Historias de té: el Samovar, de Rusia al mundo

Esta clásica tetera tiene la particularidad de hervir agua para preparar el té y la mantenerla caliente.

Hoy nos vamos a dedicar a una tetera muy especial: el Samovar. Este implemento, característico de la ceremonia rusa del té, fue inventado entre los siglos XVII y XVIII. Sin embargo recién a fines del siglo XIX tomar el té se volvió una tradición popular.

Hasta mediados de ese siglo aún era un lujo reservado únicamente a la aristocracia por su alto costo. La masificación del consumo del té, del uso del samovar y el arraigo de ambos como emblema nacional, fue un proceso cultural donde incluso escritores rusos afamados como Pushkin, Gogol, Tolstoi o pintores como Mikhail Klodt tuvieron intervención.

Aunque no lo creas, el té en Rusia es tan importante como el vodka.

El samovar no tiene el formato de la clásica tetera que usamos en casa. Hierve agua para preparar el té y la mantiene caliente (del ruso “samo” -“por sí mismo”- y varit -“hervir”-).

Se compone de un recipiente de cobre (u otro metal) que contiene el agua. En la parte inferior hay un surtidor para servirla. En el centro cuenta con un tubo en el que se aloja el combustible con el que se mantiene la bebida a una temperatura constante y caliente, aunque los más modernos remplazan el combustible por una resistencia eléctrica.

En la parte superior del recipiente hay un espacio para colocar la tetera que también mantiene temperatura. Esta tetera contiene té muy concentrado (llamado “zavarka”) que se sirve en la taza y luego se va diluyendo (a gusto) con agua caliente del samovar. Más allá de su función a la hora de preparar té, el Samovar está fuertemente ligado a la identidad rusa.

En 1778 se fabrica en la ciudad rusa de Tula el primer samovar, ciudad cuna de armas y samovares. Era muy fácil de manejar y calentaba el agua más rápido que la clásica tetera. Por otra parte mantenía la temperatura del agua durante mucho tiempo.

Estos atributos, sumados al aprecio creciente por el té y la necesidad de incorporar símbolos a la identidad cultural rusa, fueron el motivo del éxito y popularidad del samovar, llevándolo a convertirse en un atributo indispensable de la vida cotidiana. Tradicionalmente los samovares se hacían a mano y estaban a cargo de artesanos.

Posteriormente su fabricación fue en serie y de menor complejidad. Los recipientes se estandarizaron y las formas se simplificaron.

A pesar de que la vorágine del mundo actual ha llevado a que la costumbre de tener un samovar en cada casa rusa se haya perdido, aún sigue habiendo gente que dispone de uno de ellos y prepara su té siguiendo la tradición. Aún en nuestro país hay quienes lo utilizan pues se consigue en versión moderna a través de la web.

Esperamos que hoy hayas aprendido algo nuevo.

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