Colecciones que sacan al niño interior

Fueron sus juguetes favoritos durante la infancia, pero recién de más grandes pudieron cumplir su sueño y poblar su habitación con muñecos y autitos.

Nuestra infancia estuvo, está y estará siempre ligada a un juguete en especial. O a varios. Articulados, de plástico, de tela o incluso de porcelana, nuestro ser siempre guardará en lo más profundo esa figura, esa textura y esos momentos a los que nos trasladan, sacando la melancolía y la nostalgia a flor de piel con sólo recordarlos.

Mientras que para muchos esos personajes vivirán por siempre en la memoria -y nada más-, otros tantos tienen el privilegio de revivir esos momentos día tras día con sólo voltear la mirada hacia su escritorio o abrir la puerta de una habitación en especial.

Estos últimos son los coleccionistas, esos “locos lindos” que son capaces hasta de tener en su haber figuras a las que ni siquiera les han quitado el blíster o envoltorio (ni tampoco está en sus planes hacerlo).

“Como coleccionista, a mí me mueve la melancolía de volver a ser niño, aunque sea por unas horas. Si pasás dos horas arreglándolos y acomodándolos, te permite olvidarte de la monotonía cotidiana, del día a día. Porque todas las personas vamos a llevar siempre un niño adentro”, indicó Daniel Bellini (29), uno de los coleccionistas más reconocidos de Mendoza y que cuenta con más de 110 muñecos en su colección.

En sus filas sobresalen la totalidad de las figuras de Rambo, los Cazafantasmas, Spawn (mantenidas a “blíster cerrado”) y las siempre bien ponderadas de la firma Hot Toys, aquella marca estadounidense que se caracteriza por los muñecos con sus facciones humanas casi perfectas (especialmente en superhéroes).

“Un coleccionista nunca se satisface. Puede enloquecerse con una colección en especial, pero es una cadena sin fin. Cuando yo completé la de Rambo, empecé con la de los Cazafantasmas y así”, agregó Bellini, quien además tiene una página en Facebook (Mendoza Colecciones) donde exhibe su colección y vende algunos de sus tesoros. De hecho, en eventos como el Mendotaku es una fija encontrarlo con su stand.

“Es increíble la melancolía, me encanta pensar que sigo siendo un niño. A diferencia de otros, yo no los guardo en las cajas. Los saco y los desacomodo, los uso, los muevo. A mis hijos les he comprado muñecos de Toy Story, por ejemplo, que termino disfrutando más yo que ellos”, se sinceró entre risas Andrés Arroyat (35), quien trabaja en una agencia de producción y junto a un amigo también han abierto su página para vender figuras de colección.

“Vendemos algunos muñecos, pero no muy caros ya que nuestro objetivo no es lucrar con esto. Lo único que buscamos con esa plata es poder comprar otros muñecos para nuestra colección y no tener que gastarnos nuestro sueldo. Este es un hobbie caro, la verdad. Por ahí te da abstinencia si no comprás nada nuevo”, agregó con humor Arroyat.

Un estilo de vida
Priscila Mateos es periodista y locutora, tiene 31 años y también tiene su peculiar colección: la de Mi Pequeño Pony. "Era mi juguete favorito cuando era chica, pero eran muy caros. Tenía sólo tres. De grande descubrí que eran muy bien pagados por los coleccionistas, entonces comencé a comprar algunos afuera para reacondicionarlos y venderlos. Pero cuando encontraba algún Pony raro, me lo quedaba", contó Priscila sobre el inicio de su hobbie, allá por el 2007.

Su colección se centró exclusivamente en las figuras hechas en Argentina, de los cuales ya tiene cerca de 30. “Pocos, teniendo en cuenta que hay coleccionistas que tienen cerca de 400, pero los míos son raros”, aclaró.

“Me agarró como un nacionalismo, porque los hechos acá iban todos al exterior. Los compraba la gente por eBay y yo no quise que se vayan más. Es todo un mundo el de los Ponys y tienen mucha cotización, dependiendo de su rareza, su estado y el lugar donde fueron fabricados. Por un Pony griego se ha llegado a pagar 5.000 dólares”, sostuvo la coleccionista.

“Mantenerlos me hace sentir que está vivo el niño interior. Creo que a todos los coleccionistas nos pasa lo mismo. Hay gente que se da el gusto de gastarse la plata en zapatos, ropa. Yo me lo doy con los Ponys”, sentenció.

Si bien Andrés tiene 35 años, suele presentarse como “tres niños de diez años y uno de cinco”.

“Toda la vida me gustaron mucho las figuras de acción. En los ‘80 tenía todos los muñecos de He Man, aunque perdí muchos en una mudanza y al día de hoy no lo supero. Ahora salió una nueva colección de Masters of the Universe Classic”, prosiguió Andrés, quien resaltó que hay algunas ediciones tan perfectas “que es como tener a los actores de la película en tu casa”.

Todos los personajes del video juego Mortal Kombat (que salían con la ya extinta revista de culto Top Kids) también alimentan la colección de Arroyat, que supera las 80 figuras.

“Estuve un tiempo sin coleccionar nada, hasta que en la facultad conocí a Diego Pizarro y nos dimos cuenta que teníamos la misma pasión. Ahora ya estoy casado y con hijos, por lo que no puedo gastarme el sueldo en eso. Pero empezamos a comprar y vender muñecos nosotros, para sacar plata de ahí y hacer crecer nuestra colección”, contó el hombre, quien llegó a gasta 1.900 pesos en un muñeco de Buzz Lightyear.

Su compañero de aventura, Diego Pizarro (33) es comerciante y tiene una juguetería. “Mi mamá siempre tuvo comercios, por lo que prácticamente crecimos en una juguetería. Coleccionar muñecos saca tu niño interior y te hace olvidar de los problemas”, agregó Diego.

Su debilidad es Star Wars, aunque también tiene figuras de Dragon Ball y algunos autos. “El coleccionismo es algo que me ha gustado toda la vida. Quizá antes era más tabú y me veía obligado a ocultarlo, pero ahora es muy grande la movida”, agregó.

La vidriera de internet

Internet y Facebook son dos aliados claves para los coleccionistas. Y el caso de Daniel Bellini y su página Mendoza Colecciones (con casi 2.400 Me Gusta) lo dejan bien en claro.

“Internet ha ayudado, igual que los grupos de coleccionistas en Facebook. Antes mucha gente tenía vergüenza o pudor de decir que era coleccionista y lo hacía de la pieza para adentro, pero internet nos ha permitido conocer a otros coleccionistas y se ha roto ese tabú. También han ayudado mucho eventos como el Mendotaku y que en televisión estén dando series viejas”, indicó.

El joven comenzó a coleccionar en 2004 y su primera meta fueron las figuras de Rambo, su debilidad de niño. Actualmente, está completando la de Locademia de Policías, pero sabe que su pasión no tiene techo.

También destaca las figuras de Spawn, a las que nunca siquiera quitó del paquete. “Las tengo colgadas de la pared en su blíster. Ni siquiera se me ha cruzado por la cabeza la idea de abrirlo”, agregó sonriendo.

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