Complejo diagnóstico de la economía de Mendoza

La caída del nivel de actividad económica provincial se ve reflejada en los gastos fiscales, que crecen más que los ingresos y por encima de la inflación.

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Es sabido que la economía provincial se encuentra en una encrucijada compleja, situación que se encuentra focalizada en el sector vitivinícola, pero también en la fruticultura, horticultura y olivicultura y en las industrias anexas. Todos están impactados por la pérdida de competitividad del tipo de cambio.

Pero esta pérdida de competitividad también afecta a otras regiones, mientras se registra una caída de los precios internacionales, a la par que bajaban los precios internacionales de los productos exportables del sector primario, sobre todo soja, maíz y trigo.

Esto generó una recesión de la cual aún el país no consigue salir, en medio de una inflación que no cede y sigue carcomiendo la competitividad del tipo de cambio. Pero en un contexto recesivo como el actual, la economía de Mendoza sufre mucho más pues está muy expuesta a la competitividad del tipo de cambio.

El informe de junio del Monitor de la Economía provincial elaborado por el IERAL revela que la economía tuvo un leve crecimiento del 0,1% en el primer trimestre del año, pero en la medición interanual se registra una caída del 1,3%. Lo notable es que en todo el ciclo las únicas actividades que han registrado crecimiento son la actividad gubernamental y la construcción, en parte empujada por la obra pública.

Todo el resto de las actividades muestran caídas constantes desde el año 2013, lo que indica la persistencia de la crisis. En general puede decirse que las causas estarían relacionadas con las políticas nacionales, pero hay razones propias de la actividad pública de Mendoza que también han impactado, como el incremento desordenado de la planta de personal.

Repercusión en las finanzas
El problema derivado de la caída de la actividad económica se refleja en las finanzas provinciales y también en las nacionales, aunque el Estado nacional cubre sus necesidades emitiendo

Para compensar sus requerimientos crecientes, la Provincia aumentó los impuestos provinciales. De todos ellos, el más perjudicial ha sido Ingresos Brutos, ya que además de incrementar la alícuota general al 5%, obligó a pagar a actividades que estaban exentas, comprometiendo aún más la competitividad de las mismas por el nocivo efecto cascada de este impuesto.

No obstante, el aumento del gasto se ha visto reflejado en las cuentas fiscales. El mismo informe del Ieral da cuenta de que en los primeros cinco meses del año el gasto primario ha crecido un 42%, mientras los ingresos totales crecieron un 33%. El déficit interanual acumulado hasta mayo de 2015 es de 1.100 millones de pesos.

Otro aspecto en el que la crisis se refleja viene dado por la forma que adquieren los ingresos. En el caso de los impuestos provinciales, los mismos crecieron 27% (por debajo de la inflación) mientras que las regalías lo hicieron 19%.

Por el lado de las transferencias, las automáticas (que corresponden a coparticipación) aumentaron 34%, pero el aumento total alcanzó al 43% interanual por el crecimiento de las transferencias discrecionales de la Nación.

En cuanto a los gastos, se destaca el crecimiento de las erogaciones en obras públicas, con una suba del 70% interanual, mientras los gastos en personal aumentaron 43% y las transferencias a municipios crecieron al mismo nivel que los ingresos.

Con estas ecuaciones la Provincia no puede funcionar. Si no se pueden bajar los gastos hay que aumentar los ingresos, pero no pueden aumentar más los impuestos sino que deben bajar. La única alternativa es hacer crecer la economía, y para ello se requiere una combinación de políticas nacionales y provinciales.

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