Fernando Ariel Carpena: “Me gusta imaginar la novela como un juego de astucias”

El nuevo ganador del certamen literario más importante de la provincia proviene del dibujo, la animación y el diseño de videojuegos. Autodidacta de la escritura, la comprende como un desafío y un territorio para el asombro. Con “Luana, una historia de Áfr

De niño, pasaron delante de sus ojos “Los cuentos de Polidoro”, la colección Robin Hood, los increíbles tapadura de “Mis libros” de Editorial Hispamérica y toneladas de historietas. Creció entre Asterix, Lucky Luke, Nippur de Lagash.

Gracias a una gripe, descubrió el fantasy. “Tenía para una semana en cama y mi madre me compró la revista ‘Humor y Juegos’ que solía traer una sección con fragmentos de libros. Esa vez, venía ‘Acertijos en las tinieblas’ de ‘El hobbit’, el capítulo en dónde se da un torneo de adivinanzas entre Gollum y Bilbo. Me explotó la cabeza”. Se le abrió, entonces, un apetito literario feroz. Y todavía recuerda su infancia bonaerense, el tiempo en que empezó a garabatear historietas con guiones propios y a escribir cuentos cortos.

Hoy, a los 47 años, Fernando sigue sosteniendo que “todo escritor no es más que un lector agradecido por las lecturas recibidas y que comete la osadía de animarse a ver si puede hacer algo parecido”.

Pero al crecer puso pausa a la escritura y se dedicó a dibujar. Por años, hizo cómics, dibujos animados, videojuegos, diseño gráfico, diseño textil.

Hoy, se desempeña como artista de videojuegos para una empresa norteamericana. “Trabajo en mi hogar, en San Rafael, dibujando, pintando y animando para cumplir con los pedidos de mis clientes. Toda la vida trabajé de dibujante, lo cuál es una ventaja en esta aventura de escribir, ya que me permite bocetar personajes e imaginarlos de una forma más corpórea”.

Poco tiempo atrás, retomó su línea narrativa: escribió algunos cuentos de humor y una novela infantil juvenil que tuvo la suerte de ser premiada y publicada por el sello Comunicarte de Córdoba, llamada “Paz y Carbonelli”. “A partir de ese momento, la escritura se volvió parte de mi vida. Trato de dedicarle tiempo, robándole horas al sueño para poder armar las ideas que me rondan en la cabeza”, sincera.

Todos tienen algo

Fernando nació en Buenos Aires pero desde hace diez años vive en San Rafael. Su imaginario se forjó con “las aventuras increíbles de Julio Verne, pasando por la imaginación cruel de Roal Dahl con sus fábricas de chocolate y sus brujas, los mundos de Michael Ende, la bellísima épica de Liliana Bodoc, los horrores de Lovecraft y de Poe, los problemas de detectives de Sherlock Holmes o del Padre Brown y los caminos del héroe que planteaba Tolkien o Frank Baum con su Mago de Oz”.

Estudió Publicidad pero siempre fue un autodidacta del dibujo y de la escritura. “Cada autor me aporta elementos para desarrollar un estilo personal y, a su vez, al provenir de un ambiente fuertemente influenciado por la animación y el cine, tengo que darle un importante crédito a la dinámica intensa de los largometrajes animados de Pixar y su criterio de ver la realidad desde otra óptica. Creo que, tanto en ‘Paz y Carbonelli’ como con esta obra ‘Luana, una historia de África’, intenté aplicar este punto. La descripción de una realidad desde un lugar distinto”.

Al nacer la novela

El primer disparador para escribir “Luana” fue el nacimiento de su hija. “Mi trabajo anterior había sido dedicado a mi esposa y, al nacer Sol, le prometí, cuando la tuve en los brazos, una novela dedicada a ella y con un mensaje que le sirva para su vida. Asique ahí el compromiso quedó planteado”.

- ¿Cómo trabaja la inspiración?

- Trato de observar los problemas presentes en la sociedad e intento escribir sobre ellos de un modo tal que no opaquen, bajo la forma de moral impuesta, el espíritu de aventura y diversión que le quiero imprimir al texto. La aventura por sobre todo; luego el mensaje subyacente entre las líneas, listo para ser trabajado en colegios o en las casas, conversando entre la familia.

- ¿Cuál es el conflicto de la historia de "Luana"?

- Puntualmente, el conflicto concreto al que quería apuntar en este relato es esa triste creencia, tan presente en estos tiempos, de que no todo el mundo importa, de que no todos tienen algo para aportar. Los personajes que desfilan por sus páginas demuestran lo contrario: todos tienen sus roles para desempeñar en la novela, grandes o mínimos, pero sólo gracias a que todos hacen lo que les toca, es que se puede llegar a un final feliz. Más allá de que pueda ser una lectura entretenida (y espero que lo sea, porque ya de por sí eso es todo un honor lograrlo), me interesaba ahondar en ese tema.

