Clausuraron la heladera social de Rivadavia

Durante casi una semana y por iniciativa de dos mujeres de Cáritas, funcionó en uno de los pasillos de la Terminal de colectivos de Rivadavia una 'heladera social' que se abastecía con la comida que a diario dejaban allí distintos vecinos, muchos de manera anónima, para que luego se alimentara a aquél que lo necesitara.

Si bien la idea contaba con la autorización informal de la comuna, en las últimas horas la heladera social de la Terminal fue clausurada tras una inspección del gobierno de la Provincia, que advirtió sobre la prohibición de dejar una heladera en la vía pública, debido a la dificultad permanente de controlar su contenido.

"Se clausuró y entiendo que es lo mejor, porque realmente no había manera de controlar el buen estado de la comida. Uno cree en la gente y en la buena voluntad, pero la verdad es que no podemos saber qué es lo que dejaba cada uno o si, por ejemplo, se mantenía la cadena de frío. Son muchos los inconvenientes más allá del fin solidario de la idea", señaló el intendente de Rivadavia, Miguel Ronco, cuya comuna inicialmente había dado autorización para que Alicia Salas y Mabel Verlino montaran la heladera social en la Terminal.

Durante la última semana, esa heladera funcionó de 10 a 18 frente a las boleterías de la empresa Nueva Generación y, para colaborar con el proyecto, las promotoras pedían a la gente que colocara un papel en cada vianda con la fecha de elaboración: "Para que nada se eche a perder, cada producto no está más de dos días en la heladera, aunque de todos modos alguien siempre se lo lleva antes", dijo Alicia a Los Andes, en una nota publicada el martes que originó el operativo de control de la Dirección de Higiene de los Alimentos, del gobierno provincial.

"Lo que han señalado los inspectores es que la heladera no puede estar en la vía pública, y que en todo caso debe funcionar en un local, en un espacio atendido por alguien y que eso permita un control de lo que deja allí la gente para consumir", agregó el intendente, que reconoció el error inicial de sus inspectores al permitir montar la heladera en la terminal.

Es más, Alicia y Mabel habían conseguido un microondas para calentar esas viandas e incluso, la donación de otras cuatro heladeras usadas, para montar proyectos similares en los distritos del departamento. De todos modos, es cierto que la heladera social pasaba la mayor parte del tiempo sola, sin control de nadie sobre lo que se colocaba en ella.

"Quiero agradecer a las personas que con tanto cariño han colaborado con alimentos. Han sido más de 40 personas las que a diario han ayudado a que la heladera estuviera siempre llena", dijo Alicia Salas, luego de que se vio obligada a retirar la heladera de la terminal: "No estoy de acuerdo con el Gobierno provincial y me parece que lo grave es que haya gente que saca comida de un contenedor de basura, pero eso a nadie le preocupa".

Alicia se negó a llevar su heladera a una iglesia o a tramitar su instalación en la sede de algún partido político: "Esto no tiene que ver con la religión o con un gobierno. Sacamos la heladera y ya veremos cómo la remplazamos, tal vez con una olla popular. De esa heladera comía mucha gente: al menos cinco indigentes que no tienen otra posibilidad y también vecinos de los distritos que viajan a la ciudad de Rivadavia por algún trámite y que a veces no tienen más que para el pasaje".

En la terminal, las opiniones estaban divididas y mientras que algunos entendían la medida del gobierno que busca proteger a la población del consumo de alimentos en mal estado, otros defendían la idea señalando que para algunos ésa era una posibilidad real de comer sin tener que rebajarse a golpear una puerta para pedir algo.