Avicultura: el negocio del huevo, en crisis

El precio del cajón cayó 23% en 2016, mientras que los costos siguen aumentando. La sobreoferta complica al sector.

Un retroceso en los precios del producto en el mercado mayorista por aumento en la oferta, junto con una fuerte suba en los costos de producción, tienen a las granjas productoras de huevos de todo el país en una situación muy comprometida.

En el sector ven con preocupación el futuro inmediato de algunos establecimientos, y buscan alternativas de exportación de huevo en polvo  -aunque fuera a pérdida- para descomprimir un mercado interno que, para colmo de males, estaría dando señales de una caída en el consumo en ciertos segmentos.

Mario Maroto, titular de Avícola Santa Rosa (granja situada en Colonia Segovia, Guaymallén), señaló que “estamos en una nueva crisis”.

Cree que “puede haber algo de caída en el consumo”, pero la complicación mayor surge del exceso de producción, por las dificultades que tenemos para dar de baja a las ponedoras que van cumpliendo su ciclo productivo.

En cuanto a la posible caída en el consumo, “no tengo la medición exacta, pero da la sensación que hay algo menos de demanda”, apuntó Maroto que, como dirigente del sector, sigue presidiendo la Unión Avícola Regional Andina (UAR).

De todos modos, no descartó que el nivel de consumo se esté manteniendo pero, “al haber sobreoferta de mercadería en todo el país, las granjas de otras provincias, que tenían excedentes, bajaron los precios y pueden haber ganado algunos lugares, desplazando a otros proveedores”.

De cualquier manera, esta situación de sobreoferta se ha reflejado en los precios del huevo, que han bajado sustancialmente en el último año.

Según los datos que maneja el titular de la UAR, “hoy, el cajón de 30 docenas de huevos de color está entre 400 y 440 pesos”, puesto en la playa de la granja. Recordó que “el año pasado, el precio fluctuaba entre 520 y 540 pesos”.

Un panorama similar plantea Estanislao Gatti, titular de Granja La Castellana, de Maipú. Fue terminante al afirmar:

“El negocio anda bastante complicado. Este año ha sido muy malo. El huevo no vale nada. Hay mucha oferta en el país”. Está de acuerdo en que “algo ha caído el consumo, pero lo que más pesa es el exceso de producción nacional”.

Coincidió también en que la caída de los precios ha sido importante, en todos los canales por los que comercializa la producción de su granja (supermercados, hoteles y restaurantes).

En su caso, el cajón con 30 docenas “está a 400 pesos ó 380, y el año pasado estaba a 500 pesos”.

Para Luis Villach, propietario de Granja Yemita, de Junín, el escenario es igualmente complicado, independientemente del canal de ventas.

También provee a una de las grandes cadenas comerciales instaladas en Mendoza, y, en su caso, suma a numerosos comercios chicos de los pueblos de la zona Este de la provincia.

En cualquier caso, tiene problemas para vender. Según él, “se juntaron los bajos precios con una caída fuerte en las ventas”. Cree que, “al parecer, viene huevo de San Juan y de Córdoba, lo cierto es que las ventas cayeron más o menos en 30%”.

Se lamentó porque “el negocio está mal, el huevo está sobrando y ya no lo reciben ni en la Feria. No sé qué vamos a hacer”.

En cuanto a los precios, Villach no habla de un retroceso, quizás porque puede levantar el promedio con la parte de producción que coloca en almacenes y otros negocios de barrio del interior provincial.

Por eso es que, al contrario, señaló que el cajón de 30 docenas “está en 400 pesos" mientras que "el año pasado estaba por encima de los 300”.

De manera que “ahora está un poco más arriba, pero con eso no hacemos nada si lo comparamos con el aumento de costos que seguimos teniendo”.

Fuerte suba de costos

Ésta es, precisamente, la otra variable que castiga duro a los números de las granjas. Mario Maroto puso como ejemplo los precios de los cereales.

“El año pasado (previo a la quita de las retenciones a las exportaciones y el aumento del dólar) pagábamos 900 pesos la toneladas de maíz, y hoy está a 2.600 pesos”, indicó.

En cuanto a los salarios, “tuvimos aumentos, en dos tramos, que totalizaron el 50% en un año”, aseguró el titular de Granja Santa Rosa.

Por otra parte, el costo de la energía “ha tenido incrementos de entre el 80% y el 100%”. En su granja, Maroto “estaba pagando facturas de entre 6.000 y 6.800 pesos, y ahora estamos en el orden de los 12.000 a 14.000 pesos”.

Reveló que también aumentó el costo de la logística y de los envases. “En este último caso, el maple y las cajitas que contienen media docena de huevos, han tenido incrementos a lo largo del año, del 25% al 30%”, comentó.

Estanislao Gatti coincidió en advertir sobre el desfase entre la evolución que han tenido los costos de producción y el precio del producto.

“El costo más importante que tenemos es el alimento, que está hecho en base a soja y maíz, y hoy, un camión de soja cuesta más del doble que el año pasado; y el de maíz, el triple".

Además, "los costos de logística subieron, los envases, la mano de obra, la tarifa de energía subió, y lo único que no subió es lo que producimos”.

El origen del problema

Los granjeros mendocinos identifican claramente dos factores como determinantes de esta situación de sobreoferta de huevos en el mercado interno argentino.

