Crianza con apego: ¿Sí o no?

Es uno de los métodos que las modelos han puesto de moda. ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas? ¿En qué consiste? Aquí, algunas respuestas.

Según pasan los años, los diferentes estilos pedagógicos respecto de la crianza de los hijos han colmado las redes, diarios, revistas y todo portal al que se pueda acceder, dejando a los padres más confundidos que orientados a la hora de saber qué cosas pueden resultar positivas y cuáles no.

¿Cómo saberlo? Los niños no vienen con manual pero sí con multiplicidad de necesidades que ponen a prueba a los desprevenidos padres. De ahí en más un mar de consejos familiares y amistosos se suman a la sobreinformación respecto de “la mejor crianza”.

Como expresa la psicopedagoga Mónica Coronado: “Los papás de hoy se encuentran literalmente bombardeados de un montón de teorías sobre la crianza. Los expertos, en lugar de sumar, terminan por confundirlos. Una práctica que se basa en la ternura y en el vínculo emocional, termina llenándose de ‘recetas’ y ‘prescripciones’ que lo que hacen es confundir a los padres”.

- ¿Cómo sería una crianza con apego, equilibrada?

- Hablamos de un tipo de crianza en la cual se eliminan las barreras y se construye un vínculo emocional sano con el chico. Algo que lo sostiene, lo acompaña, lo cuida y protege, pero que lo lleva también a su progresiva emancipación.

La crianza con apego plantea un vínculo que reconoce la necesidad de tener menos prescripciones y mandatos en la puesta de límites, y de la distancia con el niño. A su vez, propone trabajar con una crianza más respetuosa de los procesos de desarrollo del niño. Si los papás no pierden el equilibrio en este proceso, resulta muy positiva.

En coincidencia, la psicóloga Beatriz Goldberg (especialista en familia, vínculos y pareja) opinó: “Los primeros años de vida del niño son fundamentales para el desarrollo de su personalidad, ya que internaliza y ‘absorbe’ las mayores adquisiciones de su vida.

Generalmente la crianza con apego bien entendida, y sin irse al extremo, es algo positivo para los niños. Empatiza sus necesidades y las contiene, brindando una confianza básica que lo hace estar más seguro hacia el mundo. Incluso puede ayudar a generar tolerancia a la frustración. El tema es que los papás logren ese balance. Si no, se transforma en un apego que limita”.

La gran pregunta entonces será: ¿cómo lograr equilibrio en esa crianza con apego?

- Coronado: Hay necesidades del niño que uno tiene que registrar. Nadie de afuera puede decir a los papás cómo hacerlo; por ejemplo si el niño necesita estar a "upa" o no.

- ¿Cómo ves a los padres en este sentido?

- C.: Los percibo confundidos por estas órdenes o normas, porque obviamente los papás siempre sienten miedo de equivocarse y no hacer lo correcto.

Entonces este mar de recetas los agarra temerosos. Además, con sentimientos de culpa porque -por ejemplo- decidieron que su bebé durmiera sólo hasta los 45 días en la misma habitación que ellos. Se mezclan propuestas muy sensatas con otras que no lo son, y que no tienen ningún tipo de fundamento.

- ¿Cuál es el mejor consejo para guiarlos?

- C.: Es importante fortalecer el vínculo con el chico, pero no dejar de lado el tema de la autonomía creciente. Esta palabra junto con el proceso que se va dando de separación de la mamá (cuando el niño deja el vientre materno para vivir fuera de él y crecer con el tiempo también autónomo) es un aprendizaje que se tiene que dar, no hay que rechazarlo o bloquearlo. Los papás tienen que apoyarse mucho en su instinto. No pasa nada si un niño duerme con sus padres una noche. Hay que utilizar el criterio y no ser extremos pensando que eso lo va a arruinar.

- ¿Cuándo aparece un problema en ese camino?

- C.: Se da cuando el chico no puede despegarse ni construir su propio espacio vital, ni tampoco encontrar la forma de consolarse a sí mismo y de jugar. Entonces se nota una dependencia con los padres que no decrece con el tiempo.

- ¿El co-lecho es un extremo en este sentido?

- C.: Tiene sus defensores y detractores. Además es algo que tomó protagonismo mediático, de la mano de modelos que lo llevan a cabo con sus hijos.

Desde mi punto de vista no lo considero positivo para el pequeño. Nadie que sepa lo que es la educación de un bebé va a proponer el co-lecho.

Primero y principal por el riesgo de aplastamiento que, sin querer, puede darse del adulto hacia la criatura, sumado al riesgo biológico de sofocarlo sin querer.

Una cosa es tener al bebé un ratito en brazos en la cama, y otra que los papás duerman con él. Además hay una intimidad corporal que se corta en la pareja (ante la presencia del bebé) que tampoco está buena, ya que interfiere en la relación de pareja.

La idea de la cuna en la habitación es una buena alternativa. Hay algunos padres que la mantienen al lado de su cama hasta que el bebé tiene 5 meses, y otros que lo mudan a su habitación a los 45 días. Todo dependerá de la necesidad de cada niño y a su período de regularización del sueño, y de mamar.

Para que todo esto sea posible hay que entender que para construir hábitos sanos en la crianza con apego, es importante también que descanse tanto el niño como la madre.

- ¿Qué pros y contras dirías que tiene este tipo de crianza?

- C.: Como contra, que la crianza con apego sin equilibrio genera una sobreatención sobre el chico. Estar demasiado atentos al niño genera también un modelo de crianza sofocante, y produce chicos inseguros, dependientes y que no pueden tomar decisiones.

Lo positivo es el planteo de cuidado, proximidad, ternura y contención del chico. Además prioriza la lactancia y el contacto físico. Todo pasa por un balance criterioso.

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