El miedo al fantasma de la marginación

El miedo al fantasma de  la marginación
El miedo al fantasma de la marginación

Carlos Balassanian, sorprende por la madurez con que el autor desarrolla cada una de sus páginas. El miedo al fantasma de la marginación teje una trama obsesiva en la que el humor –agrio humor- y la paradoja, dan la dimensión exacta de lo real.

Es una narración que indaga magistralmente el espacio de la identidad  y socava el lenguaje del relato tradicional con un realismo crudo –el de la memoria- que impacta y desestabiliza todos los estereotipos. Balassanian conversó con Los Andes:

-¿Cómo despierta en vos el germen de la escritura?

-Mirando hacia atrás, creo que hubo tres etapas: En la primaria, especialmente en sexto y séptimo grado, me empezó a gustar escribir relatos fantásticos.

Finalizando la secundaria la poesía fue la manera de expresarme ante el vendaval de amores platónicos, y finalmente a partir de los treinta años, cuando comencé a incursionar relatos de ficción y ensayos de humor e ironía, los cuales sólo compartía con amigos y familiares.

-¿Cómo nació "Te voy contar", tu primer libro?

-Como muchos procesos, no tuvo lógica ni planificación. Corría el año 2002. Yo trabajaba en una punto.com, tenía previsto un almuerzo comercial y el mismo se cancela (estábamos en plena crisis en la Argentina y pleno derrumbe de las punto.com, los almuerzos o reuniones se cancelaban de manera muy frecuente o bien pasaban a ser reuniones de lamento mutuo). Yo estaba a dieta estricta en esa época, y tenía en mi escritorio una caja que decía: “Abrir en casos de extrema emergencia”.

Dentro de la caja había una barra de cereales de 88 calorías, tan gustosa como un pedazo de cartón... el almuerzo duró desde la 1 pm a la 1 pm con once segundos, por lo que hasta las 2 pm estaba libre de compromisos laborales.

Era el 24 de abril. Yo formaba parte desde hacía unos meses de una red en internet formada por primos y tíos unidos por la descendencia armenia, por el apellido y por el fanatismo hacia Boca Juniors (La Red ‘Bosteryí’, que significa bostero en armenio).

Entré entonces al correo personal a boludear un poco, y veo que mis tíos y primos se saludan en conmemoración del genocidio armenio.  Estoy a punto de escribir unas palabras muy sencillas, básicamente de homenaje a nuestros ancestros sobrevivientes.

De golpe, y así, sin planificación, apareció una pregunta en mi mente: ¿cómo habrá sido la llegada de mi abuelo paterno a los 15 años, escapándose del horror, solo y sin ninguna idea del idioma o cultura nueva? Solo, en un barco, a tierras desconocidas, ¿cuáles habrían sido todas las emociones y sentimientos que pudo haber tenido?

Por primera vez en mi vida, pensaba en mi abuelo como en un pibe de 15 años. Fue muy intenso y vívido. Y me puse a escribir. Esa pregunta se transformó en “Llegamos a Buenos Aires”, el primer relato del libro. Corto, muy sanguíneo. Pero todo escrito sobre el mail, ni siquiera en un Word para poder corregirlo previamente. Incluso dudé en apretar “send” porque me parecía demasiado personal, sin embargo lo envié.

Lo escribí en cuarenta minutos, por lo que tuve tiempo para irme a una reunión que me iba a llevar unas tres horas. Cuando regresé, la casilla estaba repleta de respuestas de mis tíos y primos. Todos muy emocionados. Incluso un par de ellos me llamaron al celular (Startac en esa época) y no les entendía lo que decían, por que hablaban lagrimeando.

Lo más fuerte fue que un tío mayor, que vivía en EEUU y que yo no veía desde 1975 viajó a Buenos Aires y pidió verme, me quería conocer por lo que sintió con ese cuento. Decidí entonces escribir un relato cada 24 de abril a partir de 2002. Los primeros cuentos los compartía sólo a nivel familiar, pero de a poco fueron diseminándose en las redes sociales entre amigos y amigos de amigos.

Hoy, doce de esos relatos forman parte de “Te Voy Contar”. Finalmente fue clave que Laura Massolo y su editorial Zona Borde se jugaran por el proyecto, bancando a un ilustre desconocido.

-¿De qué manera plasmás en la novela tu visión de la realidad?

-En general tengo una visión muy crítica, irónica y de alto sentido del humor de la realidad. Aunque ácida por momentos, al final del día mi visión siempre es optimista.

En estos relatos mi visión es más visceral, creo que porque está atravesada por innumerables sensaciones que me acompañan como nieto de sobrevivientes desde muy chico. Imaginate que crecí escuchando estas historias, viviendo esas mesas familiares a puro ruido y alegría, charlas con mi abuela en donde sobrevolaba siempre la tristeza y la angustia pero también la ternura y el agradecimiento por la vida.

Ellos, los sobrevivientes, habían visto lo que los ojos no están preparados para ver, sin embargo eran felices por estar acá en Buenos Aires, delante de hijos y nietos ya sea en el negocio del once, en la mesa de los domingos y en los veraneos con toda la parentela.

Entonces era una situación dual de terror y felicidad. Mi visión quizás sea eso, no se puede separar el horror y la alegría, de alguna manera conviven, en los relatos y en la realidad.

-El recuerdo es una palabra que atraviesa el libro. ¿Qué significa para vos la memoria, y cuál es su relación con la ficción?

-“Vos no te podés acordar de eso”. Escucho esta verbalización (mis amigos agregan el “hijo de puta” al principio, otros el “che” o “juanca” pero siempre se repite) cuando recuerdo algo de nuestro pasado.

