Andes Talleres, el club de la buena estrella

Los planteles Azulgranas, masculino y femenino, se alzaron por primera vez con el mayor trofeo en América. Un premio que llegó por partida doble.

"La verdad, este título es un sueño que tenía desde el primer Campeonato Sudamericano que jugué", le contó a Más Deportes Matías Fernández. El defensor Azulgrana, heredero de un apellido profundamente ligado a la historia del hockey sobre patines en el Club Andes Talleres, posaba para una foto que quedará tatuada a fuego en el recuerdo del plantel.

Había terminado la enorme vuelta olímpica teñida por la emoción y el desahogo, y luego de la ceremonia de premiación en el Estadio Salvador Bonanno, los dos equipos del Matador posaron detrás de la Copa, aquella -que por el deseo- se había transformado casi en un desvelo. Los varones vencieron a Estudiantil Porteño (1 a 0) y las chicas al SEP sanjuanino (4 a 2). El sueño era una realidad y se había cumplido por partida doble.

Frente a los jugadores, una copa.. la copa. “Ni te imaginás todo lo que hemos entrenado por ella”, aseguraba el delantero Mauricio Lombardozzi. La noche sería tranquila y el festejo era una materia obligatoria para todos. Andes Talleres había inscripto su nombre en el historial de campeones, en la edición 33 y en casa...

Fuerzas compartidas

“Mi familia estaba muy nerviosa, mis padres, mis tíos... El partido era cerrado, Estudiantil Porteño era uno de los equipos que venían invictos y con menos goles en contra. Sabían defenderse bien”.

“Vinos muchos videos y lo planteamos con tiros de afuera y un hombre siempre dentro del área para desviar o agarrar un rebote. De hecho así se dio el gol. Sabíamos que fuera como fuera el partido, ellos no iban a cambiar su forma de jugar. Había que estar muy tranquilos hasta el último segundo”, explicaba ya con mayor calma Matías Fernández.

“Nunca había llegado más lejos que a una semifinal en el Sudamericano, pero ahora intentamos estar tranquilos, estábamos llevando bien el partido. Es muy lindo que el título se nos haya dado de local y en femenino también. Creo que hicimos historia”, sentenció el defensor- que comenzó a patinar a los 3 años.

Las ideas en su cabeza son como un torbellino, el pasado, el presente y el futuro se conjugan bajo el tono de una sonrisa. Una mano sostiene la cámara, los protagonistas se preparan, en el podio, de pie, Julieta Fernández dejó fluir la risa con naturalidad.

“Sabíamos que no sería un partido fácil ante el SEP, así que estuvimos concentradas”, explicaba Julieta Fernández. La delantera de las Águilas, medalla de bronce en el último Mundial femenino, era la máxima artillera en casa con 22 tantos. Una faena que respaldó una campaña de las Azulgranas que había comenzado con una sucesión de goleadas. “Este título era el objetivo, y trabajamos mucho para esto”, puntualizó la jugadora.

Los entrenadores Marcelo Innella y Ariel Moreno comparten algo más que la gloria del momento. Para ellos, que fueron compañeros de ataque en el Sudamericano de 1996, la espera había valido la pena. Los Matadores, los campeones argentinos de 1995, saben muy bien lo que siente soñar con esta Copa.

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