Cómo funciona el ciclo de violencia: cuando un hogar se convierte en un campo de concentración

Los especialistas aseguran que las víctimas sufren trastornos emocionales, psicosomáticos y parálisis psicológica.

La mujer que sufre violencia doméstica está inmersa en una situación de desamparo que ejerce sobre ella una suerte de parálisis psicológica y contribuye a que permanezca en una relación abusiva, determinó en los años '70 la prestigiosa psicóloga estadounidense Leonore Walker, autora de una de las teorías sobre la dinámica de las relaciones violentas más difundida en el mundo.

Esta teoría es utilizada por la justicia argentina y por la de otros países del mundo, en los fundamentos de sus fallos condenatorios contra hombres violentos y contra femicidas.

Walker, quien entrevistó a numerosas mujeres maltratadas, estableció lo que se conoce como el "ciclo de la violencia", dividido en fases que se van sucediendo unas a otras y que justamente por eso dificultan las posibilidades de las víctimas de romper con ese esquema, señalaron especialistas.

"Los abusos sobre la vida, el cuerpo, la integridad psicológica y la libertad generan un conjunto de síntomas que coinciden con los efectos del tipo 'campo concentración', caracterizado por trastornos emocionales, psicosomáticos y déficit en el área interpersonal", explicaba en 1984 Walker, autora del ensayo "El síndrome de la mujer maltratada".

La mujer que sufre maltrato y agresiones psicológicas repetidamente empieza a percibir que no puede controlar la situación de abuso y crece en ella una "sensación de desamparo", que es una "suerte de parálisis psicológica, que contribuye a que permanezca en la relación violenta".

Las fases del ciclo de violencia tienen las siguientes características:

1) Gestos y demostraciones de desaprobación o impaciencia del hombre hacia la mujer: ambiente de tensión con etapas de constantes discusiones y largos silencios; la mujer modifica su comportamiento para aplacar la conducta del hombre y, de alguna forma, le hace saber así a su pareja que acepta su abuso como un hecho "legítimo".

2) Estado agudo de golpes: termina la acumulación de tensión de la fase 1 y el proceso ya no responde a ningún control; la violencia puede ir desde empujones, cachetadas, puñetazos, patadas, lanzamiento de objetos o golpes con estos, hasta ataques con armas.

La violencia se detiene porque la mujer abandona el hogar, llama a la policía o es hospitalizada.

A medida que la agresión sucede, el hombre se siente con más derecho para solucionar los conflictos de esa forma y sus sentimientos de culpa, inversamente, van disminuyendo.

Después de esta fase explosiva, llega la que se denomina "invalidación del hombre" y "responsabilidad de la mujer".

La víctima justifica la violencia. Se siente culpable, asume la responsabilidad, modifica comportamientos y cree que así el hombre dejará de agredirla.

3) Luna de miel: el agresor da señales de arrepentimiento y se vuelve cariñoso; pide perdón, promete no volver a agredir y asegura que, con la ayuda de ella, todo funcionará mejor. Sin embargo, cumplida esta etapa, el ciclo vuelve a comenzar.

"Es característico de los maltratadores pedir ayuda", resumió la titular de la Casa del Encuentro, Ada Rico, quien explicó que cuando la violencia se vuelve un patrón, la llamada "luna de miel" es cada vez más corta.

"Me cela porque me ama; él es el jefe de familia, está con problemas y no sé ayudarlo, y mitos del estilo 'porque te quiero, te aporreo'", son algunas de las justificaciones comunes de las mujeres maltratadas, contó la titular de la fiscalía especializada en violencia de género de la ciudad, Genoveva Cardinali.

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