Tengo buena memoria. Hace poco vi una película ambientada en el mundo de los espías durante la guerra fría, en la cual un personaje le dice al otro “vos vas a ser un gran espía, porque los raros y solitarios como vos observan todo con más detalle”.

No quiero decir que yo soy raro o solitario, pero puede que haya sido siempre algo “nerd” en eso de la observación. Lo soy desde chico y me ayuda a recordar muchas cosas de mi pasado. María Bjerg (un lujo que he tenido como prologuista) dice que según Pierre Nora la memoria es un fenómeno afectivo y mágico que se nutre de detalles y se alimenta de recuerdos vagos, globales o flotantes, particulares o simbólicos.

Me fascinó esa descripción. Nunca la había leído antes. Creo que la memoria no solo es todo eso, es también una necesidad, un cable a tierra, una luz en un camino  que te guía desde atrás. En este libro la memoria es el eje, y sobre ese eje danzan ficción y realidad sin que haga falta identificar cuál es cuál.

-Uno de los aciertos del libro es la verosimilitud en los nombres de personajes y lugares. ¿Son producto de la invención o se corresponden con alguna realidad?

-Hay un poco de todo. Los relatos en primera persona se corresponden o están inspirados en realidades y vivencias propias y de conocidos. Otros son más ‘militantes’ (ejemplo el relato ‘Herederos del Milagro’) pero en definitiva todos están apoyados en la percepción narrativa de una realidad que atraviesa los relatos, la de mis vivencias como nieto de armenios y la de mis parientes y conocidos que me dejaron sus historias.

-Los pasajes vinculados a 1915 son conmovedores. Más allá de familiares directos. ¿Conociste personalmente algún sobreviviente?

-Cuando era niño, muchos sobrevivientes no familiares venían a tomar mate a lo de mis abuelos o bien a visitarlos en la casona de verano en Mar del Plata.

En la década del setenta ellos eran ya mayores, y se estaban yendo, y siempre recordaban una anécdota del pasado, del genocidio, del exilio, de la llegada a Argentina…fueron los familiares directos (mis tres abuelos en vida, unos tíos abuelos y otros familiares) quienes más me contaron esas historias. Pensá esto, los teníamos en la mesa todos los domingos. Vivíamos y respirábamos sus historias.

-Se acaba de cumplir un siglo del atroz genocidio armenio. ¿Por qué pensás que continúa la polémica por el status de la masacre?

-No lo veo como una polémica. Extrapolando sentimientos, es una razón política y económica de Turquía y en especial de occidente. Las potencias de occidente “necesitan” estar bien con Turquía, por muchas razones que no vienen al caso enumerar. En el pasado fue debido a que los turcos eran una suerte de “tapón” al posible avance soviético.

Hoy es parte clave en el juego geopolítico. Por eso la civilizada y primermundista occidente hace oídos sordos, hagámonos los boludos y a otra cosa. Esta situación es insoportable, hasta hay turcos que dicen que lo que pasó no pasó, que en lugar de un genocidio fue una guerra civil y que “murieron de los dos lados”.

Es como si los seguidores de Hitler estuvieran aún en el gobierno alemán y argumentaran que el Holocausto fue para defenderse del peligro de los judíos. Y que en lugar de condenarlo, el resto de los países lo aceptaran por una necesidad política y económica.

Fue y es triste y frustrante, no obstante el paso temerario que dio el papa Francisco hace unas semanas, la declaración de la Unión Europea nombrando a la masacre como genocidio, el artículo del NYTimes instando a Obama a dejar de hacerse el boludo, etcétera, son indicios que generan esperanza de que en poco tiempo, asfixiado por tanta evidencia, el establishment político turco lo reconozca o al menos lo acepte como lo que fue, una masacre espantosa que abrió el inicio del ´ciclo de exterminios´ del siglo XX, como lo llama María Bjerg.

-¿Cuál es tu opinión relacionada a la Argentina respecto a la tolerancia hacia las comunidades armenias?

-Argentina es el tercer país en el mundo con mayor diáspora de armenios. Argentina fue, es y será una bendición para quienes como mis abuelos llegaron escapándose del genocidio, y el agradecimiento sigue implícito en la comunidad que generaron desde su llegada.

Argentina además siempre se mostró abierta y tolerante con los armenios, al punto que es uno de los escasos 22 países que reconocieron por ley el Genocidio Armenio. Hasta ahora.

-Regresando al plano literario, ¿te animás a proponer tres referentes?

-No obstante haré el intento. Borges, Bioy Casares y Fontanarrosa. Borges por todo. Bioy por “La invención de Morel”, un relato tan corto como perfecto. Y el día que compré y leí “El mundo ha vivido equivocado” del negro Fontanarrosa decidí que en algún momento de mi vida iba a ser escritor.

-¿Un libro que te haya marcado mucho?

-“Ficciones”, de Borges. Lo leí a los 16 años por primera vez. Me sentí la cucaracha de Kafka, porque no entendí nada. La segunda vez me le animé a los treinta, a partir de entonces cada vez que lo leo le encuentro cosas. Es un libro que cambia cada vez que lo leés. Es mágico.

-¿Leés autores argentinos contemporáneos?

-Si, leo mucho argentino contemporáneo. Me encanta hacerlo. Quizás me gusta identificarme con el relato de quienes viven la misma cosmovisión que yo.

-¿Próximos proyectos literarios?

-El recorrido de “Te Voy contar” recién comienza. En principio he optado por dedicarle energía a lo que está generando. En carpeta tengo un nuevo libro de relatos y una novela de ciencia ficción.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA