Ana Lupez Chaparro: “Estoy viviendo la juventud de mi vejez”

Ella es mendocina y fue la primera mujer “reasignada” operada en España. Fue una reconocida vedette en la revista porteña y en ese país, donde trabajó incansablemente con varias “chicas Almodóvar”. Aquí le cuenta a Estilo partes de su impactante historia

Soy muy amiga de Moria, viví con ella dos años, trabajé con Carmen Barbieri, Pepito Marrone... Participé en la película "Las edades de Lulú" de Bigas Luna, actué con varias "chicas Almodóvar". Él me llamó, de hecho, cuando estaba en Buenos Aires, para audicionar el papel de la Agrado en "Todo sobre mi madre", aunque al final no pude ir porque mi mamá acababa de morir...

Bailaba, cantaba, hacía acrobacias y fui vedette por toda Sudamérica y España. Allá, hace 34 años, me operé y fui la primera transexual operada (legalmente). Por eso digo que fui precursora en este país...

Mi historia comienza en Guaymallén, donde nací. Tuve una niñez traumática, y cuando empecé a ser adulta también podría decirse que todo transcurrió de una forma muy sufrida.

Era hija única, después mi madre se enamoró y tuvo con otro hombre siete hijos más, que los amo. Y sí, yo creía que era una nena, ¡hacía pis sentada!

Hoy es un tema que se pone en discusión, y hay niñas como Lulú que ya tienen documento, algo que disminuye un poco todo el sufrimiento por el que se pasa.

Pero sigo: antes de que mi madre se volviera a casar yo era la más mimada, vivíamos en la Galería San Martín. ¿Si mi mamá me aceptaba? Ella en realidad creía que yo estaba enferma, me llevaba al médico, imagínense... ¡estamos hablando de la época de Cristóbal Colón! Soy jurásica, como digo...

En esa época me daban ataques, pero de mariquita loca, porque yo estaba celosa de todo lo que estaba pasando. Gritaba, peleaba, me llevaban al hospital y allá aprovechaba: me disfrazaba con las sábanas para cantarles a los niños. Me encantaba cantar, sí, y a veces me invitaban a hacerlo en fiestas y cumpleaños, pero para burlarse de mí, yo no me daba cuenta, de ignoranta que era. Me decían "María Félix", y mi mamá se enojaba muchísimo. Pero yo era rebeldita... después empecé a crecer y nos mudamos a Las Heras.

Me fui de mi casa a los 13 años. ¿Por qué? Me motivaron los celos, al ver que mi madre estaba con otro hombre, ver que él era muy machista, y que me cargaban en el barrio. Me asumí como gay a esa edad también. Ahí descubrí quién era. Fue duro, me rebelé y me fui.

En esos días dormía en las vías del tren, cerca de los cañaverales de Las Heras. Y un gran amigo, Cacho Ormeño, que también tenía 14 o 15 años, me llevaba frazadas. Cuando su madre se iba a trabajar, me llamaba para ir a dormir con él, me siguió, me cuidó... Ese es el buen recuerdo que me llevo de toda esa época: amigos, lo hermosamente mimada que fui.

Me fui a Buenos Aires, donde estuve presa en Devoto varias veces. Allá pasé momentos muy duros, que sería difícil contar aquí. Y ahí di también mis primeros pasos como bailarín de cabaret, hasta que a los 20 años viajé escondida en una balsa hasta Montevideo.

De esa época, para mí fue crucial participar en el programa cómico "Telecataplúm". Ahí vi a unos travestis brasileños que me encantaron, y empecé con el transformismo. Una amiga me prestaba las pelucas y el vestido, aunque no me prendía atrás porque ella era más flaca, pero no me importaba. 
Ahí fue también donde me descubrieron y me contrataron para el Maipo y el Nacional. ¡Volví directamente ahí! Y trabajé con Nélida Lobato y Zulma Faiad. Recorrí varios teatros de Buenos Aires (¡tengo hasta fotos con Mirtha Legrand, que iba a vernos!), y después Sudamérica: Perú, Bolivia, Colombia, Uruguay, Paraguay con Moria, que cuando volví a Buenos Aires me contrató para "Mundialmente Moria" (hablamos de principio de los '80).

Ella siempre me nombra y me recuerda, pero yo nunca me colgué de ella, no, lo aclaro. Fui muy conocida en esos años, cualquiera que mire las revistas de la época puede comprobarlo, aunque, si me paraba en la puerta del teatro, me llevaban presa.

Por eso quería irme. Un día el marido de Moria, que era Carlos Sexton, me prestó un abrigo, me corté el pelo con una tijera y me fui a sacar el pasaporte. Ya tenía pechitos, porque había empezado mi transformación, pero tuve que apretármelos: iba, por decirlo de alguna forma, disfrazada de hombre.

Le dije al jefe de policía que quería irme, que necesitaba el pasaporte, aunque pensaba que no iban a querer dármelo porque yo tenía antecedentes. Ese hombre, muy hache de pe, me dijo: "Sí te lo vamos a dar, porque gente como vos no queremos aquí".

Me fui a Brasil, y de ahí me contrataron como vedette para irme a Portugal. Y bueno... mi historia allá es tan larga que no podría resumirla en esta página.

Hoy puedo decir que fui gay, transformista, travesti, transexual. Y ahora soy "reasignada", porque me reasignaron un sexo.

Volví a Argentina cuando murieron mi padrastro, de quien terminé siendo la hija predilecta, y mi pareja, un italiano que fue la cosa más hermosa que me pasó en la vida. Mi familia me aceptó, mis hermanos me aman, y mi madre también lo hizo. Ella, de hecho, fue la primera persona que me dijo que me operara. 
¿Que cuántos años tengo? Prefiero no decirlo. No se le pregunta la edad a una dama, aunque después de los 60 perdí la cuenta... Sí digo una cosa: estoy viviendo la juventud de mi vejez. En mi casa guardo todos mis recuerdos: en las paredes hay fotos de toda mi carrera, pinturas que me han dedicado, guardo las notas recortadas que me hicieron en muchos diarios y las tengo plastificadas para que no se arruinen, y también fotos con muchos artistas con los que coincidí en algún momento: Verónica Forqué, Rossy de Palma...

En el 2011 volví a Mendoza. Hoy me siento muy feliz. ¿Por qué? Porque me cambió el chip: decidí que la vida hay que vivirla al día-a-día y que las cosas salen solas, como la posibilidad de contar mi historia ahora... Y no me siento sola, para nada, soy feliz, aunque nadie es feliz totalmente. Estoy operada y no tengo ningún trauma. Estoy bien con mi familia y mis pocos amigos, soy muy ermitaña (eso mi familia me lo reprocha). Soy muy católica también, creo en San Expedito, que me cumple todo. Ah, y además estoy sana, ¡y eso ya es tanto!

La única desilusión que tengo es que acá muchos no me conocen, aunque mi historia es algo que hay que conocer, sí, no por nada digo que soy una leyenda: estoy haciendo mi libro, pero también se está produciendo un documental y una película sobre mi vida, que como ya dije es difícil de resumir en una página.

Quisiera dejar un mensaje a los lectores: que nunca se den por vencidos. Que si quieren luchar por algo, y no solo respecto al cambio de sexo, lo haga, que nunca tengan miedo. Hay que seguir para adelante, aún con palos en la rueda, y luchando por la paz, que es lo que le falta a la Argentina y al mundo.

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