El ajo, una actividad que necesita apoyo

La actividad ajera sufre los mismos inconvenientes que el resto que conforman las economías regionales. La falta de competitividad es la principal causante pero también se advierte que se está trabajando bien en otros aspectos.

La devaluación del real, sumado a la pérdida de competitividad de los productos mendocinos como consecuencia de la inflación y a los costos exorbitantes del transporte terrestre, han complicado superlativamente a los productores y empacadores de ajo en la provincia. De todos modos hay un hecho alentador y se centra en que los propios actores de la actividad conocen los problemas y saben cómo superar los inconvenientes, siempre y cuando se modifiquen algunas variables en la política económica instrumentada a nivel nacional.

aralelamente, resulta auspicioso que el sector haya comprendido en los últimos años que, trabajando en conjunto, se logran mejores resultados y el hecho de que ya se esté trabajando en un plan estratégico es el mejor de los ejemplos.

Durante mucho tiempo el ajo se convirtió en una de las principales actividades agrícolas de la provincia, junto con la vitivinicultura. A punto tal llegó la situación que la Argentina devino en determinado momento y por varios años en el principal país exportador de ajos del mundo, con la característica de que el total de la producción surgía desde Mendoza. Sin embargo, se concatenaron dos aspectos que generaron que la actividad sufriera un serio golpe: por un lado, el hecho de que Brasil se convirtiera en el principal mercado, hacia donde se dirigía casi la totalidad de la producción, motivo por el cuando las dificultades económicas de ese país -que años atrás solían ser frecuentes- afectaban a la actividad local. En segundo lugar, la apertura de China al mundo y el ingreso de ajo chino también a Brasil, con mejores condiciones de competitividad, también fueron generadoras de problemas.

Dentro de todo y con el trabajo mancomunado de la industria local muchos de esos inconvenientes se fueron superando. Fue quedando de lado la afirmación que decía que el ajo era una actividad con precios "serrucho" en razón de que, cuando un año tenía valor, al siguiente la gente plantaba mucho más y los precios caían y así sucesivamente. Ahora todo es más normal y hay mayor contacto entre productores y empacadores por lo que el futuro es más previsible.

Es necesario consignar que el ajo no es la excepción en lo que se refiere a los problemas por los que atraviesan las economías regionales. Los productos pierden competitividad como consecuencia de una inflación que influye sobre los costos de producción (agroquímicos, elementos de labranza, etc.); incrementos en los salarios de los trabajadores que determinan un aporte importante en razón de que la actividad necesita de mano de obra intensiva y esencialmente el costo del transporte, que es exageradamente alto. Frente a ello, una política económica que mantiene un dólar estable y desfasado respecto del aumento de la inflación. Así las cosas, a los actores de la actividad ajera mendocina les resulta muy difícil competir contra el ajo chino y últimamente contra el ajo español, que ha comenzado a ganar mercados como consecuencia del fuerte apoyo otorgado por parte del gobierno, según se afirma.

Aún así y luchando contra todos esos inconvenientes, este año se alcanzarán 100 mil toneladas de ajo "seco y limpio", según la estimación del Instituto de Desarrollo Rural, lo que determina en los hechos que se haya mantenido la superficie cultivada de ajo colorado y haya crecido la de ajo morado, especialmente en este último caso porque, por tratarse de una variedad de ciclo corto, exige menores inversiones.

Por su calidad, el ajo mendocino ha ganado el reconocimiento en los mercados internacionales, aun a pesar de que continúa con Brasil casi como mercado cautivo. Lo real e importante es que el sector trabaja de manera mancomunada y ya está elaborando un plan estratégico que permitirá, en un futuro mediato, coordinar esfuerzos entre productores y empacadores en la intención de alcanzar las producciones y variedades que exigen los mercados internacionales. Iniciativa que debe contar con el apoyo de las autoridades provinciales a los efectos de que, en conjunto, puedan plantearse mejoras en la competitividad, como una medida que permita reducir los costos de transporte, por señalar sólo un ejemplo. Es mucho lo que está en juego en una cadena con eslabones conformados por trabajadores rurales, productores, empacadores y exportadores.

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