El mundo de 2030

La capacidad de anticipación del hombre depende de su percepción del tiempo cronológico pero también mental. Esta doble dimensión temporal quedaba reflejaba en el dicho de un viejo paisano: “¡Qué temprano que se nos está haciendo tarde!”

La política actual se asemeja bastante a esta consideración. Todos los candidatos hablan del futuro pero suele quedar en la mera mención.

Recientemente el Gobierno creó el “Programa Argentina 2030: Pensando el Futuro”, fundamentado en “que nuestro país y el mundo en el que se integra están en permanente movimiento. Los cambios en los patrones productivos, tecnológicos, demográficos que influyen en la composición de los mercados, la distribución del ingreso y las demandas sociales, plantean constantemente nuevos retos”. Y: “Anticipar tendencias y retos es esencial para guiar y sostener el desarrollo; se torna imprescindible delinear una visión del país a largo plazo”. Esto vale en el plano de la intención, pero es preciso darle contenido, pintar esa entidad que aún no existe: el futuro.

Para pensar el futuro propongo un escenario tentativo. El mundo de 2030 asistirá a una serie tan diversa e intensa de cambios no comparable con ningún otro período de la historia, que configurará un orbe radicalmente nuevo e incierto. No bastará identificar las tendencias motrices sino conocer a qué velocidad avanzan. Comencemos por la propia capacidad de hombre para conocer. La inteligencia no es un don que se adquiere con los genes sino un potencial de relacionamiento que puede desarrollarse tanto a nivel individual como colectivo.

El cerebro humano fue el campo de grandes proyectos de investigación interdisciplinaria: Brain Initiative, Human Brain Project, Blue Brain Project, Brain/MINDS, Brain Atlas, y otros de China, Google e IBM. A 2030, se conoce el mapeo completo de la sinapsis humana; modelos computacionales simulan el cerebro y los avances en las ciencias cognitivas alcanzan múltiples ámbitos de aplicación: desarrollo de la inteligencia, sistemas de inteligencia artificial general y específica, computadoras que aprenden, todo con gran impacto sobre la educación y el aprendizaje.

La transición a la sociedad se completó hacia e 2030. La big data -con la genómica como gran aportante- y una nueva generación de supercomputadoras exaflops (100 veces más potentes que las actuales supercomputadoras) abrió las puertas de la investigación científica a las computadoras de un modo inimaginable a comienzos de este siglo.

El concepto de “todo comunicado, en todo el mundo, todo el tiempo” es adecuado para un mundo 2030 híper-comunicado, con redes 6G, poblado de sensores de todo tipo: desde mecánicos hasta biológicos. Se debate si no está “todo controlado” sobrepasando todos los límites de privacidad y derechos individuales.

La estructura productiva y de servicios presentará una fisonomía totalmente nueva con la consolidación de la industria 4.0, de la agricultura 3.0, de la educación 3.0 donde se integran las realidades: física, virtual y aumentada en sistemas de producción globalizados.

Complementado con el potencial disruptivo de la inteligencia artificial, la robótica, los vehículos autónomos, nuevos sistemas de transporte (hyperloop), drones con visión espectral e híper espectral.

Frente a un mundo con 750 millones de personas sin acceso al agua, 2 mil millones sin servicios sanitarios, 805 millones con hambre crónica y 1.300 millones sin electricidad, el nexo agua-energía-alimentación integró un conjunto de problemáticas ambientales, de salud, nutricionales.

El cambio de la matriz energética, pasando de la fósil y nuclear a renovables, nuevos alimentos nutrigenómicos, uso racional del agua y su purificación mediante nanotecnologías, se instaló en la agenda nacional como imperiosa para dar respuestas a las complejas relaciones entre la actividad humana, los ecosistemas y la exigencia de inclusión social, modificando sustantivamente la idea del desarrollo económico separado de la sustentabilidad y la equidad social.

Las crecientes interacciones y sinergias entre múltiples realidades (física, virtual, aumentada, cultural), con las inteligencias artificiales, y un sinnúmero de nuevas formas de vida de la biología sintética, junto a la proliferación de los ensamblajes nano-moleculares, los desarrollos cognitivos, y las tecnologías blandas conformaron un mundo 2030 que no podría haber sido pensado por la ciencia ficción actual.

La computación cognitiva alcanzó todos los aspectos de la vida haciéndose tan indispensable como la misma Internet. Frente a la extrema complejidad de los cambios científicos, tecnológicos, las nuevas formas de organización económica, y a su impacto sobre individuos y sociedades, se impuso la necesidad de generar instituciones “de anticipación” para no ser marginado de la transformación operada en el mundo.

Los impactos sobre las estructuras políticas y sociales de la creciente y acelerada creación de conocimientos, y de desarrollos e innovaciones tecnológicas afectaron más a los países subdesarrollados, con una economía débilmente integrada con la global. Ello requirió una comprensión holística de los problemas y desafíos globales, de su interrelación con las oportunidades, de capacidades locales -actuales y potenciales- y la formulación de visión del futuro que sustentó nuevos tipos de liderazgo.

La incertidumbre y la complejidad de un mundo globalizado no pudieron ser abordadas desde una perspectiva unidimensional y lineal del tiempo. La velocidad de los cambios en el conocimiento científico, en las tecnologías, en sistemas de producción, en procesos y productos y en nuevos modelos de negocios y gestión pública, exigió nuevos sistemas de sistemas de inteligencia colectiva que desarrollaron sinergias por la articulación de bases de datos y todo el aporte de la big data, con software de inteligencia artificial, sumado a una red de expertos en procesamiento de datos e información para generar nuevos conocimientos. Éste puede ser el real desafío de pensar el futuro de la Argentina de 2030.

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