Exportaciones: preocupante retroceso

El deterioro de nuestro comercio exterior se explica básicamente por políticas económicas nacionales y no por problemas mundiales. La responsabilidad es nuestra, no de los demás.

En los diez meses transcurridos de este año hasta octubre, las exportaciones argentinas han tenido un retroceso del 16,5% respecto de igual período del año anterior. Las importaciones por su parte cayeron 10,6%. Como consecuencia, el superávit comercial se redujo en 39% y no ha caído más por la fuerte restricción existente para importar.

Ese superávit es la fuente genuina de los cada día más escasos dólares que necesita la economía. Varias consideraciones son necesarias para una correcta comprensión de este fenómeno.

Hoy existe un amplio consenso en el mundo en que el aumento del comercio exterior es el principal motor del crecimiento económico en los países emergentes, en la últimas tres décadas. Un dato es más que ilustrativo al respecto: en 1985 se exportaba en el mundo el 17% de todo lo producido, en tanto se estima que el próximo año ese porcentaje alcanzará el 40%.

Aquí hay que consignar un dato muy importante: el comercio mundial sigue creciendo, a pesar de los problemas de algunas economías de los países avanzados. Este hecho refuta los habituales comentarios de los funcionarios del gobierno que atribuyen la caída de las exportaciones a la situación económica internacional.

Otro hecho a tener en cuenta es que el retroceso en las exportaciones argentinas de este año se explica por un mayor descenso en las cantidades exportadas, y en mucho menor medida por una disminución de los precios de los productos exportados. En tanto que la disminución de las importaciones se explica totalmente por reducción de las cantidades; importamos menos bienes.

Por otro lado lo que está ocurriendo no es un fenómeno de este año sino que será el tercero consecutivo de baja. Las exportaciones alcanzaron el valor, en 2011, de 84.000 millones de dólares, mientras se estima que cerrarán en alrededor de 74.000 millones.

Como consecuencia del dispar comportamiento de las exportaciones de nuestro país respecto del mundo, hemos perdido participación en el total del comercio mundial; tenemos una porción pequeña de la torta. Ilustra la situación el hecho que este año estamos retrocediendo al quinto lugar en el ranking de América Latina, después de México, Brasil, Venezuela y Chile; el año pasado estábamos cuartos; nuestros vecinos trasandinos nos pasaron. No hace falta recordar que las exportaciones de nuestra provincia son similares a las que registra el conjunto del país. Vinos, aceite de oliva, ajos, uvas, conservas de frutas, frutas frescas, todas ellas tienen números negativos.

La pérdida de participación de mercado en el comercio internacional se registra tanto para los bienes intensivos en recursos naturales, como para los industriales “made in Argentina”. Las pérdidas económicas que esto significa ha sido cuantificadas por algunos especialistas y las conclusiones sorprenden.

En el caso del primer grupo de bienes si Argentina hubiera mantenido la participación que tenía en 1998, hoy las exportaciones serían 30.000 millones de dólares más que las registradas. En el segundo grupo, considerando sólo las exportaciones de 1998 a los países de América del Sur, podríamos estar exportando 20.000 millones más. Entre ambas, dos tercios de lo que se exportará este año.

El retroceso exportador tiene causas claras. Un reciente trabajo del IERAL dice que la pérdida de “exportabilidad” es, en realidad, la punta de un iceberg en el que la parte no visible se corresponde con la escasez de inversiones, de actualización tecnológica, debilitamiento de la interacción con los mercados internacionales.

Todo consecuencia de políticas económicas que se han acumulado en el tiempo como el fuerte aumento de la presión tributaria sobre toda la economía y más aún sobre las exportaciones, las mayores trabas para operar en el mercado de cambios, brecha y el atraso del tipo de cambio, las restricciones para operar en el comercio exterior, el deterioro en la infraestructura  y los conflictos con nuestros principales socios comerciales.

Se concluye que la devaluación del peso de enero no produjo efectos como muestran números que hemos comentado. A esto hay que agregar un enorme desajuste de los precios relativos que desalientan la producción. Concluye el IERAL que recuperar el terreno perdido implica al menos revisar la política tributaria, los cupos de exportación y los problemas de infraestructura y transporte.

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