El joven que vivió la vida y murió en la suya

En 2013, Los Andes narró uno de sus viajes por el océano junto a tres mendocinos. Hace 2 semanas perdió la vida buceando en una remota isla de la Polinesia, donde vivía desde 2012. La historia de un aventurero que vivió “4 ó 5 vidas” en sólo 30 años.

El joven que vivió la vida y murió en la suya
El joven que vivió la vida y murió en la suya

La vida de Christopher McCandless -el joven estadounidense cuyas aventuras se narran en el libro “Into the wild”- marcó a fuego la de Hernán Rikkers (30). Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con McCandless -sobre quien además se hizo una película, “Hacia rutas salvajes”-, poco y nada se ha escrito sobre las travesías del joven nacido en Córdoba, quien vivió una década en Mendoza y desde donde -cansado de la rutina- decidió patear el tablero y vivir para cumplir todos sus sueños.

El viernes 20 de marzo, Hernán -alias “Nan”, alias “El Guapo”, alias “Kakara”- murió en su ley: ahogado mientras buceaba en las aguas de la isla Rarotonga -parte de las islas Cook, en la Polinesia-. Así se ganaba la vida en el archipiélago, pescando especies exóticas para luego vender a acuarios.

“Mi otro hermano (Tomás) y yo sabíamos que algún día nos iban a llamar para darnos esta noticia. Sabíamos que Hernán no iba a llegar a viejo y eso que ya había zafado de varias. Pero murió en su ley, haciendo lo que quería hacer. Si hubiera muerto de un balazo en la cabeza yo estaría como loco pidiendo justicia. Pero sé que si pudiéramos preguntar a Hernán, volvería a hacer lo que hizo. No es trágico morir haciendo lo que a uno le gusta, más si todos nos vamos a morir igual”, sintetiza con alivio y emoción Francisco (36), su hermano mayor.

“Hernán vivió cuatro o cinco vidas que nosotros hubiéramos querido vivir, y lo hizo en una sola. Yo le insistía para que nos contara sus aventuras y le decía que él estaba viviendo por nosotros. Hay dos cosas que lamento: la primera es que se haya ido de este mundo; la segunda es que lo haya hecho sin dejar sus historias escritas. Pero no era lo que quería, nunca le interesó hacerse ver”, agrega su hermano sobre Rikkers, quien en abril de 2013 - junto a tres mendocinos- navegó durante 42 días por el Pacífico, uniendo México con la Polinesia en una de las tantas travesías que “El Guapo” experimentó en su corta pero intensa vida. Hasta una productora local hizo un documental sobre el viaje (ver aparte) que Los Andes contó en una nota hace dos años.

Una vida de aventura

Según su documento, Hernán Rikkers nació en Villa Dolores (Córdoba). Sin embargo, y a juzgar por su filosofía de vida y el recuerdo de su hermano mayor, eso no era más que un papel y si había algo que resultaba irrelevante en la vida de Hernán eran las fronteras.

“El lugar de nacimiento es algo simbólico. Los tres recorrimos el mundo con el buceo. Hernán era más ciudadano del mundo que otra cosa, por eso no lo trajimos a Argentina cuando murió. Hubo una ceremonia muy linda en la isla, con música, comida y bebida”, recuerda el mayor de los Rikkers.

Francisco, Tomás y Hernán supieron despertar en su interior la pasión por la naturaleza y la aventura. “Yo soy marino mercante y estoy en permanente contacto con el agua. Mi hermano Tomás vive en las Islas Canarias y los tres hemos hecho buceo casi desde siempre.

Hernán vivía de eso, pescaba peces exóticos en profundidad, con redes. Siempre amamos la naturaleza, aunque al principio a Hernán se le había dado más por la montaña. De hecho, tiene dos cumbres en el Aconcagua”, continúa Francisco.

Cuando tenía 23 años, ‘Nan’ se cansó de todo. “Se pudrió de la camisa y de la ciudad. Estaba trabajando en Skanska y estaba en segundo año de Ingeniería Industrial, con chances de entrar a YPF. Pero se cansó de ser uno más y se fue por la vida. Al principio estuvo en EEUU, trabajando en centros de esquí, y después se fue a Hawai y se terminó enganchando en el buceo. Fue un proceso que tomó como cinco años”, agrega su hermano.

Los últimos tres años los vivió en la Polinesia, donde también forjó un vínculo especial con la gente de la zona. “Siempre colaboraba con los nativos del lugar. Había una mujer que se encargaba de poner GPS a las ballenas para rastrearlas pero uno de los aparatos se cayó y quedó perdido en la profundidad del océano. Él fue a rescatarlo. Cuando Hernán murió, la mujer bautizó a la ballena que llevaba ese rastreador con el nombre suyo”, cuenta Francisco, una entre tantas anécdotas que tienen a su hermano menor como protagonista.

“La Playa” y la ya mencionada “Hacia rutas salvajes” fueron dos películas que dejaron su huella en el menor de los Rikkers. “En el caso de ‘Into the wild’, le voló la cabeza. Él dejó todo lo que tenía y partió solo con una mochila con ropa. Lo que Hernán se proponía, lo hacía. La enseñanza que me dejó es que no hay que atarse a cosas materiales, y no hay que resignar sueños por estas cosas”, acota.

La tragedia

El viernes 20 de marzo, Hernán Rikkers se encontraba buceando entre los peces en las inmediaciones de la isla Rarotonga, donde vivía. Eso fue lo último que hizo en vida.

“No hay nada confirmado y es probable que nunca se sepa bien qué pasó. Aparentemente, estaba buceando a una profundidad superior a los 60 metros y lo estaba haciendo por segunda vez en el día, algo que no recomiendan. Justamente por eso se le habría hecho una burbuja de nitrógeno que se le fue a la cabeza y allí quedó inconsciente, hasta que se ahogó. No creo que haya sido la primera vez que lo hacía”, cuenta Francisco.

Dentro de la escasa información disponible sobre el hecho, el sitio Cookislandsnews.com resalta, en una nota del 27 de marzo, que la investigación por la muerte de Hernán continúa.

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