Fernando diseñó el relato con minuciosidad:  construyó alrededor del tema una estructura amable, con intriga, acción y personajes empáticos. “Ojalá la novela llegue a muchos sitios y movilice muchos pensamientos”.

- ¿Cómo fue el proceso de escritura?

- Lento pero sin pausa. La había concebido inicialmente como un guión para una película de animación, por lo cuál no va a ser extraño notarle ciertos elementos muy visuales, pero luego fue mutando hacia una novela juvenil.

En general me sirve mucho (luego de decidir el conflicto principal)  crear los personajes antes de empezar a escribir, armando sus personalidades con sus fortalezas y sus defectos. Eso me sirve de mucha ayuda a la hora de las situaciones, porque simplifica sus reacciones ante eventos concretos: un personaje que tenga, por ejemplo, el egoísmo como principal característica, va a tener una reacción muy específica ante una situación de riesgo, distinta a un personaje concebido como valiente. Que luego haya vueltas de tuerca y los roles se modifiquen ya tiene que ver con las sorpresas de la trama que buscan sorprender al lector.

- ¿Y cómo pensás a ese lector?

- Inteligente, por sobre todas las cosas. Con ganas de pasar un buen rato. Si viene a visitar las páginas de mi trabajo, con todas las alternativas que deja de lado para hacerlo (y cuando hablo de alternativas hablo de tablets, celulares, televisión, videojuegos, etcétera) tengo que esforzarme en ofrecer algo que lo haga reír y pensar, que lo haga sentir feliz de haber elegido la opción de leer por sobre todo lo demás, de jugar con él y de desafiarlo.

Este desafío -dice- le genera el compromiso de mover las piezas de la historia en busca de la sorpresa, el asombro.

“Me gusta la idea de imaginar esto como un duelo de astucias, como un juego en dónde quien lee trata de anticipar lo que va a pasar y luego voy yo y le cambio el panorama, recuperando elementos puestos al comienzo de la novela o generando alianzas o traiciones inesperadas entre los personajes”.

Leer sin edad

- ¿Cómo ves el panorama de la literatura infantil juvenil?

- Mi opinión apunta a lo que veo en las librerías y en los colegios. El año pasado estuve en algunos colegios de Córdoba trabajando con los chicos en base a la novela “Paz y Carbonelli” y las preguntas que me hacían me dejaban deslumbrado. Lo habían trabajado muy bien, con mucha profundidad y con total comprensión de su intención.

Veo muchos chicos leyendo, veo muchos docentes aprovechando la gran oferta de material para trabajar en clase con mucha inteligencia e integrando artes y veo títulos que se le animan a temas de los que antes no se hablaba. Veo que las Ferias del Libro Infantil Juvenil son un éxito, que desbordan gente y que las secciones de las librerías dedicadas a este sector de la literatura son cada vez más acogedoras y con mayor variedad de títulos.

Siempre creyó que la buena literatura conocida como juvenil puede ser leída y gozada por los adultos.

“La literatura juvenil va logrando de a poco lo que las películas de animación ya han logrado: que el público adulto se acerque a ella sin vergüenzas ni temores. Uno también se ha convertido en público objetivo de ese arte. A eso aspiro: a que cada vez más títulos estén escritos con la sencillez necesaria para poder ser asimilado por todas las edades. Que contenga, al mismo tiempo, un mensaje latente y poderoso que nos deje ese texto en la cabeza incluso luego de haber cerrado la última página”, expande.

Fragmento

El camaleón meneó la cabeza. Pero cuando iba a responder, el ñu se detuvo, olfateando el aire. Apenas quedaban breves rayos de sol y no se veía demasiado, pero sintió que algo alrededor los acechaba.

- Kalahi... ¿qué ocurre?

No hubo tiempo para respuestas. Una sombra se lanzó hacia ellos a toda velocidad. El ñu echó a correr en frenética huida, mientras Batul intentaba aferrarse a las crines de su amigo. Giró sus ojos para entender la amenaza. Una mirada feroz, un rostro felino lleno de manchas redondas y unos dientes afilados se acercaban cada vez más, deslizándose como una flecha entre los pastizales.

- ¡Gremio de Actores, Nibaal! ¡Gremio de Actores! ¡No está permitido comernos! -gritaba Kalahi a viva voz, mientras se esforzaba en la carrera. Pero Nibaal, el guepardo más antiguo del parque, no escuchaba... o no quería escuchar. Seguía la persecución con toda su energía, hambriento.

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