Casos de abuso: en 2016 hubo 78 niñas embarazadas en Mendoza

El dato deja entrever que los partos que son producto de violaciones son frecuentes en la provincia. En 2015, las menores de 10 a 14 años que dieron a luz fueron 97.

Lejos de plantearse como hechos aislados, los casos de las dos niñas de 10 y 11 años embarazadas y que salieron a la luz entre jueves y viernes, dan cuenta de una problemática grave en la provincia: sólo en   2016, 78 niñas mendocinas de entre 10 y 14 años tuvieron que atravesar un embarazo, un parto y su posterior puerperio, con todas las implicancias físicas, psicológicas y sociales que guarda el tránsito por estos estadíos.

A todo ello, quienes defienden los derechos de la infancia suman el agravante de que todas las gestaciones en esta edad han sido producto de violaciones cometidas en un entorno de silencio cómplice. Esto, debido a que en esta etapa no hay posibilidades de consentir una relación sexual.

Vilma Jilek, presidenta de la Fundación Accionar, que cuenta con un servicio para el abordaje de hechos relacionados con abuso, destacó que, en estas situaciones, la etapa de la infancia queda truncada y todos los derechos vulnerados.

“Se trata de niñas que han sido gravemente afectadas, no sólo porque su niñez se ve alterada sino por toda la carga emocional y física que genera el hecho de ser víctima de abuso”, reflexiona Jilek. Destaca la necesidad de que en todos estos casos la Justicia y Estado logren un adecuado abordaje, para lograr separar al abusador del entorno de la niña (en la gran mayoría de los casos el autor de las violaciones es un pariente cercano, allegado o vecino) y brindar a ella toda la protección, cuidado y apoyo necesario.

Como psicóloga terapeuta, Jilek tiene a cargo, junto con su equipo de voluntarios, el acompañamiento de casos de abuso sexual, algunos de los cuales están en juicio y otros en proceso.

Desde su experiencia, ella apunta a la importancia de que tanto la mamá como las docentes de las escuelas a las que asisten las niñas estén atentas a los cambios que ellas demuestran y que se animen a denunciar los hechos y apoyarlas para que puedan salir de esa situación.

“Nunca se debe pensar que la niña y también un niño que denuncia un abuso está mintiendo, porque en realidad nadie puede denunciar sobre lo que no conoce”, alerta la psicóloga y recuerda que entre los mecanismos utilizados por el abusador figuran la instalación del miedo en la víctima, la manipulación, la culpa e incluso la violencia física y las amenazas. De allí que muchas veces el padecimiento se extiende en el tiempo y aparece silenciado.

“Por eso nunca hay que descalificar el argumento de la víctima una vez que se anima a contar lo que le está pasando”, aclara Jilek y define al abusador como "una persona que presenta una perversión de tipo grave sin regreso y que es consciente del daño que está causando".

En junio pasado, el Gobierno provincial dio a conocer las estadísticas de embarazo adolescente en la provincia. En líneas generales, las autoridades destacaron que entre 2010 y 2016 el embarazo en niñas y adolescentes de 10 a 19 años descendió de 15,5% a 13,1% sobre el total de nacimientos. Las estadísticas indicaron que en 2015 hubo 5.005 madres en esa franja de edad; de ellas 97 aún no habían cumplido los 14 años. Un año más tarde, la cantidad de niñas y adolescentes que fueron madres pasó a 4.380 y de ese total, 78 fueron niñas que se encuentran en el tránsito hacia la pubertad.

Ayer, luego de que los casos de embarazos a edades tan tempranas conmocionara a los mendocinos, desde la Justicia y el Ministerio de Salud coincidieron en destacar que no se dará a conocer de manera oficial ningún detalle de las víctimas para evitar cualquier tipo de exposición. De hecho, ambas investigaciones se encuentran en secreto de sumario debido al delito que envuelve a los sospechados de haber cometidos los abusos.

Para Nora Shulman, directora de la Comisión Argentina de Seguimiento de los Derechos del Niño, siempre que surge un embarazo en una niña menor de 14 años hay detrás un abuso sexual. “En el 90% de los casos, el agresor es un integrante del ámbito intrafamiliar”, coincide con Jilek.

Schulman además advierte que la situación de vulnerabilidad también se plantea para el bebé en gestación. “Es una situación extrema, que requiere de un abordaje y seguimiento tanto para la mamá tan pequeña como para su bebé porque a esa edad y con toda la carga que implica haber sido víctima de abuso debe afrontar una maternidad para la cual no está preparada”, recalca Schulman y reflexiona que esta problemática está ligada a un abandono total y una desprotección hacia la infancia.

La existencia del delito que no debe quedar impune por parte de quien lo comete es otro aspecto valorado por Schulman. “El agresor debe ser juzgado y condenado por lo que ha cometido. Por otra parte hay que ver qué protección se da a estas niñas”, advierte Shulman.

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