Cuando el amor se va: la actual o la ex… ¿cómo asumir el rol?

Una pareja se forma, consuman su amor y algunas terminan. Al tiempo el romance vuelve a golpear a la puerta de alguna de las partes. ¿Qué hacer ante esa nueva presencia? Rivalidades entre ex.

Sin importar las razones que terminen en separación, es verdad que, llamativamente, cada vez son más los casos de parejas jóvenes que deciden separarse. Muchas de ellas con niños pequeños que viven el "tironeo" de un lado y del otro, situación que responsablemente los padres deben aprender a manejar para colaborar en la crianza de sus hijos. Ahora, luego de la separación, es posible que alguna de las partes vuelva a encontrar el amor.

¡Qué dilema! Otro tema que se suma a la cuota alimentaria, los días y horarios de visita, la división de bienes y demás asuntos legales. Abundan historias de ficción que muestran este estereotipo de familias y, más precisamente, la imagen de la "madrastra": con cara de mala, verruga en la cara y seguramente manipuladora y malvada. Pero, ¿cómo convivir lo más sanamente posible en esta situación?

Hablaremos del caso de la ex mujer y la nueva pareja. Las que "comparten" al hombre en cuestión y que, por nada del mundo darán el brazo a torcer. Una, por ser madre de sus hijos; otra, por querer formar una relación con intenciones prósperas. En la personalidad de las ex parejas nos podemos encontrar con una diversidad de características: desde la mujer competitiva (aquella que, a pesar de saber que no hay más amor, seguirá visitando a su ex suegra, o llamando a cualquier hora, entre otras conductas que evidencian su "no querer ceder espacios"), la víctima (siempre le pasa algo que hace que el hombre tenga que volver a solucionar o responder a  lo que acontece), la rencorosa (que no perdona la llegada de una tercera), la dependiente (que no deja de pedirle cosas a su ex); entre otras.

La buena noticia es que, a esta lista de 'personalidades', se suman dos que serían las ideales ante una situación tan común en estos días: "hablamos de aquellas mujeres que aceptan el devenir de la situación -el rompimiento de la pareja y la consecuente llegada de otra mujer- y deciden tener una relación más cercana pero de respeto", dice la psicóloga Laura Giménez.

Además agrega que, "son aquellas que llegan a acuerdos para poder llevar la crianza de los hijos de la manera más saludable posible. Para los menores y para los adultos". Es un hecho que la estructura familiar ha cambiado mucho, en estos tiempos encontramos diferentes formas de vivir "en familia", pero lo importante en esto es no perder el foco: las relaciones.

En esta tensión "ex mujer y mujer actual", se da una rivalidad que, de no atender con seriedad, puede desencadenar en problemas serios y desgastantes donde los perjudicados son todos los involucrados en la situación. Sin excepción. A veces "surge entre ellas una sensación de competencia y posesión", tanto del hombre como de los hijos, pues  "llega el momento en que los chicos tienen que pasar tiempo con esa mujer. Y eso suele desesperar a las madres: ¿los cuidará bien?, ¿les prestará atención?, ¿los tratará bien?, entre otras dudas que se presentan", añade la psicóloga.

Desde la vereda de enfrente también hay mil dudas: ¿les caeré bien?, ¿cómo hablarles? Y si se portan mal, ¿qué hago? Lo cierto es que, muchas veces "los hijos se transforman en el punto principal de manipulación. El grave error que comenten los tres (padres y nueva pareja) es no diferenciar las cosas y poner en la mesa sus diferencias, molestias y modos de actuar para trabajar cooperativamente en el desarrollo de los menores", agrega.

Esta situación se torna como una basurita en el ojo que no deja ver la realidad, "la ex amenaza con los hijos y el hombre con el dinero, generando que la situación aumente de temperatura, los enojos y molestias".

También pasa que "las ex no quieren ceder espacio y siguen relacionándose con la familia del padre de sus hijos. Esto es una típica situación de rivalidad", comenta la profesional. Por otro lado, las nuevas parejas se sienten desplazadas cuando no aceptan la presencia de hijos que llevan gran parte de la atención del hombre, y estallan de ira cuando los pedidos vienen de  la mano de la ex, a quien suelen culpar de todo. Esto lleva -obviamente- a que esa nueva pareja corra riesgos de separación; otra más.

Con respecto a esta realidad, la psicóloga Lourdes Salvatierra afirma que "estos problemas se deben a no haber realizado correctamente el duelo de la primera relación. O sea, de no permitirse reflexionar sobre los motivos del primer rompimiento, las responsabilidades y, sobre todo, sanar esa experiencia para poder abrirse a otra". Muchas veces no basta con decir "ya no te amo", sino comprender cómo y por qué ocurrió lo que desencadenó la separación. Solo así, "habiendo cumplido el proceso o período de duelo, se podrá comenzar bien con otra persona", sostiene.

Pero, para poder superar esta situación y "convivir" en esta nueva relación, hay aspectos que pueden ayudar a las partes. "Antes que nada aceptar la ruptura y la aparición de una nueva persona. Transformarse en rivales, no hace más que empeorar las cosas y perjudicar a los que menos culpa tienen: los hijos", agrega Salvatierra.

"Si una mujer se enamora de un hombre con hijos, tiene que aceptar que sea es su realidad y que nada puede hacer para cambiarla. Sino que debe reconocerla y llevar una buena relación con ellos". Si el rol que te toca es el de "la ex" es bueno comprender también la situación desde todos los lados, que representen "interés".

Con respecto a los hijos "evitar usarlos como medios para un fin. Sino plantear cómo será la crianza a partir de la llegada de otra mujer. Lograr mantener un vínculo real y próximo con esa persona que compartirá espacios y relaciones con los menores y hacerlo desde el respeto y entendimiento", cierra Giménez.

Se puede volver a empezar y hacerlo de la mejor manera. Pero, para ello, es indispensable que las partes involucradas entiendan que nadie llegó a ocupar el rol de nadie; simplemente aprender a vivir respetuosamente, manteniendo el diálogo no solo por el buen desarrollo de los hijos, sino, por el bien de los tres.

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