Estambul: 30 argentinos en medio del infierno

Se salvaron por minutos de estar en el sector del aeropuerto donde kamikazes mataron a 45 personas y dejaron 239 heridos. Testimonios escalofriantes.

Salieron desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y tenían como destino final distintas ciudades europeas. En todos los casos, estaba previsto que hicieran escala en la ciudad turca.

En medio del atentado que sacudió el aeropuerto internacional de Estambul el martes a la noche (ver nota abajo), comenzaron a aparecer las historias de los argentinos que estaban en tránsito en la ciudad turca y que viajaban hacia ciudades como Barcelona y Nüremberg, entre otras, a través de Turkish Airlines.

Fue el caso, por ejemplo, de Cintia Tomino, que había partido desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, a las 23.10 del lunes 27 y tenía como destino final la ciudad alemana. Para eso debía pasar primero por Estambul, cerca de ocho horas, y luego continuar su viaje.

“Estábamos en tránsito, la mayoría de los que estábamos allí teníamos avión más tarde y no sabíamos qué hacer; algunos iban a París, Madrid o Barcelona. La aerolínea no se hacía cargo y del consulado no nos respondían”, contó a la señal TN Tomino.

Y describió la situación: “Éramos unos 20 argentinos que intentamos estar juntos, nos ayudamos entre todos; nadie nos atendía los teléfonos. La gente quedó muy alterada, nadie hablaba inglés, no informaban nada. La gente escuchaba y corría para un lado y el otro, todos desesperados”.

Según relató, el avión donde viajaba ella llegó a las 23.30 hora local, es decir más de una hora después del atentado suicida.

“Aterrizamos y nos hicieron pasar por otro lado. Nos salvamos por poco”, contó angustiada.

Al momento de la comunicación, la joven se estaba subiendo a un colectivo con otro grupo de argentinos para ir a un hotel en el centro de Estambul, todo por cuenta de ellos.

Un caso similar fue el de dos chicas de 20 años que estudian filosofía en la Universidad Nacional de La Plata. También por Turkish Airlines, habían partido desde Ezeiza con Barcelona como destino final, donde iban a estar un mes. Tenían 9 horas de tránsito en Estambul. Llegaron 15 minutos antes del atentado suicida.

El padre de una de ellas contó que, cerca de las 21.30 hora argentina del martes, la línea aérea les había dado un hotel al grupo de diez argentinos. Un rato antes, habían estado varados, en medio de la desesperación, esperando que apareciera el cónsul.

En los últimos tiempos, los vuelos hacia Estambul, desde Argentina, aumentaron sus ventas debido a las promociones de operadores locales que tienen pasajes más baratos hacia Europa, con escala en la ciudad turca.

Testigo del caos

La argentina Candela Glikin, de 24 años, estaba en el aeropuerto de Estambul cuando se desató el infierno. Junto con su novio estaban haciendo una escala de algunas horas hasta tomar otro vuelo a Dinamarca.

Poco después de bajar del avión en Estambul se dio cuenta que algo estaba mal. Caminó apenas unos pasos en tierra firme y una avalancha de gente, con rostros demudados, corría desesperada.

“Teníamos una espera de ocho horas en Estambul, pero íbamos a ir a un hotel porque Turkish Airlines te lo provee cuando comprás el pasaje. Cuando vimos que se nos acercaba toda esa gente, comenzamos a correr y terminamos todos en la manga de un avión. Había nenes llorando, gente mayor desesperada y en el medio nosotros que no entendíamos nada de lo que pasaba ni de lo que decían. Sí pudimos entender la palabra bomba”, contó Candela en una entrevista con Radio Latina desde el aeropuerto, al que volvió para ahora sí volar a Copenhague.

“Decían algo de armas y bombas; nosotros sentíamos terror. Tuvieron que pasar horas hasta que conseguimos tranquilizarnos y que la situación se normalizara. Tardamos horas para ingresar al país y que nos sellaran los documentos”, continuó.

Luego, Candela contó que todos los que eran argentinos, cerca de 30, se juntaron en uno de los rincones del aeropuerto, que consiguieron ponerse en contacto con los funcionarios del consulado argentino en Turquía y que fue la funcionaria del consulado, Graciela Ratto, la que se acercó y se ocupó de la situación.

“Fuimos al consulado para comunicarnos con nuestras familias, para tranquilizarnos. Después fuimos para el hotel. El aeropuerto es gigante y a la salida vimos mucha sangre, estaba todo roto, lleno de vallas. Lo que más me impactó fue la sangre en el piso. La cantidad de gente corriendo. No escuchamos nada, sólo gritos. Me la pasé llorando toda la noche, fue terrible”.

Antes de finalizar, y a punto de abordar un nuevo vuelo, Candela contó que en el aeropuerto la actividad se estaba normalizando y que respecto a los destrozos del día anterior no se veía nada: “Como si no hubiera pasado”.

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