El adiós a China Zorrilla, la gran señora de la escena

La popular actriz uruguaya de vastísima actuación en el cine, teatro y TV de la Argentina, murió ayer al mediodía a los 92 años en la Asociación Española de Montevideo, clínica en la que había sido internada el domingo pasado a causa de una neumonía.

El adiós a China Zorrilla, la gran señora de la escena
El adiós a China Zorrilla, la gran señora de la escena

Concepción Matilde Zorrilla de San Martín Muñoz, más conocida como China Zorrilla, fue mucho más popular que famosa, según ella misma se definía. Porque si bien todos la conocían y habían visto sus películas o sus trabajos para televisión, además de las obras de teatro que varias veces la trajeron a Mendoza, la actriz mantuvo resguardada su intimidad al punto de convertirla en un misterio al que prácticamente nadie tuvo acceso.

No tuvo hijos y nunca se le conoció pareja estable, aunque alguna vez reconoció que en los años 50, cuando vivía en Nueva York, había tenido un romance con el actor estadounidense Danny Kaye, con el que nunca llegó a buen puerto porque el actor era casado y no tenía intenciones de separarse. Sin embargo China siempre comentaba en las entrevistas que se había tratado de “el hombre de su vida”.

En otra ocasión, ante la pregunta infidente de un periodista sobre su vida amorosa, China respondió elípticamente: “Alguna vez estuve comprometida y hasta tuve un noviazgo formal, pero en el fondo yo estaba obsesionada con el teatro. No podía dejar el teatro. Pero sepan que he amado mucho y me han amado, creo. Aunque ya no hablo de eso”, dijo sin dar nombres.

Vida teatral y de película

Lo que todos conocen de China es lo que ella transmitió a través de su extensa y bella vida, que transcurrió entre su Montevideo natal, su infancia en París, su formación teatral en Londres, su paso por Nueva York y su vida adulta en la Argentina. Etapas todas en las que no dejó de trabajar, crear, actuar y llenarse de anécdotas tan luminosas como pintorescas que iba desgranando como perlas en cada charla pública o con sus innumerables amigos.

El mismo Carlos Perciavalle, que no dejaba pasar más de dos días sin visitarla en su casa de Buenos Aires donde siempre vivió sola, se encargó en el último tiempo de dar a conocer dos de esas anécdotas que no salieron de la boca de China. Una es la del taxista al que China le habría prestado 37 mil pesos, luego de que éste le contara que le estaban por embargar la casa. “China acababa de cobrar un juicio y cuando la fui a buscar porque venía con toda esa plata junta, abrió la cartera y me dijo que le quedaban nada más que tres mil pesos porque había tomado un taxi y el taxista le había contado que le iban a rematar la casa”. Algunos años después, ese mismo taxista tocó el timbre en el departamento de China y le devolvió hasta el último centavo.

La otra anécdota, quizá un poco más bizarra, la contó Perciavalle en un almuerzo con Mirtha Legrand. Según el humorista, él y China tuvieron un encuentro “terrorífico” en San Carlos de Bariloche en los primeros años 50: ambos decían haberse topado allí nada menos que con Adolfo Hitler y su amante Eva Brown, siguiendo la leyenda de que la pareja habría escapado a esta zona de Sudamérica en lugar de haberse suicidado en el bunker nazi.

Pero más allá de mitos y ejercicios imaginativos de los que la verborragia de China sabía echar mano como ninguna, lo cierto es que la actriz tuvo una vida fascinante, de la que más de 60 años se los dedicó a la actuación pero también a la dirección y producción teatral, a la puesta en escena de varias óperas, a la escritura de canciones para comedias musicales como “Sugar” y “La mujer del año”, ambas con Susana Giménez y Ricardo Darín, y hasta fue periodista de espectáculos para el diario El País de Montevideo.

Esa misma vida arrancó en Montevideo el 14 de marzo de 1922, con el nacimiento de China en el seno de una familia patricia: su abuelo, el dramaturgo y escritor Juan Zorrilla de San Martín, es el autor de “Tabaré”, mientras que su padre, José Luis, esculpió los monumentos a Julio Argentino Roca y a José Artigas, en Buenos Aires, entre otras obras de arte.

Se crió en París, donde su padre era discípulo y amigo del escultor francés Antoine Bourdelle, en cuyo taller concibió la estructura del Monumento al Gaucho, que luego se emplazó en un importante cruce de la avenida 18 de Julio, en Montevideo.

De vuelta a su ciudad natal, vivió en una antigua casona del barrio de Sayago, en las afueras de la capital, y debutó como actriz a los 21 años en “La anunciación a María”, de Paul Claudel, con el grupo Ars Pulcra, de la Asociación de Estudiantes Católicos.

