Conducir ebrio: cuentan sus casos a jóvenes del este

Luis y Ángel sufrieron graves accidentes viales. Se conocieron en la rehabilitación y ahora publican sus historias para despertar conciencia entre sus pares.

"Soy discapacitado; me hubiera gustado empezar este relato de otra manera...", confiesa Luis Leal (25), en las primeras líneas de un libro que escribió en los últimos meses junto a Ángel Correa (24), otro joven, también lisiado y como él, sobreviviente de un accidente de tránsito.

Luis y Ángel se conocieron durante la rehabilitación por las heridas recibidas: Luis tuvo rotura de su médula espinal y quedó confinado a una silla; Ángel golpeó su cabeza contra la calle lo que le provocó una lesión cerebral que inmovilizó la mitad de su cuerpo. Los accidentes ocurrieron en 2009 y 2011: ambos viajaban en moto, habían bebido demasiado y conducían borrachos y cansados.

Ayer, en San Martín y ante decenas de alumnos de distintas escuelas secundarias, los muchachos presentaron su libro 'Honrando la vida', que busca ser un testimonio sobre las graves consecuencias que puede generar el subir a un vehículo y manejar ebrio.

"Si mi historia o la de Luis sirven para que alguien, cualquiera de ustedes, este fin de semana tome conciencia y decida no manejar porque está borracho, será para nosotros como una misión cumplida", dijo Ángel en el salón del Centro Amigo del Discapacitado Motor (Cadim), donde presentaron el libro, cuya publicación financió el Concejo Deliberante de Junín.

Al final de ese encuentro, Luis y Ángel repartieron libros y fueron invitados por algunos docentes para ir a dar charlas preventivas en escuelas de la región.

La vida de Ángel cambio dramáticamente en la madrugada del 18 de julio de 2011; tenía 19 años y regresaba en su moto de un asado: "Después de comer, habíamos ido a un bar a tomar unos tragos. Mis amigos me quitaron la llave de la moto porque estaba borracho pero la recuperé y me fui", recordó durante el relato y frente a un auditorio atento de decenas de alumnos secundarios.

"Vos imaginás que vas bien, que no habrá problemas, que ya manejaste así y que nada te va a pasar y seguís manejando, pero las cosas malas pasan y no se vuelve, por eso hay que tomar conciencia", dijo. En la rotonda de Los Barriales, ya en Junín, Ángel perdió el control de su moto y cayó; el casco no lo protegió porque iba desabrochado y su cabeza dio contra el asfalto.

Sufrió una lesión cerebral que le inmovilizó parte del cuerpo y le dejó dificultad en el habla. Con rehabilitación y esfuerzo ha logrado mover el brazo y ponerse de pie por algunos minutos. "Nunca manejen borrachos porque pueden terminar como el Ángel, o peor", aconsejó más de una vez.

El caso de Luis no es muy distinto: en la madrugada del 29 de marzo de 2009 volvía de un cumpleaños de 15, en La Reducción, una zona rural de Rivadavia. Había tomado mucho y para colmo llevaba casi dos días sin dormir: "No me acuerdo mucho, me quedé dormido mientras manejaba y más tarde me encontraron inconsciente unos amigos. Estaba ensangrentado y todo roto".

El médico que lo trasladó en la ambulancia creyó que no llegaba vivo, pero Luis sobrevivió y pasó meses en una cama. "La rehabilitación es una etapa muy fea porque tu vida da un vuelco grande. De pronto no te podés parar, sabés que vas a vivir en una silla y encima, perdés a muchos amigos. Hay gente a la que no vi más desde el accidente", recordó Luis, que logró reponerse y, durante la conferencia, nunca dejó de sonreír.

Hubo chicos de escuelas de Rivadavia, Junín y San Martín y el encuentro terminó con un aplauso cerrado, un reconocimiento a las ganas de salir delante de Luis y Ángel.

A la salida, alguien recordó que los accidentes de tránsito generan 33 nuevos discapacitados cada día y otro subrayó la necesidad de insistir en la prevención. En medio de eso, una docente de la técnica Spagnolo, de Junín, se arrimó a Luis y Ángel y los invitó a repetir la charla en esa escuela, ante sus alumnos. Enseguida contestaron que sí.

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