De niños fueron abusados, hoy concientizan sobre el tema

Sebastián Cuattromo y Silvia Piceda sufrieron este flagelo y ahora lideran una ONG para proteger la infancia. Él logró que la Corte avalara la condena contra su abusador: un sacerdote.

Sebastián Cuattromo y Silvia Piceda tienen un doloroso pasado en común: sufrieron abuso sexual cuando eran chicos. Pasado el tiempo, ambos se encontraron, compartieron sus experiencias de lucha y formaron la asociación “Adultxs por los Derechos de la Infancia”, que funciona en Buenos Aires. La entidad busca dar testimonio y concientizar a la sociedad para proteger la infancia “de ahora”.

Sebastián vivió su calvario cuando tenía 13 pero recién 26 años después logró que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificara la condena de 12 años de prisión contra su abusador, el cura Fernando Enrique Picciochi. Fue el pasado 29 de marzo, fecha en la que pudo dar por terminada su pelea judicial.

“Yo estaba finalizando mi escuela primaria en un colegio católico de Caballito; mi abusador fue un docente y religioso de ese colegio, que también fue abusador de compañeros”, comenzó a relatar Cuattromo, que recordó que durante su adolescencia no pudo pedir ayuda a los adultos que lo rodeaban.

Recién cuando creció se animó a hacer la denuncia. “En 2012, en el juicio, hice pública mi historia por primera vez con el deseo de que mi relato pudiera trascender lo individual y fuera un aporte colectivo”, asegura Sebastián.

Además de lograr la condena penal para su abusador, consiguió que la institución donde ocurrió todo, el colegio Marianista, tuviera que asumir su responsabilidad civil. “En ese caso también me tuve que enfrentar a una pretensión de silenciamiento a la que resistí”, recuerda.

Su historia fue investigada por un equipo de periodistas del diario estadounidense “The Boston Globe”, que tomaron protagonismo a raíz de la película “Spotlight”, última  ganadora del Oscar. “Creo que el Oscar a esta película se inscribe en esta perspectiva de lucha colectiva, se trata de reconocimientos simbólicos que vamos teniendo y que ayudan a visibilizar la temática”, explica.

Más allá de la Iglesia
Si bien este film investiga los abusos en el marco de la Iglesia católica y Sebastián celebra la profundización en el tema, afirma que este ámbito no es el único donde ocurren este tipo de delitos. "No queremos perder de vista que donde más sucede el abuso sexual es dentro de las familias y se da en todas las clases sociales", remarca.

Justamente dentro de este ámbito se inscribe la historia de Silvia, quien fue abusada por personas cercanas a su círculo íntimo. “Uno de los abusadores era un compañero de trabajo de mi papá y el otro era un tío, no de sangre, pero formaba parte de la familia ampliada”, relata la mujer. Ella pudo decirle a sus padres lo que le pasaba cuando todavía era una niña, pero no obtuvo respuesta. “Mi madre dice que no fuimos más a esas casas, pero lo cierto es que no se habló nunca más del tema”, se lamenta.

A los 42 años ella pensó que tenía el tema superado, hasta que se enteró que el padre de su hija de 11 años había abusado de la hija más grande, fruto de una relación anterior: “Allí recién me di cuenta que el tema no estaba resuelto, mi hija tenía un padre abusador y estaba en riesgo, además ella tenía síntomas”.

En su caso, la actuación judicial no fue positiva ya que no encontró respuesta. "No llegamos a buen puerto, la pasamos muy mal, nos tuvimos que mudar y el hombre sigue libre. Pero igual a nosotras nos hizo bien saber la verdad, pude empezar a cuidar a mi hija y sanarme a mí", afirma.
Patología social masiva

Según los datos que maneja la asociación, en el mundo 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños sufren abuso sexual infantil. “Estamos hablando de una patología social extraordinariamente grave y masiva, que atraviesa a toda la sociedad”, subraya Silvia.

Justamente por esta razón ellos viajan por todo el país (hoy están en Mendoza) dando charlas y concientizando. “Queremos salir a decir que el abuso lamentablemente existe y que es un trabajo de toda la sociedad luchar contra él”, aseguran en conjunto y recalcan la definición de este flagelo: “Abuso sexual infantil significa la irrupción de la sexualidad adulta en la vida del niño, no significa que el niño tenga que ser necesariamente violado. El hecho de que un adulto haya utilizado el cuerpo de un menor para su placer implica un ataque y un avasallamiento a la integridad, que no se diferencia si hay una violación en término físicos”.

Uno de los problemas que ellos ven cuando se tratan estos casos, particularmente desde lo judicial, es la invisibilización del tema. “Cuando un niño cuenta esta situación y tiene un adulto protector que va a la Justicia a pedir ayuda, se suele pensar que el niño está mintiendo o que es un invento del mayor, generalmente la madre”, denuncia Silvia. Por esta razón, en la asociación trabajan fuertemente para que, tanto los jueces como todos los miembros de la sociedad, tengan mayor empatía con el niño que denuncia y el adulto que acompaña.

Charla en Mendoza

Ambos representantes de la organización “Adultxs por los Derechos de la Infancia” formarán parte de la Jornada de Concientización sobre Abuso Sexual Infantil y Violencia de Género que se realizará hoy.

La cita es de 9 a 13 en Balcarce y Chubut, barrio Círculo Médico, en el departamento de San Martín. El encuentro es organizado por la Asociación de Equinoterapia La Equitana. “Venimos para compartir con la comunidad mendocina en general el testimonio de nuestras experiencias de dolor, de lucha y esperanza”, comentaron Sebastián Cuattromo y Silvia Piceda.

Replicar la actitud

La asociación “Adultxs por los Derechos de la Infancia” se reúne todos los sábados en Buenos Aires en lo que denominan “Grupo de pares”. Se trata de reuniones muy positivas para sus participantes.

“Algo tan simple y sencillo como poder compartir con otros, tener una escucha empática y solidaria ayuda mucho a salir adelante”, asegura Sebastián Cuattromo, uno de los fundadores de la organización junto a Silvia Piceda.

Ellos además reciben consultas de todo el país y buscan que la experiencia se replique en distintos puntos. “Donde hay dos sobrevivientes o madres protectoras hay grupo, porque son personas dispuestas a conversar y compartir sus heridas de infancia, lo que genera un beneficio a nivel individual y comunitario”, remarca Silvia.

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