El precio del atril vacío

¿Quién ganó y quién perdió anoche en el debate presi- dencial? ¿Cuánto resignó el ausente candidato oficialista y favorito en las encuestas? ¿Hubo un vencedor nítido por sobre los restantes entre los cinco participantes? Las preguntas son inevitables; las respuestas, inciertas. No caben más que consideraciones.

Primer ganador, aunque no con toda la transparencia que podría desearse: nuestro sistema democrático, cualquiera sea la valoración de la trascendencia que en términos de decisión del voto pueda tenerse a cerca de un debate. Se trató, sea como sea, del primero entre candidatos a la Presidencia en la historia argentina, en particular de los últimos 32 años de la democracia postdictadura.

El último y frustrado intento había sido en 1989 cuando Carlos Menem -peronista favorito- dejó la silla vacía frente al radical Eduardo Angeloz.
Anoche no hubo una silla vacía sino un atril vacío, el segundo desde la izquierda vista la pantalla de frente. Ese vaciamiento que provocó

Daniel Scioli es el principal cargo que puede hacérsele al candidato oficialista, que amparó y justificó su faltazo en la falta de una ley con reglas claras para un debate de esta magnitud.

Aunque, en el fondo, y como seguramente habría sucedido con cualquiera de los otros cinco si estuvieran al frente de las preferencias, se tratara más de un cálculo político-electoral: cuánto gano y cuánto pierdo. La presencia de Scioli anoche en el Luna Park en el cierre de un festival de rock al momento del debate, lo dice todo.

Pero tampoco deja de asistirle razón cuando en los días previos desistió de asistir ante el riesgo de tener que afrontar alguna trapisonda de sus rivales, en medio de una campaña que se ha caracterizado por su vuelo bajo en términos de definiciones, pero no así de “guerra sucia”.

La decisión de los organizadores de mantener en pie el sexto atril, junto con la obsesión del primero de los dos moderadores por marcar en al menos cinco ocasiones la ausencia de Scioli y definir las situaciones económica, social y educativa del país en base a datos al menos polémicos, no hicieron más que provocar en uno de los principales asesores sciolistas consultado anoche por este diario: “Estos datos terminan por confirmarnos lo acertado de nuestra decisión de no asistir”.

Del debate en sí, más allá de una estructuración que no permitió el debate entendido como la discusión mano a mano de propuestas, una primera conclusión: Sergio Massa apareció como el más sólido, en base a la claridad de sus propuestas, aun cuando muchas de ellas sean polémicas; y aun, también, cuando recurrió a ese golpe de efecto de silenciar 16 segundos la pantalla para hacer sentir la ausencia de Scioli.

Ultima consideración: ¿quién les dijo a los responsables de prensa de Argentina Debate que los periodistas de la prensa gráfica podemos cubrir un debate viendo las pantallas instaladas en el lugar, no viendo en directo y en el lugar? ¿Por qué esos mismos responsables dieron un trato preferencial a periodistas de otros medios gráficos que pudieron ingresar al aula magna de la Facultad de Derecho?

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