En el final del año se incrementan los ataques de pánico

Se trata de una de las llamadas patologías de la época. Inciden más en primavera y verano y especialmente en las Fiestas.

Aparecen de forma abrupta, generan síntomas físicos y hasta sentimientos de muerte inminente. Se trata de los ataques de pánico, uno de los trastornos de ansiedad que van en aumento a nivel internacional. De hecho se calcula que más del 10% de la población en algún momento puede llegar a padecerlos.

Tienen que ver con un mundo en el que las demandas individuales, laborales y sociales son cada vez más exigentes, tal como explica el psiquiatra Roberto Federico Ré. Él es director de la Red Sanar, una organización sin fines de lucro con 95 nodos en todo el país que coordina grupos de ayuda mutua para tratar este tipo de patologías (ver aparte). Tal como ha comprobado a través de estos grupos, se trata de un trastorno que se intensifica durante los últimos meses del año, con especial incidencia en las cercanías de Navidad y Año Nuevo por la movilización de las emociones.

“Se conoce como ataque de pánico a un trastorno de ansiedad aguda que sobreviene siempre después de un gran sufrimiento, de un gran distrés. Muchas veces se dan luego de una conmoción emocional afectiva de una persona que atraviesa por un duelo, por una pérdida, por una circunstancia extraordinaria”, relata el psiquiatra, quien detalla que los episodios duran entre 10 y 40 minutos.

Según Ré, producen un menoscabo en la neurobiología de la persona y en su equilibrio emocional afectivo, a la vez que perturban los sistema de alarma o defensa que una persona tiene frente a las respuestas normales. Así, aparecen los síntomas: “Sobreviene una crisis en que la persona se siente asaltada; de pronto, en un estado de ansiedad y extrema angustia. No sabe de dónde viene, ni sabe bien qué le está pasando”, detalla el especialista, remarcando que en algunos casos esa ansiedad viene acompañada de una sensación de muerte inminente con palpitaciones, aumento o disminución de la presión arterial, dolores en la boca del estómago, entre otros síntomas.

Según su experiencia, se trata de una patología que está afectando a más personas “porque están en un mundo de cambio epocal, cuando las demandas personales individuales son cada vez mayores; las exigencias de los trabajos y la sociedad ponen cada vez más en tensión a las personas”.

Ré observa un crecimiento especial de los ataques de pánico durante los últimos meses del año. “Se van dando desde la primavera hasta el verano, con índices especiales en los días de Navidad y Año Nuevo por la movilización de las emociones”, explica.

No perder el control

Si bien muchas personas que sufren ataques de pánico sienten que no pueden hacer nada al respecto, Ré aclara que se trata de un cuadro perfectamente controlable: “A través de un proceso educativo la persona puede prevenirlo. Ahora, si la persona no recibe tratamiento se puede repetir y cronificar”.

Por esta razón, remarca la necesidad de acudir a un psicólogo y a un psiquiatra. “Ambos, en conjunto, pueden favorecer un proceso de psicoeducación, que es una técnica para aprender a vivenciar, incorporar conocimiento y a transformarse a través de él, que está reconocida a nivel mundial”, detalla el profesional.

Para él, lo fundamental es que la persona entienda que no va a morir por tener un ataque y que logre tranquilizarse cuando siente que algo no anda bien.

“Respirar en una bolsita ayuda porque, cuando aumenta la frecuencia respiratoria, el anhídrido carbónico se exhala en pequeñas cantidades y si se vuelve a inspirar, ese mismo anhídrido carbónico va a producir una disminución de la frecuencia respiratoria y cardíaca”, precisa el psiquiatra, a la vez que subraya que se trata de una patología que puede menoscabar la calidad de vida de una persona y hacerla sufrir innecesariamente.

Por otra parte, Ré distingue entre este tipo de ataques y las fobias: “A las fobias las definimos como un sentimiento y una vivencia irracional sobre un objeto o situación que provoca ansiedad. Pero en el caso del pánico, el ataque agudo se da sin que medie objeto y situación: la persona está tranquila y en determinado momento le sucede”.

Prevención del suicidio

Tal como explicó Roberto Federico Ré, director de Red Sanar, esta organización sin fines de lucro surge a raíz de un teléfono de ayuda para personas en crisis para la prevención del suicidio. “Era necesario cubrir a las persona no sólo telefónicamente sino en forma real, así que abrimos un primer consultorio en Santa Rosa, La Pampa”, recordó.

Luego observaron la necesidad de crear grupos de voluntarios para ayudar gratuitamente a prevenir los trastornos de ansiedad generalizados, como crisis de fobia y ataques de pánico, y hoy tienen 95 nodos en todo el país.

De todas formas, una de sus principales preocupaciones sigue siendo la prevención del suicidio. “Queremos que las personas puedan comprender que una crisis existencial cualquiera puede vivirla y que no por eso se tiene que quitar la vida. Hay mecanismos para pedir ayuda y contención, y que permiten estar bien”, aseguró Ré.

En Mendoza funciona el nodo El Buen Pastor en el salón parroquial de la Catedral de Loreto. Allí asisten todos los sábados un grupo de 20 personas, entre voluntarios y alumnos. La red cuenta además con 6 líneas de prevención del suicidio: una de ellas es nacional y puede llamar cualquier persona del país al 0800-222-2223.

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