El deporte, la educación y los jóvenes

Pasada la euforia del momento y ya en tiempos de balances a más largo plazo, la digna demostración de la escuadra argentina en Brasil debe ser aprovechada en procura de no ceder en el terreno deportivo y la promoción de conductas de vida, que sirven de re

Todavía repercuten en la cabeza y el corazón de miles de espectadores, presentes en los estadios brasileños o a través de la distancia, el honroso desempeño de los jugadores del seleccionado argentino en el torneo ecuménico de fútbol que acaba de finalizar en el vecino país.
Aunque no se ganó el campeonato de la FIFA, meta que ilusionó a deportistas e hinchas por igual, enorgullece en forma unánime la decorosa actuación de los integrantes del plantel, que dieron todo lo que podían y se instalaron en la instancia final luego de casi un cuarto de siglo de frustraciones.

Tomando una cita del entrenador Alejandro Sabella, podemos decir que ciertamente se cruzó el Rubicón, superándose los obstáculos en el camino, como le ocurrió 50 años antes de Cristo al emperador Julio César en su propósito de avanzar sobre Roma. De la misma manera, Sabella y sus muchachos tenían que cortar ese karma de frustradas semifinales luego de 24 años, y lo hicieron con mucha templanza y dignidad.

Como el exitismo nos persigue de manera implacable en determinadas circunstancias de la vida, cuesta aceptar que el segundo puesto es también un logro valioso e importante.

La posibilidad que tiene hoy el país, y en especial la Asociación del Fútbol Argentino, responsable del conjunto que nos representa en cada presentación de la selección, es tratar de consolidar el grupo formado y proyectarlo para llegar de la mejor manera a la próxima competencia mundial, en 2018 en Rusia.

Nos parece que una de las formas de lograrlo sería imitar a Alemania, el campeón indiscutible del torneo, que hace varios años dio un puntapié inicial para llegar a la hegemonía que hoy exhibe. Hace una década llegó a la conducción del equipo germano Jürgen Klinsmann y, junto a él, como ayudante, el actual DT del campeón, Joachim Löw. Se empezó a gestar una nueva visión del fútbol que dio como resultado todo lo que se vio en el mítico estadio Maracaná. Además del entrenamiento y del trabajo táctico, se sumó un plan estratégico para desarrollar el fútbol juvenil, con centros de formación de talentos y escuelas de fútbol en el país. Los resultados están a la vista.

También el de Sabella y sus colaboradores fue un trabajo interesante, con un proceso que se puso en marcha hace 3 años. Pero, de ahora en más, se debe consolidar sólidamente lo conseguido, dado que la selección dispone de una base de deportistas y sólo habrá que preparar a los que se constituirán en la renovación de aquellos que por la edad deban retirarse.

Tal vez a ese punto se haya referido uno de los líderes de esta escuadra vicecampeona, Javier Mascherano, cuando manifestó en el regreso y frente a la presidenta de la Nación, que “nos fuimos con dudas, y volvimos con certezas. Hemos dejado valores para la gente de cómo se debe competir. Ojalá marquemos un camino y podamos seguir”.

Entonces, consideramos que el resultado de este Mundial ha sido francamente alentador. Se logró un sentido de pertenencia por parte de jugadores que son muy cotizados y que juegan en las grandes ligas del mundo pero, sin embargo, se brindaron al máximo con un entusiasmo propio de deportistas amateurs, con hambre de gloria, un espejo en el que seguramente podrán mirarse muchos pibes a lo ancho y a lo largo de la patria. Que, a la postre, de eso se trata en lo fundamental: que el deporte y la educación se conjuguen para la promoción de las futuras generaciones, que será el progreso de toda la sociedad.

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