Franco Grassi: “El consumo de aceite de oliva aún no repunta”

El empresario también dice que a los pequeños productores les cuesta mucho acceder a créditos. Tampoco advierte mejoras para el sector olivícola.

Franco Grassi es un pequeño productor olivícola en la provincia. El empresario asegura que el bajo consumo de aceite de oliva y la poca promoción del sector no colaboran para su desarrollo. De hecho, Grassi cree que en la provincia faltan oportunidades.

-¿En qué consiste esa falta de oportunidades?

-La provincia no ha explotado del todo su marca. Yo soy muy mendocino, tenemos buenas tierras, agua sin contaminar, paisajes preciosos; todas esas ventajas no han sido totalmente explotadas. Si la imagen Mendoza estuviera mejor vendida en el exterior, seguramente todos los productos de esta tierra podrían comercializarse al doble de los precios actuales.

-¿Cómo está el sector de la industria olivícola?

-Siguen los problemas coyunturales de siempre.

-¿A qué se refiere?

- Es pobre en cuanto a nivel de consumo. En el país se consumen menos de 100 gramos per cápita de aceite de oliva al año; por lo menos si consumiéramos un litro al año sería 10 veces más de lo que hay ahora en materia de consumo. La ventaja que tiene el mercado interno es que hay más gente educada para consumir aceite de oliva premium, que a nuestro nivel nos da para vender toda nuestra producción. Más allá de nuestra situación puntual, no creo que el clima de negocio para el sector vaya a cambiar.

-¿Por qué?

-No soy muy optimista, sobre todo en la parte de exportación. En nuestro caso no vendemos afuera porque no nos dan los números y hemos tenido oportunidad de hacer broker de compra y venta, pero para hacer eso tendríamos que desatender otros focos de la empresa y nuestra actividad a nivel personal.

El problema de la exportación no era que estaba difícil  en la década anterior con las liquidaciones de divisas, ya estaba complicada la situación mucho antes de las restricciones; los altos costos hacen muy difícil poder vender afuera. Lamentablemente no podemos competir con nadie, entonces el que vende cercano al costo tiene que adulterar, y son cuestiones que se dan desde hace años en la base de la cadena.

-Y ustedes, ¿dónde venden su producción?

-En el mercado interno, en las cadenas como supermercados no hemos estado porque nuestra producción es pequeña.

-¿Cuánto producen?

-Alrededor de 15 mil litros anuales. Tenemos una clientela directa. Antes vendíamos en un portal promocionado por el INTI a través de la web y ahora es por e mail. Afortunadamente tenemos bastantes clientes en el país por la participación en ferias, allí hemos hecho clientes y les enviamos los pedidos por encomienda.

El punto donde está situada la fábrica es de mucho tránsito ya que está ubicada entre Rivadavia, Junín y San Martín, pero además hay mucho turismo rural en esa zona, donde también tenemos venta al público. Realizamos turismo rural con una visita previa a la fábrica y le mostramos a la gente que viene cómo es el proceso y consumen algunos de los productos que hacemos.

Además del aceite de oliva también tenemos conservas vegetales, como cebollines en vinagres caseros, melange de pimientos con semillas de mostaza, semillas, frutos secos, también tenemos almendras, nueces e higos. Tenemos tres hectáreas en Ingeniero Giagnoni, en Junín.

-¿Cuál es el objetivo de ustedes?

-Tenemos el objetivo de vender envasado 40 mil litros de aceite, lo que pasó es que teníamos ese plan hace unos años atrás cuando iniciamos el proyecto y no llegamos por las dificultades del contexto. Por ejemplo, nosotros no podemos ir a comprar 50 palets de botella de vidrio porque financieramente es mucha plata y no existe crédito para micro empresas o pymes.

-¿Y el Fondo de Transformación y Crecimiento?

-Estuvimos haciendo el intento de pedir esos créditos por dos años con una carpeta.

-¿Y qué pasó?

-Nos siguieron dando vueltas hasta que abandonamos. Hemos recibido ayudas de otros organismos como capacitación o ir a ferias que suman obviamente al crecimiento de la firma, pero créditos para la inversión, mientras más chica es una firma más difícil es la calificación crediticia para obtener buenas tasas. Nos perjudican mucho las tasas tan altas, así como la inflación; en ese sentido no es muy conveniente. Nuevamente los grandes firmas, al tener más capital, pueden obtener mejores condiciones y logran financiamiento.

-¿En todo es mejor tener gran escala industrial?

-Yo diría que sí. No puede ser que existan fábricas donde los gremios quieren publicar el convenio colectivo de las aceiteras que hay en el centro del país, donde procesan tal vez 1 millón de litros de aceite por día con 10 empleados, y acá en Mendoza una de las fábricas más grandes procesa un millón de litros de aceite en la campaña de tres meses con 10 empleados por día; por lo tanto, no se puede pagar lo mismo.

También los equipos de aceite de oliva son más caros que los de otros aceites, como los de girasol, que son tanques y bombas que envían solventes. En el aceite de oliva hay procesos mecánicos, hay que moler, amasar, después centrifugar; toda la maquinaria lleva una gran inversión que cuesta mucho amortizar con respecto a otros aceites. Un empleador aceitero en la zona Cuyo no puede tener los empleados que necesita porque no les puede pagar.

El diferimiento impositivo, si bien ya no está vigente, provocó una grieta enorme y el daño está hecho. El costo interno también se traduce en asimetrías, como lo que se paga en certificación de básculas.

-¿En qué consiste?

-Una fábrica en Córdoba de un millón de litros de aceite y una fabriquita como la nuestra pagan el mismo importe por certificación de básculas; todos pagan $ 25 mil por año, y esa es una de las cuestiones que tenés que pagar. Con Irrigación tenemos que pagar un canon que todos los años aumenta un ciento por ciento de costos, y es imposible. También entre los más chicos hay competencia desleal.

-¿Y cómo es?

-Una familia tradicional de Mendoza dedicada a los aceites daba un curso de degustación e incluía una toma de muestra de cada marca de las principales bocas de expendio de Buenos Aires, Mendoza y el Noroeste y llevaban todas las muestras a analizar al INTI, y todos, el 99,9 por ciento de los aceites, tenían algún tipo de adulteración. Hay ciertas adulteraciones que no son nocivas pero hay otras que pueden ser letales para la salud.

Perfil

Franco Grassi (41), casado, es enólogo. Trabajó en bodegas prestigiosas como Leoncio Arizu y Finca La Celia. Estuvo algunos años estudiando y trabajando en Europa.

De regreso a la provincia, en 2004, comenzó a trabajar con su padre y su hermana en la fábrica de conservas y aceite de oliva. Hoy preside la firma con la marca Roble Grande que caracteriza al aceite de oliva y a toda la producción envasada.

En su tiempo libre se confiesa un padre enamorado de su familia. Hace unos años comenzó a estudiar batería y es integrante del coro municipal de Rivadavia.

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