Corta la bocha

Hay sólo algo que los humanos consumimos más que grasas, azúcares y harinas. Mensajes. Estamos hinchados de noticias, carteles, videos, audios, narraciones.

Si pudiésemos ir al gastroenterólogo de los relatos, y éste nos mandara a hacernos un análisis del ácido úrico de los mensajes, sabríamos que estos porcentajes están por las nubes, y que por los próximos meses debiéramos evitar las parrilladas de Ivo Cutzarida, de discursos presidenciales o de últimos momentos a puro ébola.

Pero como tampoco podemos dejar de comer, es imposible abandonar nuestra condición de "ser semiótico". De ser tipos que nadan en aguas de significado…

Esperen, no salgan corriendo, no será esta un clase de lingüística, ni mucho menos, sólo una pobre introducción para decir que todo el tiempo nuestras conductas están siendo moldeadas -incluso de manera insospechadamente indirectas- por las comunicaciones en las que nos sumergimos. Nosotros y los pibes. Fundamentalmente los pibes.

Quiero dar un ejemplo para intentar rumbear esta columna. Lawrence Lessig es un abogado especializado en derecho informático, fundador del Centro para el Internet y la Sociedad en la Universidad de Stanford, y además creador e impulsor de la iniciativa Creative Commons.

Con pose de gurú, suele hablar con mucha lucidez sobre temas como la "piratería". Sostiene que hay algo verdaderamente peor que "el negocio" que las empresas del entretenimiento se están perdiendo por el hecho de la existencia de las copias ilegales de películas y videos.

Peor incluso que el dinero que se gasta en la "criminalización" de todos aquellos que remezclan o bajan archivos con derechos de autor reservados. Lo que le preocupa a Lessig es cómo les llega esta ley, este mensaje, a los jóvenes.

Porque los chicos están acostumbrados a consumir música y videos de manera gratuita a través de internet; es su hábito y también su manera de crear otras obras, remezclando lo propio con lo existente.

Entonces, las ideas que las grandes corporaciones quieren difundir, a la fuerza, no tienen para ellos "sentido común". Un muchacho de 14 años combate contra YouTube cuando observa que le levantan un clip que filmó con su celular porque le puso música de una banda conocida de fondo.

Busca la manera de difundirlo por otros medios. Pero no le entra en su cabeza que crear de esta manera esté mal. Porque el sentido común le indica que no hay nada incorrecto en sus actos.

Son la generación del todo gratis en la red. Una generación que pasó de ser sólo "espectadora" a "creadora" de nuevos significados a partir de la democratización de las técnicas de producción.

Entonces, sostiene, el bueno de Lessig, "gracias" a la lucha contra la piratería, estamos creando un sector de la sociedad que cree que la Ley en general es algo de "burros", de "viejos", de tipos que no entienden los contextos. No tiene valor y ante ella, hay que resistir o simplemente ignorarla.

¿Qué pasa si aquel que comete un delito no tiene internalizado que lo que hace es -porque así lo ha dispuesto un grupo de personas ajenas a él- un delito?

En tiempos de piratería, mensajes cruzados, infoxicación, inseguridad y bochas cortas, un comienzo de solución podría ser entender cómo el otro entiende su propia realidad. Y quizá, allí, hasta descubramos la nuestra.

Leonardo Rearte - lrearte@losandes.com.ar

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA