Crítica de "Casa Valentina": monótono paseo por la diversidad mal entendida

La obra que dirige José María Muscari, y se presenta hoy en el Independencia, naufraga en un texto malo que sostienen los buenos actores

Así como en el cine, en el teatro comercial hay buenos y malos productos. Y los buenos se distinguen de los que no lo son por cómo se aplica la fórmula narrativa estándar.

Hay ejemplos notables de teatro comercial, presentado en las salas mendocinas, que vale la pena referenciar: "Art", de Yasmina Reza; "Lluvia constante", de Keith Huff, con dirección de Javier Daulte; "La cabra", de Edward Albee, dirigida por Julio Chávez son algunas de ellas.

Todas estas obras tienen en común algo esencial: el texto plantea un conflicto simple que puede complejizarse más o menos; pero es uno, y todos los elementos de la trama están dedicados a reforzarlo.

"Casa Valentina", dirigida por José María Muscari, es una puesta fallida de principio a fin por este motivo: su fórmula narrativa es pretenciosa, busca reunir conflictos distintos e irreconciliables en dos horas de espectáculo y no termina de desarrollar ninguno.

Primero se presenta como un espectáculo ligero al estilo “crossdresser” que dejará esa pretensión para iniciar un recorrido de drama moral. Entre tanto se cuela una trama de suspenso que concluye en nada y, para rematar, cierra la tragedia extrema; negando el registro de comedia que intentaba sostener toda la puesta.

De la trama de “Casa Valentina” podemos decir: varios hombres, que en su cotidianeidad tienen una vida ‘normal’, se reúnen los fines de semana en una casa que ha sido habilitada por el propietario y su esposa para cumplir las fantasías ocultas de sus visitantes: vestirse de mujer. La llegada de un nuevo integrante trastocará ese equilibrio en que esos anhelos eran posibles.

El problema en esta fórmula arranca en la última parte: “la llegada de un nuevo integrante…”. Pues no es un conflicto el que se desata sino muchos que, por inabarcables, se diluyen para convertir al espectáculo en una ensalada rusa de temáticas de inestable conclusión.

Pero, entre todos, hay un problema más grave todavía: es un espectáculo conservador, casi retrógrado, en su planteo; que obtura la posibilidad de pensar a la sexualidad como un espacio de juego y decisiones privadas. El binomino bien/mal, respecto del género, gana la partida.

La falta de claridad en el planteo escénico es evidente: los musicales que se pretenden instalar en medio de la acción terminan sin haber empezado, el suspenso que intenta colarse en el argumento no encuentra dónde hacer pie y los apuntes dramáticos, carentes del proceso de gestación que pide el clímax, se vuelven exagerados y fuera de registro. No hay climas ni atmósferas en “Casa Valentina”, sino un suceder monótono de acontecimientos empastados.

"El gran actor no es el que salva un texto malo sino el que lo desenmascara", dice Roland Barthes en "Escritos sobre el teatro". Y en esta obra esa afirmación se cumple fielmente. El gran oficio de Roly Serrano, Pepe Novoa, Mario Pasik, Fabián Vena y Diego Ramos pone en evidencia que "Casa Valentina" es eso: un texto malo, una puesta sin gracia. Ellos la sostienen y se lucen, a pesar del infortunio. Aplausos por esa tarea.

La ficha

"Casa Valentina", de Harvey Fierstein. Adaptación: Fernando Masllorens y Federico González. Producción general: Javier Faroni. Dirección: José María Muscari. Elenco: Mario Pasik, Fabián Vena, Diego Ramos, José María Muscari, Boy Olmi, Roly Serrano, Pepe Novoa, Paula Morales. Día y hora: Hoy, a las 20. Sala: Teatro Independencia, Chile y Espejo. Entradas: $500 (platea baja y palcos bajos), $450 (platea alta y palcos altos), $400 (tertulia y paraíso). Calificación: Mala

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