejar de Ad-mirarte. ¿Y sabés por qué no se puede?... poeta menduco-moronense-intergalático... ¿Sabés por qué no se puede?

¡Por tu coherencia!

No pudiste con tu genio, sabio poeta. No podías morir como nosotros, los mortales. Tuviste que hacerlo "ahí". ¿Dónde más?
Imagino que miraste para los costados y pensaste: "¿dónde más morir, sino aquí?".

En el... Monumento a la Coherencia.

Imagino también que “sentiste” a Marita, a lxs amigxs, tus hijxs y... a la patria chica. Seguramente fue así. Pero tu coherencia gritaba… . “dónde más morir?...”.

Y “pensaste” una vez más... “Qué se puede hacer en este mundo incendiado... sino cantar”... y... entonces... sencilla y complejamente... fiel a tu esencia... ¡te dejaste ir!

Te preguntaste... qué más se puede hacer en este mundo... “con palabras des-habitadas”... y te respondiste... “se puede morir coherentemente”.

Así. Sin vueltas. Sin dolor. Sin fin. Como un hijo de la lágrima.

¡Y sin anestesia!... como era tu costumbre.

Por eso nos duele tanto a nosotros... los que seguiremos Ad-mirando “tu vida-obra” hasta nuestro último suspiro.

Queda claro entonces... que sos in-mortal. De hecho, te las ingeniaste para no morir. Sólo te fuiste hasta allá para hacer una siestita menduca en “Nuestra Amada Isla Utopía”.

Está claro que elegiste no morir. Sólo te recostaste “ahí” un ratito.

“Al ladito” del “Che”.

Hasta Siempre “sub-comandante” Marziali.

Hasta Siempre... Sabio-Maestro-Poeta-Compañero.

Hasta Siempre.

Su admirador

Javier Vaquér
Ex Director de Cultura, Del Municipio de Godoy Cruz.

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