En política siempre hay que animarse a lo nuevo

En política siempre hay que animarse a lo nuevo
En política siempre hay que animarse a lo nuevo

La política implica llevar a cabo acciones para conseguir objetivos ligados al bienestar general. El instrumento con que cuentan las democracias son los partidos políticos, que expresan la diversidad de ideas a partir de las cuales se arman plataformas y programas de gobierno. A veces los partidos llegan al poder solos; a veces un mismo partido puede expresar un abanico interno de diferentes ideologías, como ocurre en la Argentina con el peronismo, y a veces los partidos construyen coaliciones, como ocurre en muchos lugares del mundo, como son los casos de Chile o Alemania. Las coaliciones entre partidos políticos pueden ser más o menos permanentes. Hay países en los cuales las coaliciones duran por décadas y hay países donde se reformulan en cada período. Si se hacen las cosas correctamente, la Argentina que se viene puede beneficiarse del armado de nuevas y buenas coaliciones que pueden ser muy positivas para los desafíos que deberemos enfrentar.

Hay ejemplos de países a los que les fue muy bien gobernados por coaliciones. Acaba de constituirse el tercer gobierno de Ángela Merkel, líder de la Democracia Cristiana alemana, quien desde noviembre de 2005 ha estado a cargo del gobierno. A partir de la fundación de la República Federal Alemana en 1949, los cancilleres o primeros ministros alemanes sólo han podido gobernar mediante alianzas.

xclusivamente así es que han sido capaces de alcanzar las mayorías necesarias para ser favorecidos en el Bundestag, el Parlamento del país. Konrad Adenauer, demócrata cristiano que fue el primer canciller, estableció una coalición con el Partido de los Demócratas Libres (FDP), un pequeño partido conocido como “los liberales” que han sido árbitros históricos de estas alianzas. Desde entonces, este país devastado por la guerra ha logrado, a partir de estas coaliciones entre partidos, gobernar sin problemas y ser tercera potencia económica del mundo. Unido a eso, tienen políticas de Estado que son sagradas y jamás se les ocurriría estar cambiando el rumbo del país cada pocos años.

De la experiencia alemana podemos decir que lo positivo de las coaliciones es que permiten ampliar las bases de sustentación de un proyecto político, tanto para acceder al poder como para conformar lo que llamamos una “coalición gobernante” que permita gobernar con fortaleza para llevar adelante un programa que resuelva los múltiples problemas que tiene un país o una provincia.

Quizá nunca lo hayamos pensado así pero el peronismo, que ha gobernado en la mayoría de los años de democracia en la Argentina a partir de su conformación en los años 40, es una coalición en sí mismo. En él conviven y han convivido múltiples personas y grupos, muchas veces antagónicos entre sí, que están unidos detrás de lo que ellos llaman un “movimiento”. Esa identidad le ha permitido albergar grupos que van desde la izquierda a la derecha, ser muy competitivo electoralmente y, a su vez, construir fuertes coaliciones gobernantes y tramas de poder, que van desde partidos políticos a sindicatos, grupos empresariales y otros intereses sociales. Algo parecido ha sucedido con el PRI en México que, al igual que el peronismo, conformó una coalición tan poderosa que transformó el sistema político, de modo que la única competencia política posible se termina dando dentro del mismo “partido o movimiento”.

Este concepto de construcción de poder -distinto del alemán-, por ejemplo, fue comprendido por el peronismo en la Argentina y aún sigue vigente. Aspectos de tipo cultural e histórico, unidos al fuerte presidencialismo de nuestro país, tampoco han ayudado a que hoy tengamos partidos políticos fuertes que sean capaces de construir una alternativa política que dé confianza a la población, que favorezca la alternancia. A partir de la reforma constitucional de 1994, la existencia de una segunda vuelta obliga y permite pensar en el armado de coaliciones si se pretende que nuestra Argentina construya la sana alternancia en el poder.

Hoy estamos frente a una gran posibilidad de cambio en el sistema político. Tras más de una década de hegemonía del kirchnerismo/peronismo, se abre la posibilidad de que el espacio no peronista, quizá acompañado por sectores de origen peronista, arme una colación que enfrente al partido de gobierno que, en la realidad, desde hace siete décadas opera como una gran coalición.

Gran parte de los radicales y gente de otros partidos, incluyendo algunos peronistas y fuerzas de centro izquierda lo han advertido, y es por eso que hoy intentan avanzar en una nueva coalición política que sea capaz de enfrentar a la coalición liderada por el Frente para la Victoria. Esto es lo que han advertido muchos radicales y por eso se abre una gran posibilidad para enriquecer nuestro sistema político.

En esta etapa que se viene de la Argentina, las coaliciones van a ser importantes como lo fueron en otras épocas. Es mucho más saludable para el sistema político que se den coaliciones de partidos políticos con transparencia, con un programa y con la debida discusión de los principales problemas que tenemos los argentinos. Como contrario a esto, no sirven las fotos ocasionales que a veces se sacan algunos precandidatos, más bien basadas en un oportunismo político muy de moda en estos tiempos.

En definitiva, al país le sirve que los partidos de oposición debatan y traten de acordar un programa de gobierno y que luego pongan al frente a sus mejores dirigentes. Es bueno que además convoquen a aquellos ciudadanos independientes que puedan sumarse a la gestión.

Como en el ejemplo de Alemania, las circunstancias de un país pueden llevar a que esas coaliciones sean amplias uniendo fuerzas que quizá en otros tiempos no hubieran estado juntas. Sin embargo, las prioridades que demanda la realidad los llama a estar unidos tras un programa en común. Es posible que ese tiempo haya llegado a la Argentina. Sería muy bueno para los votantes tener distintas alternativas para el futuro.

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