Cómo ayudarlos a atravesar el estrés

Estos días en que tanto la familia como el entorno cambia, se agita y celebra -a veces con fuegos de artificio- las noches de las Fiestas, nuestras mascotas sufren de forma inusual. Aquí algunos cambios que pueden modificar su conducta y generarle estrés.

En su vida diaria, gatos y perros enfrentan situaciones que le generan ansiedad, estrés, alegría, depresión y fobias. Si bien existen ciertas razas que pueden tender a un tipo de conducta particular, las modificaciones en su cotidianidad pueden generar cambios. En este sentido, María de la Paz Salinas, especialista en Etología Clínica, da algunas pautas para acompañar a las mascotas que presentan alguno de estos síntomas.

Una de las claves para advertir un cuadro de estrés es estar atentos ante los cambios en el comportamiento de un gato o perro. En este sentido, la Etología es la rama de la biología y de la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales en su interacción con el ambiente. Según esta ciencia, los cuatro tipos de reacciones ante una situación de estrés son: violencia, huida, desmayo o parálisis.

Si bien un cuadro de estrés es inevitable cuando se presenta, Salinas aconseja que se le preste mucha atención a la mascota durante este período.

Asimismo, existen algunas diferencias según la especie, sobre las que comenta: “Para los gatos, las modificaciones del territorio -como lo son las mudanzas, refacciones en la casa o ingreso de otro animal- implican un gran estrés. Por otro lado, en el caso de los perros, este cuadro está dado por las modificaciones del grupo donde se encuentra, el nacimiento de un bebé, el ingreso de otro perro, el período de celo y las fiestas de fin de año, que traen aparejado la utilización de fuegos artificiales”.

Si se parte de la base de que todos los seres vivos se encuentran en un equilibrio inestable con el ambiente donde se encuentran, se denomina estrés a una situación que pone en marcha los mecanismos adaptativos ante ese contexto. Esta situación puede ser o no peligrosa y genera una respuesta que tiende a lograr el retorno al equilibrio perdido.

Al respecto, la etóloga dice: “Si la situación estresante se prolonga en el tiempo, o si el animal tiene una capacidad de adaptación alterada; los procesos neurohormonales que originalmente se presentaban para poder resolver la tensión, generan un proceso que conduce a la ansiedad”.

Ni los perros, ni los gatos pueden anticipar estos eventos, pero sí pueden percibir modificaciones en sus rutinas que aumentarán su estado de vigilancia. Esto colabora con que relacionen ciertos comportamientos, estados de ánimo o modificaciones ambientales, con algún evento que desencadene los procesos adaptativos.

A modo de ejemplo, describe Salinas: “Cuando llega un bebé a la casa, en general son las personas las que modifican su actitud ante el perro, cuando justamente no deberían cambiar sus rituales. Por otro lado, respecto de los fuegos artificiales, es importante que no se gratifique al perro en su cuadro de estrés, ya que sería un refuerzo positivo a la manifestación del miedo”.

La consecuencia del estrés, a nivel del comportamiento, es que la capacidad de adaptación del animal se pierde y aparece un estado ansioso, que puede ser intermitente o continuo.

En este último caso, podría llegar a afectar a todo el organismo, ya que los mismos mecanismos que originalmente se pusieron en marcha para ensayar una adaptación, comienzan ahora a generar problemas tales como lo son: disminución de las defensas, gastritis, trastornos de sueño e inconvenientes digestivos y de la piel, entre otros.

Por último, la etóloga recomienda que se mantenga una rutina alimentaria que incluso considere una respuesta nutricional ante el cuadro de estrés de la mascota. De hecho, existen alimentos que incorporar para estos casos un nutriente natural con efecto ansiolítico: la alfa-casozapina (Royal Canin ha desarrollado uno específico para estos casos, que contiene estos componentes y se llama Calm).

Este tipo de alimento “tiene los niveles equilibrados de alfa-casozepina y una proporción óptima de triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina. De esta manera, se pueden incluso mejorar y prevenir síntomas digestivos y cutáneos que se presentan bajo estas circunstancias”, concluye la especialista.

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