El muralismo se afianza como una señal de Mendoza

El “museo a cielo abierto” en que se está convirtiendo, gracias al impulso de algunos municipios, atrae a más artistas. Dicen que así se refuerza una identidad cultural.

La cultura es parte del ADN de cualquier ciudad. Las acuarelas que se observan en el frente de las casas del porteño barrio de La Boca van acompañadas indefectiblemente por bailarines de tango en la calle.

O la arquitectura colonial de la ciudad amurallada de Cartagena (Colombia) no puede separarse de las palanqueras colombianas (mujeres negras vestidas de colores que llevan una fuente de frutas en sus cabezas). Son parte de su identidad y hacen a su cultura.

El jueves terminó en Quito (Ecuador) la conferencia de la ONU sobre urbanismo, denominada Hábitat III, que estableció como objetivo para 2030 hacer a las ciudades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

Y en esto la cultura ocupa un rol fundamental, ya que sin ella “no existirían las ciudades como espacios de vida dinámicos; serían tan sólo construcciones de hormigón y acero proclives a la fractura y a la degradación social”, según el informe presentado por la Unesco en la conferencia.

Durante los últimos años, en Mendoza los murales han pasado a ser una “seña” cultural. Dejaron de ser identificados con la “clandestinidad” -pintarlos a escondidas- a lucir en espacios urbanos significativos. “En Godoy Cruz hay un museo a cielo abierto, con más de 200 murales y una ordenanza que permite realizar murales. En el mundo ya conocen a Mendoza por el muralismo y hay mucha gente de afuera que quiere venir a pintar acá”, destacó el artista Natalio García (conocido como Cees), uno de los referentes de este arte en la provincia.

“Los diferentes movimientos de muralistas y los encuentros que se han realizado en Mendoza han reforzado este arte como identidad cultural y el intercambio notable que ha ido dejando la llegada de diferentes artistas de otros países le ha dado una diversidad aún mayor de expresión a nuestros muros”, agregó el muralista lujanino Germán Legrand, quién representó a Mendoza en el último encuentro nacional de muralistas.

El arquitecto e investigador Ricardo Ponte, por su parte, destacó la necesidad de darle aun mayor impulso y lugar a este arte para hacer “más amigable el microcentro, por ejemplo”, y también se refirió a otros dos elementos que son fundamentales en la identidad cultural mendocina: las acequias y la necesidad de declarar un casco histórico.

A cielo abierto

A lo largo de casi toda su extensión, la ciclovía de Godoy Cruz está acompañada por murales, que van desde homenajes al rock hasta el cine argentino. En Ciudad, al lado de la Legislatura y sobre Peatonal Sarmiento, otra obra que homenajea al General José de San Martín llama la atención de cualquier transeúnte.

Lejos parecen haber quedado aquellos días en que el muralismo era algo que debía hacerse a escondidas, únicamente en paredes abandonadas y al borde del derrumbe o en los bordes de los zanjones.

“El muralismo da rasgos distintivos a una ciudad, a la sociedad. Es una expresión y al estar en la calle, son de la gente y se los apropian. No es la obra de un artista que queda en su casa o expone en el museo, sino que los murales son de todos”, destacó Cees poniendo énfasis en su rol social.

En algunas casas o negocios, algunos dueños también se han animado a cambiar la monótona pintura por un mural. No obstante, y más allá de todo lo que se ha avanzado, aún queda mucho por hacer. “En 2010 tuve la posibilidad de ir a Europa a pintar y noté que la única diferencia que tenemos se ve en los recursos. Allá a los artistas se les dan grúas, pinturas de calidad y distintos recursos para pintar edificios, por ejemplo, contó García.

“Mendoza posee una rica herencia cultural como resultado del proceso de mestizaje a lo largo de su historia. El muralismo es una de las expresiones artísticas más provocadoras e insistentes a la hora de promover nuestra cultura, ya que posee la particular condición de estar dirigido a un sector muy amplio del público. Si bien siempre el arte sobre muros fue poco considerado en comparación con la pintura de caballete, con el tiempo esto se fue perdiendo y el pueblo se identifica más con los murales, se siente parte y se anima a convivir bajo un museo a cielo abierto”, agregó Legrand.

Más colores

Para Ponte, lo cultural es clave a la hora de determinar la identidad de una ciudad. Sin embarco, destacó que faltan políticas públicas que permita impregnar y ampliar los espacios en los que se respire cultura: “Ha crecido muchísimo, pero hay como una carencia de la plástica en la ciudad. Por ejemplo, hay un mural blanco, impecable, que pertenece a un hotel en (calle) 25 de Mayo, entre Sarmiento y Espejo. ¡Y no se aprovecha!”.

A modo de ejemplo, se detuvo en las persianas metálicas de los bancos. “De día están arriba y no pasa nada. Pero de noche las bajan y ese gris es oscuro, frío. ¿Por qué no pintarlas para que de noche se vean más amigables? Que las municipalidades y los mismos bancos organicen concursos para que los artistas hagan sus propuestas, luego se elija una ganadora y no sólo se les dé la posibilidad de pintar sino de llevarse un premio en dinero. Te aseguro que de noche la ciudad sería mucho más amigable si se aprovecharan estos espacios”, analizó el arquitecto, que es investigador del Conicet.

Según destacó, en 1888 Mendoza adhirió a una ordenanza que directamente prohibía pintar de blanco los edificios (a excepción de columnas o vigas). Y esta determinación se reafirmó en 1902 y en 1906. “Viena, Praga y San Petersburgo tienen la misma ordenanza, son las ciudades más hermosas del mundo. Los colores le daban más vida a la ciudad, pero después se fueron dejando de lado y volvieron los blancos y grises”, se lamentó Ponte.

Otra falencia que este patrimonialista destacó en el camino para optimizar la identidad es el ordenamiento. “Si hay una zona de edificios de altura, es absurdo plantar un chalet de dos aguas, y viceversa. No pasa por el ‘torres sí’ o ‘torres no’, sino por el orden, la gestión”, resaltó.

Con respecto a los emprendimientos inmobiliarios, Ponte destacó que es crucial incorporar la tecnología y trabajar en maquetas o simulaciones 3D -como complemento del tradicional plano-, así como también hacer parte a la población al momento de decidir: “No se puede ignorar tampoco el basamento edilicio, ya que es clave para que los árboles puedan expandir sus copas. Todos estos son elementos constitutivos de Mendoza”.

Las acequias y un posible casco histórico

El arquitecto e investigador Ricardo Ponte destacó que en la identidad mendocina juegan un rol trascendental las acequias. “Mendoza tiene una fuerte identidad cultural dada por las acequias. Hoy la Municipalidad de Ciudad está trabajando en ponerlas en valor y también en la idea de sacar cables aéreos y convertirlos en subterráneos”, destacó.

Asimismo, se refirió a la idea de potenciar un casco histórico para Mendoza (algo en lo que también está avanzado la comuna), que incluya parte de la Ciudad antigua y parte de la moderna: “Eso nos permitiría hacer una interpelación a la ciudad, que es la más antigua de Argentina. Tiene 455 años y calles que estaban incluso desde antes de la llegada de los españoles”.

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