Francisco recibió a enfermos de sida y ex niños soldados

En Kampala, el Papa celebró una misa para más de 100.000 personas. Recordó a los mártires de Uganda, símbolo del ecumenismo. Hoy termina el periplo en Bangui.

Kampala. católicos, símbolo del ecumenismo entre ambas confesiones, en una misa celebrada cerca de Kampala.

“Hoy recordamos con gratitud el sacrificio de los mártires ugandeses. Recordamos también a los mártires anglicanos, su muerte por Cristo testimonia el ecumenismo de la sangre”, dijo el Papa desde Uganda, un país que cuenta más de 40% de católicos y 30% de anglicanos.

“Todos estos testigos han cultivado el don del Espíritu Santo en sus vidas y han dado libremente testimonio de su fe en Jesucristo, aun a costa de su vida, y muchos de ellos a muy temprana edad”, añadió Francisco.

El Pontífice celebró la misa en el santuario de Namugongo, cerca de la capital Kampala, donde 45 cristianos fueron martirizados en 1886 por no abjurar de su fe.

Los asistentes estallaron en gritos de júbilo y cantos cuando lo vieron llegar al templo, que se encuentra al aire libre. Más de 100.000 personas habían acudido desde antes del amanecer para asistir a la misa, uno de los grandes momentos de su visita a Uganda.

A la ceremonia también acudieron fieles católicos del vecino Sudán del Sur, en guerra civil, que viajaron doce horas en micro, el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, y su homólogo ugandés Yoweri Museveni.

El testimonio de los mártires, señaló el Papa, “muestra a todos que los placeres mundanos y el poder terrenal no dan alegría ni paz duradera”. “Es la fidelidad a Dios, la honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el bien de los otros que nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer”, agregó el santo padre, invitando a los ugandeses a rechazar la corrupción y la búsqueda de placeres terrenales.

Los mártires honrados por el Papa eran pajes de Mwanga II, rey de los Baganda (1884-1888), uno de los pueblos de la actual Uganda. El monarca consideraba que la influencia de los misioneros europeos debilitaba su poder y destruía las tradiciones de su pueblo.
Además, no perdonaba a los pajes que, influidos por el catecismo, le negaran sus favores sexuales.

Por la tarde, el Papa se trasladará a la pista de aviación de Kololo, en Kampala, donde se reunió con jóvenes ugandeses.

Allí escuchó a una joven mujer, Winnie Nansumba, que nació con VIH y quedó huérfana antes de cumplir 7 años. Sufrió de depresión pero ahora es una activista que promueve la abstinencia antes del matrimonio y la monogamia tras él. Francisco también escuchó a Emmanuel Odokonyero, quien fue secuestrado por el Ejército de Resistencia del Señor y fue detenido y torturado tres meses antes de lograr escapar. Después obtuvo su título universitario.

Francisco les dijo que la fe les ayudaría a sobreponerse a las dificultades. “Superar las dificultades, transformar lo negativo a positivo y orar”, le dijo Francisco a los reunidos.

Se espera que Francisco cambie su mensaje a las preocupaciones geopolíticas cuando llegue el domingo a Bangui, República Centroafricana, en donde la violencia mortal entre cristianos y musulmanes se ha incendiado recientemente a pesar de la presencia de los cascos azules de la ONU.

El LRA es conocido por sus actos violentos: secuestro de niños a los que convierten en soldados o esclavos, mutilaciones y masacres de civiles. Expulsado del norte de Uganda, continúa sembrando el terror en los bosques ecuatoriales de los países vecinos, incluyendo la República Centroafricana.

Hoy, el Papa volará a Bangui, capital de la República Centroafricana.

Ciudad con católicos y musulmanes enfrentados

Bangui, la capital de la República Centroafricana, es una ciudad dividida: unos 15.000 musulmanes están bloqueados en un barrio llamado PK5, del que no pueden salir sin temor a morir a manos de la milicia cristiana conocida como anti-Balaka, que rodea el sector y monta guardia con granadas.

Este es el torbellino de la violencia entre cristianos y musulmanes en que se sumirá el papa Francisco a su arribo hoy a la República Centroafricana, donde espera dejar un mensaje de paz y reconciliación.

La capital de este caótico país de 4,8 millones de habitantes explotó con furia hace dos años, dejando miles de muertos. La violencia volvió a estallar en setiembre, cuando parecía que el país se estabilizaba con la presencia de una fuerza de paz de la ONU. Al menos 100 personas han muerto en los últimos sucesos en y alrededor de PK5, de acuerdo con Human Rights Watch.

Casi medio millón de centroafricanos están desplazados dentro de su propio país; otro tanto han partido a los países vecinos Camerún, Chad y el Congo, según cifras de la ONU. La población musulmana de la capital ha caído de 122.000 a unos 15.000, dice Human Rights Watch.

La intención del Papa es penetrar en el corazón de PK5 para reunirse con miembros de la comunidad musulmana asediada. Existen cautas esperanzas de que el Papa sea capaz de ablandar el corazón de los combatientes acérrimos.

La violencia se remonta a principios de 2013, cuando una coalición de grupos rebeldes mayoritariamente musulmanes del norte del país derrocó al presidente cristiano.

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