Autoridad, ¿asignatura pendiente?

Los roles parecen diluirse, por exceso o por defecto, cuando la figura de autoridad de los padres no se sostiene, o se confunde, en la relación con sus hijos. Un análisis para seguir aprendiendo.

“Escuela para padres”. Sería genial si existiera una institución de estas características, ya que todo ser humano con hijos asistiría para poder aprender lo que ‘por natura’ no se sabe; por el simple hecho de ser humanos.

“Nadie nace sabiendo”, dice el dicho y la frase le sienta bien, tanto a los padres como a los hijos. Y es en esa encrucijada de prueba y error en la que la autoridad y los sistemas de límites de los progenitores resultan fundamentales como un esqueleto  para los hijos, se debate el misterio de la autoridad bien entendida. Esa que los ayuda a crecer en valores, límites y verdades.

Pero la tarea no es sencilla, y en ese devenir de aprender a ser padres, son muchos los que terminan criando un manojo de problemas, y no un hijo.

¿Fórmulas?: ninguna, pero sí el análisis sobre el tema a modo de guía.

"Mi pobre angelito"

En medio de la reunión ‘amiguera’ de parejas adultas, Martincito de seis años va y viene corriendo por el comedor y tocando las paredes con sus manitas engrasadas por el último sandwich que se comió. Salta sobre los muebles, llora si no le dan el adornito que le gustó del modular, y no quiere comer nada, nada, nada... Sólo los snacks que tan amablemente los anfitriones ofrecieron a sus invitados.

Gritos y pataleos se dejan escuchar mientras por quinta vez, mamá amenaza en tono gracioso: “Martincito, ya está o le digo a papá”, mientras el niño la mira y suelta otro de sus gritos en clave de capricho. Apenas se van de la reunión los dueños de casa se prometen mutuamente: “No los invitamos más”.

Una imagen que invita a la reflexión sobre un tema que viven muchos padres respecto a la tiranización de sus hijos. Algo que ellos mismos gestaron en el sistema de crianza y que luego terminará por generarles dolores de cabeza a ellos, y al niño.

Mónica Coronado (psicopedagoga, licenciada en Psicopedagogía y profesora en Ciencias Psicopedagógicas, autora de “Todo lo que se debe hacer para malcriar a los niños”) explica: “la autoridad bien entendida es la ejercida por el cuidado del chico, que lo ayuda a crecer, madurar y a ser una persona independiente”.

- ¿Qué implica?

- El tema de poner límites se lleva a cabo en función de la autoridad y de la crianza. Hay una puesta de límites que es racional, y con pocos “no”, porque poner límites no es sólo decir “no”. Se trata además de delimitar espacios, ámbitos, momentos en los que se pueden o no hacer determinadas cosas, clarificar lo que es bueno y lo que no, en función de los valores. Implica entender el límite entre lo que yo quiero como padre o madre, y lo que mi hijo necesita.

- ¿El límite implica necesariamente el reto?

- Es mucho más que eso. Los padres también tienen que ponerse límites.

Un ejemplo de esa falta de “tope” en la crianza, lo describe María Eugenia; una administrativa de 35 años, y mamá de Joaquín de 7 años, que contó: “Con mi marido el tema de sacar a determinada edad al nene de la cama nos costó mucho. Nos dimos cuenta de que lo acostumbramos desde bebé y luego tiranizó el espacio. Fue allí que caíamos en el error,  primero por comodidad y luego por no saber poner las pautas claras en la crianza para Joaquín”.

En este sentido Coronado explica: “el límite corre para los dos lados. Para los padres implica que logren centrarse en lo que es bueno y aceptable para los chicos, tratando de proyectarles el cuidado y responsabilidad que deben tener incluso hacia el mundo; como cuando se les dice que no tiren basura en la vía pública, que se laven las manos, que no toquen un enchufe, que no se suban a una mesa.

- ¿Cómo ayudar a internalizar en los pequeños la autoridad?

- Es una autoridad amorosa, que cuida, indica y orienta. No domina ni controla, salvo que sea necesario. Esto ayuda al chico a crecer, madurar e independizarse y de esa manera desarrollar mayores niveles de autocontrol. En la actualidad se ven grandes problemas en los chicos y el manejo de sus impulsos: quieren todo y no quieren nada. Esto significa que las reglas no están claras por parte de los padres.

- ¿Los "no" siempre son "no"?

- Una cosa es que un niño desee ponerse un pantalón rojo con una remera verde por que le gusta, aunque nosotros no estemos de acuerdo. Gastar un “no” en eso es poco inteligente. Hay que saber que hay un “no” que es necesario para muchos aspectos, pero que hay otros que son negociables.

- ¿Cómo se encuentra el equilibrio a la hora de los "castigos"?

- Los castigos se vinculan con las conductas que se sancionan. Muchos padres optan por mirar al chico y ponerse serios, observando la acción equivocada con firmeza. Si el chico ha sido criado con los “no” adecuados, y los límites y valores claros, entiende a la perfección esa mirada. La crianza debe ser amorosa, firme, con límites y no requerir  de castigo físico; ya que éste último es una muestra de debilidad y de falta de poder del adulto, además de una transgresión hacia el menor. Muestra inmadurez y falta de dominio, además de ser irrespetuoso para el chico. De ahí lo importante de poder usar otros métodos, en donde si el chico hace algo que es grave es fundamental el límite para salvaguardarlo. Cuando hablamos de algo grave aludimos a algo que pone en riesgo su salud física o mental, o la de los demás.

Cuando el adulto tiene muy claro en qué aspectos va a ser muy firme a la hora de los límites y los “no” sabrá transmitir a sus hijos aquello que será “inaceptable”, y que no se negocia. Hay que generar mínimos acuerdos entre todos los que crían al chico, entre lo que es correcto y lo que no lo es, de lo contrario el niño no desarrolla el sentido de autoridad ni la respeta. Además el adulto debe ser el primero en llevar a la práctica los valores que desea ver en su hijo, como el respeto a los demás o el cuidado del medio ambiente; por ejemplo.

- Qué errores comunes cometen los padres que ejercen la autoridad?

- Hay muchos que no llegan a poder desarrollarla porque no tienen claros cuáles son los valores. Si hay una crisis de valores, hay una crisis de la autoridad. La principal inconsistencia de los padres en este ejercicio de la autoridad tiene que ver con esto. Por otro lado, está el deslumbramiento de los padres hacia los hijos: ven a los niños “perfectos”. Entonces nadie le enseña, o lo educa, porque se asume que ya viene con eso incluido.

- ¿Cuál dirías que es el modelo de autoridad ejercido por los padres de hoy?

- Tiene que ver con un modelo muy permisivo y sobreprotector, algo que genera coacciones en el logro de la independencia y la autonomía del niño, por lo cual no tomará decisiones, ni ejercerá funciones  de control porque hay otro que lo hará por él. Esta dualidad es peor que el autoritarismo pues: ¿cómo se revela un chico contra la autoridad amorosa que le dice “dejá mi amor, yo te ato los cordones”, en lugar de enseñarle a hacerlo?

Consejos para padres

- Perder el miedo al límite que tienen todos los adultos, ya que los chicos de hoy son muy negociadores.

- Está comprobado que el chico que carece de límites, no se siente querido. Esa actitud permisiva de los padres no le da seguridad ni estabilidad.

- No gastar los “no” en temas irrelevantes.

- Demostrarle al chico que el padre lo quiere bien y se juega por él, enseñándole lo correcto.

- Entender que la carencia de autoridad deja al niño en el abandono. Lo contrario le muestra un camino que lo orienta, le ayuda a crecer, y a integrarse al mundo.

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