Abel Pintos: ayer y hoy

En el marco de la gira que celebra sus 20 años de trayectoria, el bahiense regresa a Mendoza para cerrar, el próximo domingo en Tunuyán, la Fiesta Nacional de la Tonada. Aquí habla de la gira, de sus comienzos, de Soledad, del nuevo disco que está graband

La primera visita de Abel Pintos este verano en Mendoza se suspendió por la tragedia vial de Rivadavia que dejó cuatro muertos. Ahora queda una segunda oportunidad para escucharlo en vivo, este domingo, cuando se presente en el cierre de la edición 36 de la Fiesta Nacional de la Tonada.

“Abrazo fuerte a los que sufren por esta tragedia y doy las gracias a ustedes, queridos cómplices de mi corazón, por entender desde el amor”, escribió ese mismo día de la suspensión por duelo de su recital en Facebook. De todas maneras, al llegar al hotel en Rivadavia no sólo se quedó saludando a los seguidores, sino que incluso cantó unas canciones allí, informalmente, ofreciendo un agradecimiento al cariño de los rivadavienses y demostrando una vez más su alto sentido de la humildad y la solidaridad que lo caracteriza.

El viernes pasado, durante su concierto en la apertura del Festival de Peñas de Villa María, recibió el disco doble de platino por “Único” (cd+dvd en vivo de su show del 8 de noviembre del 2014 en el estadio único de la Plata) que continúa sumando canciones en radios y muchos aplausos en los escenarios.

En el momento de la charla vía telefónica con Abel, él se encontraba guardando un puñado de libros en su equipaje para completar los nueve recitales de febrero, de un total de 27 agendados en los primeros meses del año para su "Gira 20 Años. Único 2016".

Cabe destacar que hace unos días se agotaron todas las entradas para los conciertos de final de tour del 4, 5 y 6 de marzo en el Luna Park.

-¿Qué libros estás llevándote esta vez?

-Ahora tengo a mano en "En busca de April" , de Benjamin Black, el alter ego literario de John Banville cuando él escribe novelas negras. Tiene una saga de un mismo personaje que siempre me resulta divertido.

También estoy leyendo "Adiós muñeca", de Raymond Chandler, que fue publicada en 1940. Y entre estos dos relatos oscuros paso a "Voces de Chérnobil", de  Svetlana Aleksiévich (premio Nobel de Literatura en 2015), un impresionante libro documental publicado en los noventa. La escritora describe la tragedia rusa encarada desde un lugar muy interesante. No habla de la cuestión técnica del accidente sino de la cuestión humana. En realidad lo del género negro me ha llegado de casualidad.

-¿Por qué?

-Una editorial llamada Brandon House que supo que a mí me encanta leer y que de alguna manera impulso la lectura a mis seguidores. Ellos tienen la amabilidad de enviarme libros y en este momento tiene una colección noir muy interesante.

-Sé que estás reversionando temas de tus primeros álbumes, ¿qué emociones te despiertan ahora luego de veinte años?

-Durante la gira que estoy haciendo ahora canto canciones de mis últimos cuatro discos, los que en realidad fueron los más populares o tuvieron más difusión pero también regreso a canciones de los primeros lanzamientos como "Cuando llegue el Alba", "Ojos de cielo", "Para cantar he nacido" y "Taki Ongoy" .

Son reversiones muy particulares para mí porque mi intención es contarle al público sobre el Abel que es hoy y que se enteren, otros, del Abel que supe ser. Mi intención no es volver a hacer el Abel que era a los 14 años en esas canciones, sino que al reinterpretarlas me reinterpreto a mí mismo. Cuando me presenté en Jesús María, un medio gráfico publicó que cantaba canciones de cuando era niño con la impronta y el fraseo del Abel Pintos de hoy. Es eso justamente.

-¿Cómo te mueven ahora esos clásicos?

-En realidad son canciones que a mí me gustan mucho. Son mis canciones preferidas de mi tiempo en que era intérprete y no cantaba todavía mis propias canciones de autor. Esas canciones tenían que ver conmigo y me retrotraen a pasadas sensaciones. Pero te sumo en este momento la emoción de que ahora veo que cuando canto "Taki Ongoy" me acompañan las voces de chicos de 14 años.

Muchos de ellos no vivían cuando yo la cantaba (risas). Y hoy la cantan como si fuera mi último hit y es hermoso cuando alguien te escucha, te explora el repertorio de lo que hiciste antes.

En el Cosquín 2016, Soledad Pastorutti (que cerrará mañana  la primera noche del Feriagro Luján, ver aparte) celebró las dos décadas del show que la catapultó a la fama. Lo hizo con invitados especiales como Luciano Pereyra, el Chaqueño Palavecino, Facundo Saravia y en un momento se sumó también Abel Pintos. Él reconoció públicamente que la Sole le abrió el camino a las nuevas generaciones y que le dieron nuevos aires jóvenes al género. Fue un momento épico.

-¿Podrías describir ese instante con Soledad?

-En primer lugar Soledad es una persona que quiero mucho. La admiro desde que soy un adolescente. En segundo lugar, tuve la oportunidad de experimentar ese momento emocionante de poder festejar ese debut allí en Cosquín hace veinte años atrás.  En esa oportunidad no solamente comenzó su carrera sino que expandió la música folclórica a los más jóvenes. Fue un momento muy significativo. Además fue una alegría enorme ser una vez más testigo de lo que tuvo que ver con un cambio histórico en el folclore.

-¿Y cómo fue tu debut en Cosquín? ¿Qué recuerdos tenés de ese momento?

-Fue en 1998. Por aquel entonces Soledad ya era una artista convocante. Fue una emoción para mí años después ser un artista considerado por ella y además ser su amiga. Y quererla como la quiero. El festejo ahora en Cosquín fue un momento inolvidable.

-En esos tiempos cortos del verano en que no tenés que cantar ¿Qué te gusta hacer?

-En realidad, no podría alejarme de la música. Para mí básicamente es mi forma de vivir. Parte de mi forma de despertarme para sentirme bien cada día tiene que ver con vocalizar. Hoy por ejemplo me desperté a las seis y media de la mañana y  me puse a vocalizar porque disfruto a hacerlo, más allá de ser o no cantante. Salgo a correr, entreno. Toco el piano. Hoy me puse a escuchar un vinilo también.  Mezclo lo que tiene que ver con mi trabajo y mi forma de vivir.

-¿Cómo viviste la pérdida de David Bowie?

-La verdad es que hace mucho que no sentía un golpe tan impactante. Al día de hoy todavía me cuesta asimilarlo. Más por el hecho de que tenía pensado viajar al lugar del mundo en que volviera a cantar Bowie. Algo que siempre había querido hacer. Pensé que esta sería su última gira pero no pudo. Lo venía pensando seriamente. Si no  venía a la Argentina, me iba a ir a verlo donde estuviera de gira.

Bowie es un artista con el que siento las mismas cosas que siento con Mercedes Sosa y Cerati, que al ser tan parte de mi vida, al estar tan profundamente relacionado conmigo que al final, sus ausencias físicas las puedo sentir pero no me pesan.  Están vivos en el día a día para siempre.

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