Gracias por la música (online)

Claudio Barros - cbarros@losandes.com.ar

Hay formas sencillas de ser feliz y escuchar música es una de ellas. Claro, me refiero a cuando se escucha lo que a uno le gusta y no diré nada sobre los que pasan en auto con música a todo volumen o viajan en el transporte público sin usar auriculares. En fin, el eje aquí no es qué escuchamos sino cómo lo hacemos.

Los que peinamos canas en la barba somos los que más cambios hemos vivido. Pasamos desde pedir a nuestros padres que nos compraran un vinilo hasta compartir casetes con amigos. Luego llegó el CD, el grabador de CD y luego la música digital. Parece que fue hace un siglo pero sólo pasaron unas pocas décadas hasta llegar a hoy, en que la música online manda en un mercado que no alcanza a entender cómo adaptarse, pero sabe que puede quedarse al margen.

¿Escuchás música online? Si la respuesta es no, sólo diré que te estás perdiendo un mundo de sensaciones -valga el recurso musical- y si la respuesta es sí, probablemente estés usando Spotify.

La plataforma ofrece muchas ventajas para todos los bolsillos. Spotify es gratis y hay que bancarse la publicidad, o se puede pagar y cuesta menos de 40 por mes, con la ventaja de poder escuchar sin conexión y moverse libremente por la aplicación. Es una de las más populares en el país pero no la única. Antes de su llegada -hablando siempre de servicios legales- estaba Deezer que aún funciona muy bien y a buen precio.

También las grandes marcas vieron un negocio y se sumaron. Apple fue pionero cuando empezó a vender canciones a un dólar y ahora ofrece suscripciones por menos de 10 dólares. Google también ofrece lo mismo para sus usuarios y la oferta se amplía cada vez más.

Claro que hay quienes buscan hacerse un lugar en un mercado saturado y dice “Yo también”, y se lanzan al ruedo de los servicios gratuitos y sin publicidad. El caso más reciente en Qroom, una aplicación que es puro minimalismo. Se nutre de YouTube y ofrece como fondo el video de la canción, en un entorno tan limpio que no dejan a la mano ni los controles de volumen. No pide registrarse ni cobra por el servicio y eso es siempre un gancho para el usuario.

Echando mano también al contenido ajeno nació Tubeats, otra forma de escuchar música gratis y sin publicidad. Aprovecha el contenido musical de YouTube como Qroom, pero además arma categorías de música basándose en las listas de Spotify. Este servicio sí pide registro pero ofrece la ventaja de guardar nuestras búsquedas y compartirlas con quienes tengan gustos similares a los nuestros.

Recientemente -y antes de que estas dos que mencioné- se había lanzado Wefre. Es una plataforma que también usaba el contenido de YouTube para desarrolladores y extraía la música para que el usuario la escuchara gratis y sin publicidad. Wefre, al igual que Qroom y Tubeats, extrae el sonido y lo pone a disposición del usuario con un formato visual propio, pero sin almacenar en sus propios servidores ningún contenido musical.

La estrategia legal que usan es la que ya han cuestionado muchos artistas y a Wefre le costó el cierre del sitio por un tiempo antes de volver a funcionar.

Pero la vida no está llena sólo de lo que deseamos escuchar sino también de aquellos sonidos que oímos y nos agradan pero no sabemos quién los interpreta. Para esto también está internet.

De la mano de Shazam y SoundHound, por nombrar solo dos ejemplos, podemos pedirle al dispositivo que nos diga qué es esa música que nos entró por los oídos y se nos quedó en la cabeza.

También las aplicaciones fueron evolucionando y ahora no sólo nos dicen quién canta, o a qué disco pertenecen, sino también dan la posibilidad de sumar la canción a otras apps como Spotify o contarnos qué escuchan nuestros amigos. Como todo en la vida, esto también tiene un lado malo.

Los puristas del sonido afirman que la compresión de audio en los sitios online hace perder calidad a la música y llevan razón. Sin embargo también hay que admitir que somos oyentes sin entrenamiento. ¿Cuántos de nosotros compramos auriculares de buena calidad o equipos de alta fidelidad para apreciar las capas musicales en una canción? Más allá de qué y cómo escuchamos, somos música ya sea que la toquemos, la produzcamos o la tarareemos.

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