Comida saludable para tu bebé

Las diferentes recetas para los más pequeños de la casa deben contemplar una serie de pautas fundamentales, para que cada opción sea saludable y sabrosa. Enterate de las alternativas para obviar, y las que tenés que hacerles probar para que crezcan sanos

Cuando un bebé llega al hogar los papás tienen un período de adaptación que va desde las costumbres y horarios más básicos, a lo que implica la higiene y la alimentación.

Con el correr del tiempo, y a medida que pueden ir probando sus primeras "comidas" resulta a veces apabullante para los padres, el saber qué alimentos darles para que les guste, y sobre todo, para que los nutra como corresponde.

Es allí en donde el verdadero desafío aparece y en donde deben encauzarse todas las energías. Lo importante es poder manejar ciertas pautas acerca del gusto en los bebés, y algunas costumbre adultas respecto a la sal, para no perder de vista.

Lo más importante es poder disfrutar de ese momento tan especial en familia. Lo que tenés que saber en este nota.

Rico y sano
Cuando cumplen un año, casi todos los bebés preferirían comer lo que ven sobre el plato de los adultos. Pero todavía les faltan algunos dientes y la pericia para hacerlo. Así y todo, es importante que el bebé se siente a la mesa con el resto de la familia y que tenga sus primeras experiencias masticando y mordiendo comidas que le ayuden a lograr una buena transición.

La cocina para bebés suele comenzar con las papillas. Sin embargo, éstas no deben estar condimentadas, como por ejemplo con sal, y deben consistir en un puré bien terso. Un dato interesante: el número de papilas gustativas en la boca es mayor en los primeros años de vida que en la adultez. Por eso, para los adultos, que suelen estar acostumbrados a las comidas bien condimentadas, las papillas suelen no tener gusto a nada.

Sin embargo, hay que tener cuidado con la sal en los pequeños, ya que si se consume en exceso puede sobrecargar los riñones. Por eso, si los niños van a compartir las comidas con su familia, los platos deben estar poco condimentados con las especias usuales y, en todo caso, llevar sal iodada.
Del año para arriba, los pequeños pueden probar uno que otro bocado que deban morder.

Los bebés pueden comer todo lo que sea fácilmente masticable y jugoso. No se recomiendan alimentos duros, muy asados o tostados, carnes nerviosas o pescados con espinas. Tampoco alimentos difíciles de digerir, ni granos, ni nueces enteras con las que se pueda atragantar, ni condimentos fuertes.

Al principio, los padres deben probar con todo: al igual que los adultos, los niños tienen su gusto individual. Por lo general, les gusta lo dulce y rechazan lo amargo. Las mezclas sobre el plato ahuyentan a muchos niños y el ejemplo de los padres suele marcar el gusto de sus hijos.

Sin embargo, no hace falta que los padres preparen comidas especiales para los niños. Lo más práctico es transformar un poco su propia comida de adultos, como, por ejemplo, cocinando sin sal. Luego se separa la porción para el bebé, se la hace puré o se corta en trozos pequeños, y se condimenta la porción para los adultos a gusto.

Cuando el bebé cumple dos años, ya puede comer a la par de los adultos. Y, en general, los padres se terminan acostumbrando a una cocina no tan salada, más suave. Lo ideal es que los platos siempre tengan algo de salsa y no sean tan secos, lo que ayuda a los niños a tragarlos.

Por supuesto, también es importante lo que beben. Lo mejor siempre es el agua. Sin embargo, pueden tomar tés de hierbas o frutas sin endulzar.

Los nutricionistas insisten en que es importante la variedad. La mayoría de los niños está comiendo pocas verduras y frutas, demasiados dulces, sales y alimentos ricos en proteínas como carne y salchichas. Muchos tampoco alcanzan después del primer año de vida las cantidades recomendadas de 300 a 350 gramos de leche o productos lácteos al día. Habrá que prestarle a estos aspectos mayor atención. Por Teresa Tropf (dpa)

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