Cristina criticó a los fondos buitres y obtuvo el apoyo del Mercosur

La presidenta Cristina Fernández no demoró en salir de la Casa Amarilla, la sede de la cancillería venezolana en Caracas. Fue la primera en dejar la cumbre del Mercosur y subir al auto que la llevaría a toda velocidad al aeropuerto internacional de Maiquetía.

La prisa no le impidió, sin embargo, detenerse a dar algunos besos y abrazos a mujeres del público que se habían arremolinado en su entorno. Se llevaba un resultado estimulante: el apoyo público de todos los presidentes del bloque, que deberá constar en una declaración especial.

El día de la jefa de Estado había empezado por la mañana con un retraso de 35 minutos en su llegada a la Plaza Bolívar, donde los 5 miembros permanentes del Mercosur y uno asociado (Bolivia) irían a depositar una ofrenda floral al ex líder venezolano Hugo Chávez.

Esta vez, su retardo tuvo que ver con un encuentro, aparentemente espontáneo, con jóvenes chavistas que la fueron a vitorear. Ante ellos discurseó en tono emotivo, con referencias a Chávez y al ex presidente Néstor Kirchner.

Ya una vez en la reunión, los presidentes tuvieron una "sesión privada”, que no sería transmitida. Ese encuentro fue dedicado, con exclusividad, a deliberar la situación que debía en principio enfrentar hoy la Argentina, con el vencimiento del plazo para no caer en “default técnico” o como se quiera llamarlo, según contaría luego el anfitrión Nicolás Maduro, en la apertura formal de la cumbre presidencial.

Ante el inminente desenlace de la disputa con los holdouts, los jefes de Estado habían coincidido en cerrar filas en apoyo a la Argentina. Al punto que el uruguayo José Pepe Mujica postuló que era preciso “ir más allá” de una declaración.

Dilma Rousseff, quien había mostrado una cuidadosa cautela en sus manifestaciones públicas, esta vez desplegó un mensaje contundente: “Brasil respalda integralmente a la Argentina”, para agregar que “todos saben que la nuestra no es una posición retórica”.

No dejó de señalar que había salido de ella misma la iniciativa de llevar el tema a los foros internacionales: “Yo fui quien propuso conducir el asunto a la reunión del G-20” recordó.

Cristina, la primera en discursear públicamente después del venezolano Maduro, hizo una defensa minuciosa de la posición argentina. Describió la batalla legal del país ante la Justicia de Nueva York como producto de “una agresión a la Argentina de parte de tenedores de bonos que sólo representan 7,6% del total”.

Recordó que el país “ha pagado U$S 180.000 millones con dinero propio, sin recurrir a nuevos endeudamientos” y subrayó que “hoy, en moneda extranjera, la Argentina debe a los acreedores privados 8% del PBI”.

Pero la carta más convincente de la Presidenta fue “el pago de U$S 650 millones, la primera cuota de nuestra deuda con el Club de París, que ayer hicimos efectivo”.

Rousseff concordó que el problema “afecta a todo el sistema financiero internacional”, que hoy exige establecer reglas “previsibles” en las reestructuraciones de las deudas soberanas. “La acción de algunos pocos especuladores no pueden colocar en riesgo la estabilidad de un país entero” proclamó.

Uno detrás de otro, los jefes de Estado miembros y asociados dejaron asentada su solidaridad. Estaban también el paraguayo Horacio Cortés, que participa por primer vez en una cumbre del bloque, y el boliviano Evo Morales, que tramita su inclusión en el bloque como miembro pleno. Una inclusión que ahora sólo depende de la aprobación faltante, la del Congreso brasileño.