El té: paleta de colores

Uno de los temas más interesantes que rodea a esta infusión: las variedades.

En ediciones anteriores te hemos contado qué es el té, qué no es té y un poquito de su historia. Hoy nos adentraremos en uno de los temas más interesantes que rodea a esta infusión: las variedades.

Una premisa general para obtener té de buena calidad es que la cosecha sea manual, donde sólo se obtienen el brote, primera y segunda hoja de la planta.

Luego de la cosecha, la hoja es sometida a procesos que generan alteraciones en sus componentes originales y esto deriva en cambios de color y sabor del té.

Uno de los eventos más importantes al momento de modificar los componentes de la hoja es la oxidación. Explicándolo de forma sencilla, mientras menos procesos sufra la hoja del té, menos se alteran sus componentes y tendrá características distintas a la hoja que pasa por mayor procesamiento.

Por lo tanto, la hoja de té proviene de la planta Camellia Sinensis, pero de acuerdo al camino que siga después de la cosecha, es la variedad de té que generará. Y es así que aparece la “paleta de colores”.

Existen 6 variedades distintas de té: blanco, amarillo, verde, azul, rojo y negro. Hoy nos ocuparemos de los tés menos procesados.

Té blanco: con muy poca (casi nula) oxidación y procesamiento. Se elabora a partir de tiernos brotes nuevos (hojas que aún no se abren) de la planta y, eventualmente, también primera y segunda hoja. Los brotes se distinguen por ser hebras plateadas con vellos delicados.

Su variedad más famosa, compuesta solo por brotes, se llama “Aguja de plata” (Silver Needle, en inglés), justamente por el aspecto plateado y fino de los mismos.

Su calidad es excepcional y conserva los mejores componentes del té. Su sabor es suave, apenas dulce y con notas florales; mientras que su color es amarillo pálido y muy claro. Es difícil de maridar sin opacar su delicadeza.

Té amarillo: es levemente oxidado. Originario de China y dueño de un procesamiento complejo, es muy difícil de conseguir, lo que lo hace costoso. Contiene brotes. Por estos motivos fue, y aún es, un té de élites en China. Su sabor es dulce, con notas de miel y manzana y el color de la infusión, amarillo verdoso.

Té verde: al igual que el té blanco, las hojas de lo que se transformará en té verde tienen muy poco (casi nulo) procesamiento y oxidación. Los más famosos provienen de China y Japón, aunque el proceso productivo no es igual en esos países.

Algunos tés chinos famosos son el “Longjing” y el “Gunpowder”. De Japón, “Genmaicha”, “Gyokuro” y “Matcha”, por nombrar sólo unos pocos.

La hebra suele ser color verde, aunque varían sus tonalidades. El color de la infusión pasa por los tonos amarillos verdosos.

En boca, en términos generales, aparecen notas vegetales.

La semana que viene te hablaremos del resto de las variedades.

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