Ecoparque: carta abierta a los legisladores

Estimados legisladores: me tomo el atrevimiento de dirigirme a ustedes, a través de este medio, para comentarles algunas cuestiones que hacen al proyecto de creación del Ecoparque, que, en este momento, transita el trámite parlamentario en la Cámara de Diputados.

En más de 20 años de militancia en la temática ambiental no he conocido proyecto más completo respecto de la necesidad imperiosa de transformar el Zoológico. La propuesta fue gestada desde el conjunto de organizaciones sociales de la más diversa índole -activistas ambientales, veganos, animalistas, ecologistas y otros- quienes aportaron su conocimiento y esfuerzo para la concreción del proyecto de ley, que luego presentaron los diputados Tadeo García Zalazar y Omar Sorroche, quienes aportaron su impronta y conocimiento de las técnicas legislativas.

Dicho proyecto fue el producto de la intervención de varios actores, a los que se sumaron voces que, aun a favor de la instalación de los zoológicos en la Argentina (como el destacado profesional Fidel Baschetto, quizá la máxima autoridad en el tema en el país), hicieron aportes valiosos para mejorar la iniciativa.

Así y todo, se han levantado voces en contra de la aprobación del proyecto, algunas de las cuales vienen desde el sector científico-académico, de empleados del Zoológico y de los gremios que tienen afiliados en la institución. Pero sería un buen ejercicio comprender los intereses que se esconden detrás de la resistencia a que los legisladores aprueben el proyecto de ley.

Es lógico suponer que los gremios podrían tener desconfianza sobre el futuro laboral de los actuales empleados del Zoo una vez que el proyecto de Ecoparque se ponga en marcha.

Lo que no es lógico es que, a pesar de habérseles repetido insistentemente que los trabajos no sólo no están en peligro sino que con el nuevo proyecto muy probablemente se necesiten más empleados, esta resistencia persista hasta el punto de vociferar que detrás del proyecto se esconde un interés inmobiliario de poner un shopping en lugar del Zoo, cuestión que ha sido suficientemente desmentida y probada administrativamente.

Otro de los grupos que resiste el proyecto es el de los ex funcionarios del Zoo, algunos ex directores del paseo, otros directores técnicos o veterinarios. Creo que aquí hay que sincerar el hecho de que los que resisten la creación del proyecto Ecoparque a su vez se quejaron de las condiciones del Zoo durante muchos años, e incluso sus lamentaciones están registradas en expedientes que han dirigido a las autoridades de aquellos momentos.

Sin embargo, hoy defienden un modelo de zoológico que fue origen de sus padecimientos cuando fueron funcionarios públicos. Otros directamente defienden la institución zoológica porque está en consonancia con sus intereses particulares, como propietarios de zoológicos privados o porque de esta manera escudan las acciones insuficientes que llevaron adelante cuando les tocó la responsabilidad pública de mejorar las condiciones de vida de los animales cautivos.

Por último, están los que defenestran el proyecto de ley por otras razones, ya sea porque defienden intereses partidarios, sostienen posiciones dogmáticas, sienten que el proyecto no cumple con sus expectativas personales o profesionales, o sencillamente porque se resisten al cambio.

Sin duda, hay personas que genuinamente tienen preocupación acerca de las consecuencias que devendrían de un proyecto que no garantice el bienestar de los animales, pero resulta que el del Ecoparque hace hincapié en el bienestar animal y centra el atractivo en el disfrute de la naturaleza, en la ciencia y la educación; al contrario del actual zoológico, que basa su atractivo en el cautiverio de los animales.

Como funcionario público de esta gestión y proveniente de un sector social con compromiso por la defensa de la vida y el ambiente, es mi obligación realizar todas las medidas conducentes a que el zoológico actual mejore.

Hoy los legisladores tienen una oportunidad única de cambiar para siempre el destino del Zoológico de Mendoza con su voto, atendiendo al reclamo de cientos de miles de mendocinos que piden a los dirigentes la transformación de un paseo que tiene una concepción de más de cien años y que no responde a los intereses y aspiraciones de las sociedades modernas.

Por ello, aliento a los legisladores a analizar el proyecto con una mirada sustentada en la razón científica, pero también que tomen en consideración los deseos de los ciudadanos, que claman un cambio en esta institución que hace más de treinta años viene en caída libre por la falta de inversiones y de interés de anteriores autoridades.

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