A Pérez se le acaba el tiempo de gobernar

Le quedan diez meses antes de la campaña electoral y no ha podido concretar los proyectos más trascendentes. Lamentos por el apoyo nacional que no llegó y la reforma que no logró.

A Pérez se le acaba el tiempo de gobernar
A Pérez se le acaba el tiempo de gobernar

Francisco Pérez ya tiene lo que pedía, o al menos parte. El año se fue, hasta ahora, en discusiones sobre cuánta nueva deuda pretendía el Gobierno y cuánta estaba dispuesta a autorizar el radicalismo, denuncias por la ley que aprobó el PJ para conseguir ese dinero y su dudosa constitucionalidad, más algunas semanas gastadas en definir si es necesaria o no la emergencia en seguridad. Pero cuesta encontrar hechos trascendentes.

Ahora, junto con la tardía aprobación del presupuesto ya acordada, el Gobernador recibirá también un desafío: gestionar, entendido esto no sólo como la mera administración del Estado sino como la generación de políticas que produzcan cambios. Y aquí empieza el problema.

Primero, porque algunas voces oficiales ya se atajan y dicen que los 800 millones de pesos de endeudamiento consensuados con la UCR no alcanzan para todo lo que imaginaban hacer con los 1.400 millones que quería Pérez. Segundo, porque en sus dos primeros años esta gestión nunca pudo conseguir toda la deuda que le aprobaron ni tampoco cumplió siquiera con la mitad de la obra pública prevista en el presupuesto.

O sea, 2014 puede darse casi por perdido en materia de transformaciones profundas. Y 2015 no será mejor. A este gobierno le quedan, con suerte, diez meses de gestión real: a partir de junio próximo, todo estará volcado a la batalla electoral y sólo habrá espacio para terminar lo ya iniciado. Pérez juega en tiempo de descuento, ese momento de un partido de fútbol en el que ya no pueden plantearse estrategias, sino que todo queda librado al azar en cada centro que espera dar en la cabeza de un delantero y terminar en gol

Por eso, en la Casa de Gobierno saben, y se lamentan, que ninguna de las grandes obras que tienen en carpeta estará terminada antes de que se vayan, suponiendo que efectivamente se inicien.

Aunque arranquen mañana, ni la tercera vía del Acceso Sur, ni la cuestionada villa deportiva junto al estadio, ni el túnel que volverá a unir Cacheuta con Potrerillos estarán listos antes del 9 de diciembre del año próximo. Ni siquiera un barrio del IPV puede terminarse en menos de un año y medio.

Desencantado

Al Gobernador lo desvela quedar en la historia mendocina. Esa quizá sea su gran obsesión. Pero a punto de cumplir los dos tercios de su mandato, han sido más los reveses que los logros que imaginó como su legado.

Tal vez el primer fracaso a considerar, sea su relación con la Nación. Él creyó inicialmente que la lealtad absoluta a Cristina Kirchner sería bien pagada, pero la realidad ha sido otra. Mendoza estuvo lejos de ser la mimada del presupuesto nacional y Pérez, o Paco, como le decía Cristina Kirchner en aquellos actos en que lo nombraba, hace ya mucho, fue perdiendo posiciones día a día.

El mejor ejemplo de ese desaire quizá sea Los Blancos, ese megadique cuyo inicio el propio Gobernador había anunciado optimista para hace un año justo. Hoy, el expediente descansa en algún despacho nacional a la espera de una firma que nunca se estampa y que, volviendo al fútbol, no hace más que dejarlo en offside.

La Casa Rosada también boicotea una de sus mayores apuestas desde que asumió: la empresa provincial de energía, defendida como la oportunidad de aumentar ingresos al asociarse con los concesionarios de las áreas petroleras. Pero ahora YPF no quiere saber nada con ese modelo de negocio y Emesa puede pasar rápidamente al olvido. El Gobierno tiene lista una propuesta alternativa, pero no sobra el optimismo cuando se pregunta si prosperará.

