Illia y los 30 granaderos que lo defendieron

Hoy se cumple el cincuentenario del derrocamiento del presidente constitucional Arturo Umberto Illia, quien había sido electo en 1963 con el 25% de los votos y la proscripción del peronismo. La Argentina de los ’60 era irrespetuosa de la Constitución Nacional y un grupo de generales de la Fuerzas Armadas encabezó un “movimiento revolucionario” con el objetivo de derrocar al presidente.

Los rumores de golpe comenzaron el viernes 26 de junio de 1966…

Aliberto Rodrigáñez Riccheri tenía entonces 32 años; como teniente primero del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuerpo encargado de la escolta presidencial, cumplía funciones en la Casa de Gobierno como jefe del destacamento de Guardia junto a dos suboficiales y 28 soldados granaderos que hacían su servicio militar. Lleva en su sangre la de aquel Rodrigáñez que, en 1813, obsequiara su caballo bayo al coronel San Martín previo al combate de San Lorenzo y la del general Pablo Riccheri, ministro de Guerra que en 1904 recreara el Regimiento y estableciera el servicio militar obligatorio.

Rodrigáñez reunió a sus hombre en el Patio de las Palmeras y ordenó reforzar la guardia y cerrar las puertas en actitud de resistir en defensa de la investidura presidencial y el orden democrático.

“De aquí puede ser que nos saquen a la fuerza, pero con las patas para adelante”.

Si bien, usando sus propias palabras, era “ilusorio proponer resistir con treinta granaderos, con sólo su armamento individual, era la actitud que cualquier oficial en mi situación hubiera adoptado”, estaba decidido a cumplir con su deber junto a sus hombres. Reunido en el despacho con el presidente Illia, el jefe de la Casa Militar, políticos y dirigentes radicales, se le ordenó excluir toda posibilidad de resistencia ponderando su “valiente actitud”.

Sin embargo, cuando se presentó el teniente general Julio Rodolfo Alsogaray acompañado por el coronel Luis Perlinger en la puerta de calle Rivadavia, Rodrigáñez lo recibió y se negó a acatar la orden que le diera aquél de replegar la Guardia. Acompañándolo al despacho del Presidente fue testigo del diálogo que mantuvieron Alsogaray e Illia: “Dr. Illia, le comunico en nombre de las Fuerzas Armadas que ha dejado de ser Presidente de los argentinos”.

Serenamente, luego de profundo silencio, rodeado de enfervorizados correligionarios, Illia respondió:“No general, en nombre de las Fuerzas Armadas no. En todo caso en nombre de un grupo de generales que usted representa”.

Luego, según manifiesta Rodrigáñez, Illia le indicó las razones por las que era presidente de los argentinos mostrándole un ejemplar de la Constitución Nacional, acusándolos de actuar como “salteadores nocturnos” y advirtiéndoles que se arrepentirían ante sus hijos de lo que estaban haciendo(1).

El teniente de Granaderos recibió luego otra intimación a retirarse de la Casa de Gobierno, esta vez en forma grosera: "Si ustedes no se retiran los sacaremos a patadas en el culo". Naturalmente la respuesta fue otra grosería que Rodrigáñez (por decoro) no dio a conocer.
Illia permaneció en su despacho varias horas más, pese a las reiteradas invitaciones que se le hacían a dejarlo, hasta que luego del ingreso a Casa de Gobierno de la Guardia de Infantería de la Policía Federal se retiró acompañado de una multitud hasta la puerta de Rivadavia, donde abordó un taxi.

Luego para Rodrigáñez Riccheri nació la “leyenda” al visitar al Dr. Illia en casa de su hermano Ricardo, allí encontró a un grupo nutrido de radicales de primera línea que lo saludaban con mucho afecto. Definió su conducta: “Quiero aclarar que, si en lugar del Dr. Illia hubiera estado el General Perón hubiera hecho lo mismo”.

Estas declaraciones fueron aprobadas y felicitadas con muy buen ánimo y el comienzo de la Historia que lo rodea y de diversas publicaciones laudatorias en varios medios con datos erróneos y distorsiones frecuentes, desde equivocar su grado, su edad y escribir mal su apellido.

Su actuación fue valorada por muchos y no compartida por otros en el ámbito militar. Para algunos fue una “compadrada” que podía haber costado la vida a 30 granaderos... No consideraban que entre ellos existen principios, como el del cumplimiento del deber, superiores a la vida misma. Para otros, fue una figura a destacar pues plasmaba el ideal del joven soldado profesional ajeno a la influencia política. Así lo expresa el mismo Rodrigáñez Riccheri quien insiste en destacar que no actuó solo.

Sin embargo la historia siguió su curso y existen en la actualidad proyectos de reconocimiento para aquellos que defendieron las instituciones democráticas en el momento que les tocó actuar, con la hidalguía y el honor que su función exigía…

1) El General Alsogaray fue padre de un hijo muerto en Tucumán en 1975 en el Operativo Independencia; formaba parte de la guerrilla subversiva.

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