Daniel Larriqueta: una mirada sobre el imperio

Economista, historiador, periodista y escritor mendocino. Fue una figura clave en la construcción de un concepto cultural distinto para el país, al regreso de la democracia. Acaba de lanzar un libro sobre la historia de Atahuallpa, el emperador inca.

Daniel Larriqueta: una mirada sobre el imperio
Daniel Larriqueta: una mirada sobre el imperio

"A Atahuallpa lo saludó con un gesto y dejó el lugar. Se llevaba su última revelación y su secreta angustia”. Fin del capítulo 42 con el que Daniel Larriqueta nos abre el panorama a un mundo que desconocíamos. ¿Cuál es esa secreta angustia del emperador Inca?, ¿cuál su revelación? ¿Qué le pasó a Atahuallpa?

El autor nos dispara una tesis que nos deja asombrados: “Encontré un paralelismo con el emperador romano Adriano (el de esa insoslayable novela de Marguerite Yourcenar). Ambos eran hombres que tenían la certeza de un semidiós, ambos enfrentados a ese tipo de soledad: la que proviene de alguien divino. Atahuallpa encuentra su trampa allí, y en su curiosidad. Él creía en sus poderes divinos. Cuando se sabe mortal, todo se desmorona como un castillo de naipes”.

Quince años le ha llevado a Daniel Larriqueta este exhaustivo trabajo escudriñando la cosmovisión Inca. Y la conoce, y elabora teorías sobre ella, y las plasma en esta novela (que en estas semanas tendrá una reedición porque se agotó en 90 días) a la que ha titulado “Atahuallpa. Memoria de un dios”.

Es fácil pasar de un tema a otro con este hombre, porque bajo el paraguas de sus análisis culturales caben todos los territorios en los que ha abrevado: la economía, la historia, la sociología, el periodismo.

Daniel Larriqueta es mendocino, pero ya se mueve con los modos de aquellos que tienen por patria el mundo. Es que hace muchos años partió de nuestra provincia hacia un tránsito vital de aristas insospechadas.

Su primer impulso, la economía. En los ‘60 se enroló en las filas de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires para graduarse. “Fue fácil ejercer mi carrera en esa época”, explica. Pero este hombre de hablar manso hizo más que hablar de números y tasas de interés.

Movido por sus ansias de explicar la cultura, estudió historia, mucha; observó atentamente la naturaleza para comprenderla; se dio el gusto de asentar sus teorías y análisis en revistas de la estatura de “Criterio” y escuchó atentamente las clases magistrales que recibió nada menos que de Gino Germani.

“Recuerdo que el primer día que lo vimos entrar todos estábamos expectantes, esperando a ver qué decía -nos cuenta, entre risas-. Germani, muy tranquilo, nos pregunta: ‘¿Ustedes saben qué es la sociología?’. Ninguno respondió, y él dijo, sonriendo: ‘Lo que hacen los sociólogos’. Nosotros no lo podíamos creer”.

¿Cómo llegó hasta esas clases con Germani? Larguísima historia que incluye un exilio obligado en París (“me echaron de la Universidad, de la carrera en la Administración Pública y me convirtieron en un muerto en vida”, resume), largas tardes de charla con el filósofo y sociólogo francés Raymond Arond, el regreso en la época democrática, cuando se convirtió, junto a su amigo Raúl Alfonsín, en el ideólogo del traslado de la Capital Federal a Viedma.

Esta idea se asienta en su tesis de una Argentina fundada desde dos vertientes: la que tenía centro en Potosí: cerrada, jerárquica, autoritaria, que se mezcla con los rasgos precolombinos hasta que aquí llegamos. Y la que hacía pie en Buenos Aires y su amplio horizonte mirando al Atlántico: cosmopolita y liberal.

“En ‘La Argentina renegada’ está esta idea de la relación española e indiana. En ‘La Argentina imperial’ retomo esa idea de Malraux sobre una Buenos Aires imperial sin imperio; hace que este otro aspecto de nuestro país quede invisibilizado. De ahí es que surgió la idea de cambiar la capital”.

-¿Cómo se conecta a tu novela "Atahuallpa..." con estos conceptos?