Es por esos y otros ejemplos que quienes frecuentan a Pérez hablan de un “desencanto” y admiten que él esperaba mucho más de Cristina. “Nos faltaron dos o tres obras icónicas para quedar en la memoria, pero nunca llegó la plata de la Nación”, reconoce uno de los hombres más cercanos al mandatario. Otro de los allegados se ilusiona con alguna sorpresa de último momento, pero realista al fin, dice que es muy poco probable.

Un argumento común para explicar las pocas concreciones de fuste es el contexto económico-financiero nacional. Se terminaron los años de  alto crecimiento, se descontroló la inflación y la Nación debió atender sus propios problemas. Pero esto no alcanza para justificar todas las carencias. Hay decisiones que no requieren de dinero para ejecutarse.

El mayor hecho “simbólico” al que apostó Pérez desde un comienzo fue la reforma de la Constitución provincial, hasta ahora la figurita más difícil para cualquier gobernador. Y él no fue la excepción. Quizá por la forma en que lo planteó, por cierta inflexibilidad o por la falta de una negociación directa con los que toman las decisiones en los otros partidos, nunca logró torcer la negativa de la oposición.

En el PJ admiten que ese proyecto hoy es irrecuperable y lo ven quizá como la gran cuenta pendiente de esta gestión. Dicen que la única forma de lograr un acuerdo era que el propio Gobernador se excluyera de la reelección, una idea que le acercaron desde su entorno pero que nunca terminó de convencerlo, al parecer.

Él quería otros cuatro años de mandato y tal vez, para entrar en la historia, hubiera sido más efectivo un renunciamiento. El presidente Sáenz Peña, cuando impulsó en 1912 la ley del voto secreto, universal y obligatorio, fue contra los intereses de su propio partido, el Conservador, que nunca más ganó una elección, pero él se inmortalizó.

Un radical del sector más duro mira con preocupación el “legado” de Pérez y cree que sólo dejará mayor desorden financiero, con una pesada deuda que condicionará a su sucesor, sobre todo desde 2017. Cuando analiza lo que este gobierno se planteó y no logró, es contundente: “Lo que no hacés en el primer año, no lo hacés más”. Una conclusión que deberá a grabarse a fuego quien asuma el año que viene.

El desafío

“Paco revitalizó la construcción de vivienda social, recuperó ese derecho para el sector más postergado. Es cierto que pudo hacerlo porque el Procrear atendió la demanda de la clase media. Pero esa decisión lo define. También, con El Pozo como ícono, trabajó mucho por la inclusión social”, analiza uno de los funcionarios que lo frecuenta y se muestra abierto a la autocrítica. El análisis positivo incluye la reducción del déficit estructural heredado de la gestión de Jaque y la promoción de Mendoza en el país y el exterior “que se valorará recién cuando pasen algunos años”.

Es cierto que un partido no termina hasta que suena el silbato y muchas veces la pálida actuación de un equipo puede revertirse con el empuje de los últimos minutos. Por eso, de lo que haga en los meses que le quedan dependerá también la imagen final de Pérez. Dejar iniciadas obras importantes lo ayudará, aunque no las inaugure; así como cumplir la promesa de entregar 12 mil casas, una meta que suena muy difícil hoy si se considera que aún no llega ni a la mitad.

El PJ se esperanza en ese arrebato final para llegar con posibilidades a la pelea por la gobernación en 2015. El gran objetivo que le han fijado es ponerle la banda a otro peronista. Lo dice un influyente ministro paquista, lo repite otro de los que transita el cuarto piso de la Casa de Gobierno y se escucha también en el entorno de Ciurca. Es cierto que en el resultado electoral influirán otros factores, como el contexto económico nacional, el candidato presidencial y el postulante local del peronismo. Pero si el sucesor fuera un radical, toda la furia partidaria recaerá sobre Pérez. Y él lo sabe.

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