Bolognezi: para el titular del tribunal, Abdo Girala era culpable

Ayer se conocieron los fundamentos de la sentencia del tribunal que llevó a cabo el segundo juicio por el crimen de José Luis Bolognezi (19) y que en fallo dividido absolvió a los acusados Abdo Girala (29) y Carlos 'Metralleta' Pérez (48), del delito de homicidio en agresión.

La sentencia se leyó el 8 de julio. Si bien la absolución de los tres jueces fue unánime para el caso de Pérez, hubo un voto condenatorio, el del presidente del jurado, Eduardo Orozco, para Girala. Así, mientras Ariel Spektor y Viviana Morici no encontraron pruebas suficientes para condenar a cuatro años de prisión a los acusados -que era el pedido de la querella- Orozco entendió que Girala sí fue uno de los autores de la muerte de Bolognezi.

En sus argumentos, Orozco marca a dos testigos, de entre los casi 300 que pasaron por el juicio, como principales: Paulo Pedraza y Ana María Puebla. "Por el primero sé con certeza que Abdo esa noche conducía su camioneta Ford Ranger (él asegura que anduvo en un Peugeot 206); por Puebla, sé que con esa camioneta negra "rozó" a Bolognezi, y que luego sus tres o cuatro ocupantes lo agredieron antes de acercarlo hasta el baldío donde apareció".

Más adelante, Orozco explica: "Sé que fue Abdo y no otro, porque instantes después de producida la muerte del joven, ya está allí Ricardo Quesada", que es el sereno de la agencia de autos de Daniel Girala y que según el presidente del tribunal, es la enigmática persona que fue vista aquella madrugada en las cercanías del baldío donde apareció el cuerpo, por la testigo Olga Arriola.

Sin embargo, para Spektor y Morici esto no se sostiene: "De ningún modo surge acreditado con certeza la identidad de la persona", y recuerdan que Quesada ni siquiera fue identificado en rueda de reconocimiento por Arriola.

Consideraciones

Un párrafo aparte merecen las consideraciones de Orozco para Puebla, la testigo clave, a la que el presidente del tribunal le cree "en lo que respecta al hecho nuclear"; en su razonamiento, Orozco no necesita que Puebla diga quiénes eran los ocupantes de la camioneta y sostiene que los nombres que ha dado ya en su primera declaración (casi dos años después de ocurrido el crimen) pueden haber sido contaminación que le llegó por rumores de la calle o los medios de comunicación: "Puebla vio la camioneta y a tres o cuatro que se bajan y agreden a Bolognezi, eso es lo nuclear de su relato y las peritos dicen que sobre eso no mintió; para saber que uno de ellos es Girala me valgo de los otros elementos", dice Orozco y aunque no desconoce que Puebla mintió cuando se le preguntó de dónde venía aquella noche, dice que fue para "ocultar una situación íntima".

Finalmente, Orozco desarrolla lo que llama "un patrón de conducta delictivo de Daniel Girala, padre de Abdo, cuyo modo de actuar a criterio del magistrado solo se justifica porque sabe que su hijo es uno de los que participó".

Distinto es lo que piensan Spektor y Morici, para quienes ni siquiera pudo acreditarse o descartarse "con certeza, que el lugar donde fue hallado el cadáver haya sido aquel en el que se le dio muerte". Y al respecto, señalan los dichos testigos y también algunas pericias, como la de Gendarmería que indica que los restos de tierra recuperados de las zapatillas de la víctima no coinciden con los del baldío donde apareció el cuerpo.

Los vocales del tribunal no le creen a Puebla (de hecho han respaldado una compulsa en su contra por falso testimonio) y además de marcar las contradicciones en que cayó su declaración, de asegurar que de ningún modo ha quedado acreditada su presencia en el lugar, sostienen que su relato no concuerda con lo que hay en el expediente: "Las lesiones del cuerpo no permiten sostener que fuera rozado o atropellado por un vehículo y despedido hacia la banquina".

Además, Spektor y Morici entienden las actitudes de Daniel Girala, no como las de alguien que encubre a su hijo, sino como las de un padre que escucha acusaciones que son rumores: "De Abdo Girala se habló desde el principio, pero hasta casi dos años después no había más que rumores".

Pésima pesquisa

En lo que sí coincidieron los magistrados fue en subrayar los errores y la desorientación que mostró la investigación del caso: las fallas en las primeras pericias policiales; la falta de transparencia institucional (donde un juez -Dalton Martínez- con un hijo sospechado llegó a estar a cargo de la investigación); la falta de protección de las víctimas y la desorganización general, ya que llegaron a funcionar hasta seis comisiones investigadoras al mismo tiempo, sin que cruzaran información.

Finalmente y más allá de las diferencias de Spektor y Morici con Orozco respecto de Abdo Girala, los acusados resultaron absueltos por el beneficio de la duda y la familia Bolognezi apelará la sentencia a la Corte y al mismo tiempo, recurrirá a tribunales internacionales, donde denunciará al estado mendocino por no haber encontrado al culpable, doce años después del crimen.