-Hay dos temas cruzados en mi vida: la identidad argentina y la condición humana. Cuando escribí “La Argentina renegada” hice un largo tránsito por el mundo Inca (en el capítulo “Los vencidos”). Ahí se me planteó el dilema sobre qué pasó ahí con Atahuallpa. Me preguntaba el porqué del episodio de Cajamarca (se refiere a la derrota de los incas en manos de los españoles). Tanta desproporción de fuerzas entre el inmenso ejército Inca y el español. Por otra parte, creo que el elemento cultural protagonista en  los próximos años será la cosmovisión de estas culturas americanas.

-¿Qué elementos ves en nuestra cultura que respondan a esta afirmación?

-Hay muchas comunidades, entre nosotros, que se basan en esos elementos. El valor de la artesanías es un ejemplo. Aquí está en juego la noción del tiempo. Nosotros creemos que el tiempo es oro. Estas culturas tienen otra noción: el tiempo como un servidor. Es por eso que una artesana en Catamarca se toma meses para hacer un poncho que surge de la seda de una mariposa. Todo ese tiempo empleado en el proceso tiene una dimensión simbólica distinta a la del tiempo como valor de mercado. La solidaridad es otra de las características...

-¿Esto está en tu novela?

-Sí. Está en el intento de comprensión entre estos dos mundos que se enfrentan: dos culturas que no sólo no se conocían, sino que no sabían de la existencia una, de la otra. Yo comprendí que es un enfrentamiento religioso, no político. El enfrentamiento del hombre con un breviario en la mano frente al Inca dios. Un dios, con otro. Y entendí que eso es lo que hizo que el imperio incaico se derrumbara: no fueron las armas, ni la guerra, ni los ejércitos, ni la política, sino el ver que “su” dios moría hizo que todo se desmoronara como un castillo de naipes. En una vida en la que la mística es la esencia, la muerte de esa mística hace que todo pierda el sentido.

Yo creo que, justamente, esa concepción ritual es la que debemos recuperar en nuestra identidad. Ese valor, esa relación que los Incas tenían con la naturaleza. El hombre, para ellos, era el responsable de sostener la armonía natural. Evo Morales, Rafael Correa son líderes que, hoy, comprenden la importancia de darle visibilidad a esos conceptos que también están latentes en nuestra cultura latinoamericana.

-¿Cuánto tiempo te demandó este libro y cómo trabajaste sus aspectos formales?

-El proceso de trabajo fue de 4 años. Todos los hechos y personajes del libro son reales, el carácter de novela me ha permitido ciertas licencias que un libro de historia no me hubiera permitido.

De estos trazos históricos, y de la profunda comprensión de la cosmovisión Inca se vale Daniel Larriqueta para acercarnos esta trama en la que dos dioses luchan en una batalla de alcance épico.

La trama

Cómo es posible que el dios Inca, Atahuallpa, con su formidable ejército, que superaba altamente en número a los españoles de Pizarro; su sabiduría; su inteligencia en el arte de la táctica política; y en tierra propia, haya sucumbido a manos de España.

Sobre esta pregunta gira la novela de Larriqueta, que nos brinda una cosmovisión incaica sorprendente.

Atahuallpa es asesinado por su ‘amigo’ Francisco Pizarro y, para el autor, es justamente esta necesidad de ‘conocer’ al enemigo, y las rencillas políticas hacia el interior del imperio, la que llevó a los titanes incas a su destrucción.

El autor

Daniel Larriqueta nació en Mendoza, aunque hoy vive en Buenos Aires. Se formó como economista en la Universidad de Buenos Aires y luego, por su afición con la cultura, la sociología y la historia, ha oficiado de analista en estos temas. Ha ejercido como periodista en numerosas publicaciones de prestigio, como la revista “Criterio”. Fue, también, secretario de Redacción del diario “El Cronista Comercial”.

Larriqueta, además de su extensa carrera en la Administración Pública y como profesor (de hecho, en París, dictó Economía

Latinoamericana en Faculté des Hautes Etudes Commerciales (HEC).
Ha publicado ensayos históricos y políticos, entre otros, "La Argentina renegada", "La Argentina imperial", "La maquinaria del poder",

“Manual para gobernantes”, “Como empezamos la democracia” y “Democracia sin república”; además de las ficciones “La novela de Urquiza” y “La furia de Buenos Aires”. En diciembre editó “Atahuallpa. Memoria de un dios”, que se agotó en su primera edición y va por la segunda.

El libro

"Atahuallpa. Memoria de un dios"

Autor: Daniel  Larriqueta

Editorial: Edhasa

Año: 2014

Páginas: 280

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