Fue becada a Londres por el British Council en 1947 y estudió en la Real Academia de Arte Dramático, en la que estuvo bajo la batuta de la enorme actriz griega Katina Paxinou, quien en 1960 interpretó a la madre de familia en la película “Rocco y sus hermanos”, de Luchino Visconti.

Vinculada al ambiente artístico europeo de posguerra, en Londres hizo teatro en castellano dirigido por el español José Estruch, refugiado republicano y años después director de la Comedia Nacional, en Montevideo, bajo la sombra de Margarita Xirgu.

De vuelta en su ciudad natal, la figura de China comenzó a crecer a través de obras como “Una familia feliz”, de Antonio Larreta -protagonista del film “La ventana” (2008), de Carlos Sorín-, “La Celestina”, “Bodas de sangre”, “Tres hombres y una mujer”, “Sueño de una noche de verano” y “Romeo y Julieta”, todas con dirección de Xirgu.

También actuó bajo las órdenes de los argentinos Armando Discépolo ("Locos de verano") y Orestes Caviglia ("Nuestro pueblo") y tras su paso por la Comedia Nacional fundó el Teatro de la Ciudad de Montevideo, junto a Larreta y Enrique Guarnero, un elenco con notables actores para textos importantes.

En el interín viajó a Nueva York, donde fue profesora de francés, secretaria de una agencia de teatro, y representó "Canciones para mirar", de María Elena Walsh, junto a su compatriota Carlos Perciavalle. En esa ocasión habría establecido la ya citada relación amorosa con el actor Danny Kaye que solía mencionar en sus entrevistas.

Con el elenco uruguayo del Teatro de la Ciudad de Montevideo viajó a Buenos Aires, Madrid y París, adaptó, produjo y dirigió obras y debutó como corresponsal del diario El País de Montevideo, para el que cubrió el Festival de Cannes y otros acontecimientos artísticos internacionales.

Establecida en la Argentina desde 1971, convocada por Lautaro Murúa para el papel de doña Natividad en la película “Un guapo del 900” (segunda versión, después de la que dirigió Torre Nilsson en 1960), fue afincándose rápidamente a través de numerosos trabajos como actriz y directora, aunque antes había tenido una carrera trascendente en su país y el exterior.

En Buenos Aires actuó también en “La maffia” (1972), la película de Leopoldo Torre Nilsson, e hizo un espectacular reemplazo teatral de Ana María Campoy en “Las mariposas son libres”, junto a Rodolfo Bebán y la debutante Susana Giménez.

Su estadía porteña coincidió con el advenimiento de la dictadura cívico-militar en su país y eso la obligó a permanecer en su nueva tierra, donde entre otras cosas se dedicó a proteger y ayudar pecuniariamente a los emigrantes involuntarios.

Sus películas

En la Argentina filmó más de 40 películas, además de las ya citadas, casi todas exitosas o por lo menos recordables.

Desde su papel de la maestra en “Las venganzas de Beto Sánchez” (1973) junto a Pepe Soriano; otro rol secundario en “La tregua” (1974), la película de Sergio Renán que fue candidata al Oscar; nuevamente con Pepe Soriano en “Los gauchos judíos” (1974); a las órdenes de Raúl de la Torre en “Pubis angelical” (1982) y “Pobre mariposa” (1986), de María Luisa Bemberg en “Señora de nadie” (1982), de Alejandro Doria en “Darse cuenta” (1984, película cuya idea original fue de la misma China) y de adolfo Aristarain en “Últimos días de la víctima” (1982).

Pero el papel que la consagró en el ánimo popular fue el de la pérfida Elvira Romero en “Esperando la carroza” (1985, Alejandro Doria) junto a un elenco de notables que formaban Antonio Gasalla, Enrique Pinti, Betiana Blum y Luis Brandoni, entre tantos.

La lista sigue con títulos como “Cuatro caras para Victoria” (1989), “La peste” (1991, de Luis Puenzo), “La nave de los locos” (1995, de Ricardo Wullicher), entre varios más, hasta llegar a las más recientes “Conversaciones con mamá” (2004, Santiago Carlos Oves) donde compartió cartel con Eduardo Blanco y Ulises Dumont; la exitosa “Elsa & Fred” (2005, Marcos Carnevale) cuya remake estadounidense está a punto de estrenarse con Shirley MacLaine; “Tocar el cielo” (2007) también de Carnevale y donde la acompañó Facundo Arana; y “Sangre en el Pacífico” (2009), el último título que filmó, a las órdenes de Boy Olmi, antes de retirarse definitivamente de la escena en 2011.

Se destacó también en numerosos teleteatros y las tablas porteñas y del país la disfrutaron durante cuatro décadas como actriz, directora, productora y hasta puestista de ópera, y se despidió de la actuación al cumplir 90 años con “Las d’enfrente”, de Federico Mertens, una obra de teatro leído con la que recorrió el país.

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