Por un lado, la demora en sacar del circuito productivo a los lotes de gallinas viejas, por los problemas que tienen los frigoríficos para colocar esa carne en países de África, desde que fueron “invadidos” por pollos norteamericanos extrañamente baratos.

Por otro lado, la falta de reacción de la industria del huevo. Maroto señaló que el mejor escenario macroeconómico para exportar (particularmente huevo en polvo), que se abrió a principios de este año, “no se vio reflejado todavía en la industria”.

Cree que los exportadores “no alcanzaron a recuperar competitividad suficiente como para poder llegar con un precio tentador” a países que, de paso, “podrían estar con alguna dificultad económica”.

Estanislao Gatti coincidió en que "la exportación de huevo en polvo y del huevo en cáscara está parada". Cree que en esta oportunidad se debe "más que a las condiciones macro de nuestra economía, al hecho que podría haber mucha producción a nivel mundial, porque hoy, en el mundo, el precio del huevo en polvo está bajo".

Impacto en las empresas

El granjero de Maipú advirtió que “lamentablemente, con este panorama, se funden algunas empresas o dejan de reponer. El que tiene 100.000 gallinas no repone, se queda con 60.000 ó 50.000, y es de esa forma como el mercado se regula”.

Se preocupa porque “veo que esta crisis es muy larga. Hace un par de años que el precio del huevo no acompaña la suba de costos y los márgenes son menores, sobre todo cuando uno les vende a supermercados”.

En igual sentido, Mario Maroto aseveró que “las granjas están trabajando a pérdida y se están desfinanciando”. Añadió que “alguna venía arrastrando algún stock de cereales y lo ha estado consumiendo pero, de mantenerse esta situación, vamos a tener un impacto económico bastante comprometido para algunas empresas”.

Qué decisión tomar

Gatti, de La Castellana, explicó que ante este panorama, “tratamos de producir lo que vendemos, para el mercado fijo que tenemos porque, si no, habría que salir a vender a menor precio todavía”.

Pero advirtió: “De todos modos, es muy difícil producir menos. Porque hay una estructura, un plantel de empleados, muchos costos fijos y ¿cuánto menos se puede producir? En este negocio se puede tomar alguna medida, pero en un porcentaje bastante bajo de la producción. Uno siempre tiene un número importante de animales jóvenes, y no puede pasar a producir la mitad de un día para el otro, porque invirtió un montón de plata para que pongan huevos, no para venderlos”.

En su opinión, “la única solución sería que se empezara a exportar grandes volúmenes y que, al mismo tiempo, muchas granjas bajaran sus niveles de producción”.

Mario Maroto, en tanto, adelantó que “se está hablando de buscar alguna exportación de huevo en polvo, aunque sea a pérdida, para poder sacar los excedentes del mercado interno”.

Mientras tanto, “se viene trabajando desde hace unos meses con la apertura de nuevos mercados como India y China, para las gallinas fuera de ciclo”.

Pero “todavía no hay pedidos que permitan absorber la totalidad de las aves disponibles para faenar en el país”.

Obligados a demorar el recambio de gallinas viejas

Mario Maroto explicó por qué las granjas han tenido que dejar planteles de gallinas viejas, y cómo impacta eso en el negocio.

El presidente de la Unión Avícola Regional Andina reveló que “los frigoríficos que faenaban las ponedoras que ya cumplieron su ciclo productivo han estado teniendo serios problemas para exportar esa carne”.

Es que “África, que era uno de los grandes consumidores de gallina faenada fuera de ciclo, se vio invadida con pollo de EEUU a muy bajo precio”.

Para el granjero de Guaymallén, “no se entiende cómo han hecho para entrar con pollo a 450 dólares, cuando la tonelada de gallina estaba a 700 ó 750 dólares”.

A raíz de esto, quedó funcionando uno solo de los 4 ó 5 frigoríficos que faenaban estas aves, y las granjas han tenido que mantener la mayor parte de esos planteles poco productivos (que ya debieron haber sido remplazados por lotes nuevos) hasta tanto el frigorífico les dé turno para la faena.

Ahora, en algunos casos, esa producción de las gallinas viejas -aunque escasa- se suma a la de los planteles nuevos.

Ocurre que “las granjas encargan las pollitas a las cabañas unos cuatro meses antes de dar de baja a las gallinas viejas, y las va criando hasta que pasan a ocupar el lugar de las que salen del circuito productivo. Este año, cuando llegó el momento del recambio, muchos se encontraron con que no tenían dónde faenar las aves remplazadas”.

Las granjas que en su momento incorporaron galpones nuevos, con sistemas de producción automatizados, volvieron a activar los galpones viejos, con las gallinas fuera de ciclo, esperando el turno de faena.

Al mismo tiempo, se demora el ingreso de nuevos lotes, cuando se puede, porque “las cabañas tienen programadas las entregas, y si uno no avisa con tiempo, no hay forma de correr esos tiempos”, aseguró Maroto.

Así las cosas, “se ha generado un nivel de producción que el mercado interno no puede absorber”. Para colmo, la productividad de esas aves viejas no alcanza a compensar el costo de alimento que consumen.

Es decir, producen poco de un producto sensiblemente depreciado, y siguen consumiendo la misma cantidad de un producto (los cereales) que casi triplicó su precio.

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